Capítulo 13

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Me pongo de pie sobre mis pies descalzos y abro la puerta, la habitación tiene la luz encendida y puedo ver mis tacones asomados debajo de la cama. Me los pongo, acomodo el vestido, cierro la gabardina y salgo con cautela para no encontrarme a nadie, lo que menos quiero es que empiecen a hablar sobre mí.

Camino de puntitas evitando que los zapatos repiquen en él piso, como si alguien pudiera escuchar mis pisadas con la música tan alta. Busco la puerta de la habitación de Nora y entro sin pedir permiso. La luz esta encendida y huele a loción, mucha loción, Mila esta dormida en la cama, con las piernas flexionadas y con la cara estampada en la almohada mientras Nora esta al teléfono de espaldas a mí, cierro a mi espalda sin hacer ruido, pero me termina escuchando me dirige una mirada con los ojos bien abiertos, avanzo lentamente, la ignoro y me quito los tacones de nueva cuenta mientras su mirada se transforma en una de horror.

Parezco una loca y estoy consiente de ello cuando me miro al espejo.

—Si Mike —murmura con fastidio, y señala el teléfono—. Justo está aquí.

Niego con ambas manos, frunzo el ceño mientras me alejo de ella, corre detrás de mí y me pasa el teléfono, a pesar de que niego termina poniéndolo sobre mi oído.

Aclaro la garganta y espero a que él diga algo.

—Olivia ¿eres tú? —habla al otro lado de la línea, después de un par de segundos.

—Si, Mike.

—Nora me dijo que se van a quedar a hacer una pijamada ¿esta bien?

Le regalo una mirada de interrogación Nora quien está preparando un algodón con desmaquillante mientras mueve la cabeza al ritmo de la música que se escucha en el piso de abajo.

—Si, sí.

Respondo sin prestarle mucha atención. Nora se acerca sin dejar de examinar mi cara con los ojos bien abiertos y una sonrisa, parece una loca con esa expresión.

—Bien, pórtense bien y no tomen mucho refresco.

¿Refresco? ¿Dijo refresco?

—Si papá —cierro la boca en cuento Nora comienza a pasar el algodón sobre mi piel—. Te quiero.

—¡Ay calabaza! —grita al otro lado de la línea—. Yo te amo, linda.

—Te veo mañana.

—¡Diviértanse!

Cuelgo la llamada y me dejo caer en sillón color blanco que tiene en la esquina, las piernas comienzan a doler, los dedos de mis pies están rojos e hinchados gracias a los zapatos, los muevo ligeramente y paso las manos sobre mi pelo tratando de acomodarlo un poco, me frustra encontrar tantos nudos.

Nadie dice nada, Nora me mira con los brazos en jarras como si esperara a que confiese algo. Algo que no pienso confesar.

—¿Qué demonios te paso en la cara? —pregunta sin más.

—No quiero hablar de eso —niego. Le entrego el teléfono.

—Solo quiero saber —inquiere acercándose para examinarme—. ¿Cuál de los dos hermanos te dejo tan mal?

Comienza a preparar un algodón con un poco de desmaquillante mientras se acerca con una sonrisa en el rostro.

Es que esta mujer nunca deja de parecer feliz y amable.

—Ivar —admito—. Ivar es el que me tiene así.

—Lo sabía —se encoje de hombros—. Lo vi bajar con la misma cara de frustrado y labial en todas partes. Recuérdame comprar un indeleble.

IT'S MEWhere stories live. Discover now