XII : Ikarus.

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Jack había llamado a Hannibal desde temprano, tenían que consultar un perfil y entrevistar a un nuevo asesino en la escena, claramente no era el trabajo oficial de Hannibal, pero Jack aprovechaba la oportunidad de usar cuando pudiese la gran mente de el psiquiatra más venerado de Baltimore y por su puesto el gran amante de Will Graham. El gurú del FBI había permitido a brazos abiertos y ojos cerrados el hecho de que William pudiese venir si estaba curioso de lo que podría pasar en el FBI o acontecimientos que le hagan aprender y abrirse en el ámbito así también como el campo de las ciencias, Will como siempre, si era al lado de Hannibal, le gustaría ir.

–Es... ¿Hay mucha gente...?

La tensión de la gente en una habitación, muchas voces, gestos, sonidos, pasos, risas o gritos martirizaba su corazón, porque en momentos de estrés William no sabía como controlarse y como siempre, lloraba. El se sentía inútil cuando solo hacía más que llorar, anhelaba con su ser tener el carácter de Hannibal, alguien que aunque había pasado por muchas cosas, no era capaz de levantarse todos los días como lo hacía él por cada error que cometía.

Porque Hannibal había vivido en el inferno de Dante, no había Virgilio que lo acompañase y ningún Dante que quisiera rescatarle o tenerle compasión aún si fuese la alma que más sufria en el inferno, el asesinato y canibalismo que sufrió su hermana se sintió como la bestia de tantas cabezas que habría manifestado el mismo Dante, pero no podía asemejarse a él, porque cuando más necesitaba esconderse bajo las faldas de Virgilio estas nunca habían existido para él, cuando por otro lado los gritos alaridos de Mischa eran el canto de sufrimiento de las almas mientras el se sentía desvanecerce con el dolor de perder a su hermana, su corazón había sido quemado y sus restos viajaban por el barco que trataba de cruzar para poder salvarse, las personas que habían cruzado su vida habían sido como las almas que intentaban ocupar su lugar en el barco sabiendo que para ellos no había más salvación pero eran tercos como el y por alguna vez se habían aferrado a esperanzas que sabían eran erradas, casi como disparar una flecha al cielo y esperar con el pecho desnudo que esta cruzara el calvario palpitante que tenía por corazón y le había hecho sufrir la muerte andante. Aquel flechazo que se había atravesado en su corazón era como se había sentido el amor desde que tenía razón, el tiempo de espera a que caiga era agonizante después de haber esperado tanto su caida, él odiaba el tiempo, el tiempo que se había enamorado y cuando la flecha caía era cuando la relación tomaba su vida y como la primera y todas las cosas, tenía que terminar.

Como siempre, el ser humano había querido ser fuerte y querer vencer lo que a sus oídos y corazón atacaba, así que Lecter había encontrado otra vía, dónde todas estas personas han estado viviendo tantos años desde ese paso de fuerza, su gran palacio mental era su fortaleza para otras flechas que quisiesen cruzar, dónde el tenía absoluto control para no tener preocupación y dónde parecía que el miedo nunca había existido en el hombre. Su palacio mental era sin duda inmenso como el cielo, severo como las espinas del sufrimiento, vasto como romanticismo de Bécquer, hermoso como un hombre de Ferri y sin tiempo como un reloj de Dalí. Era un placer sin nombre, sin forma ni rostro, placeres que susurraban casi inaudibles, placeres que deseaba vivir todos los días.

–No podría mentirte a tí, Will. En escenas del crimen, el campo siempre estará abierto para investigaciones y muchos trabajadores del FBI así como reporteros y periodistas. No estás obligado a ir pero al menos la escena estará limpia y podrás ahorrarte cosas poco gratificantes.

–Estarás... Conmigo en... ¿Todo momento?

–Posiblemente, pero también tendré que esparcirme con los especialistas y forense, Jack estará en todo momento contigo, Will.

William tenía un poco de miedo de Jack, era un hombre robusto y grande y su rostro parecía duro como piedra, tanto así que el se sentía como una ventana de vecindario y al rozar con el sé quebraría y se olvidarían de arreglarlo por mucho tiempo.

Tra le dita.© -HannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora