Cincuenta y uno

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Crawford Kim Rose

-Te amo- había vuelto a replicar como si se tratara de un juego o una competencia sobre cual de los dos decía más aquella frase, sin embargo Rose se había prometido así misma ya no volver a decir aquello, no a menos que lo sintiera de verdad.

Y Jungkook incluso luego de usarla se tal manera había creído que un "te amo" seguía siendo suficiente.

Así que optó por simplemente fingir que aún seguía siendo tan tonta como para caer en eso, por que en aquella noche lo que más le había afectado era Jin, su mirada y en general no quería que él fuera su efecto colateral.

-Señora Crawford- había dicho él hombre mientras se levantaba de su silla para caminar hasta ella y extenderle la mano como saludo.

-Abogado Osaki, es un gusto conocerlo en persona- había dicho ella mientras una sonrisa amistosa aparecía en su rostro y se inclinaba ante él.

Ambos se habían sentado en la mesa. Y a pesar de que Rose hubiera preferido ser rápida, había mucho de lo que tenían que hablar antes de continuar.

-En los correos me hablo acerca de cómo aquel contrato sobre sus bienes le parecían algo de relevancia para el caso, y tiene toda la razón, Señora Crawford.

-Puede decirme Rose- había replicado ella.

-Rose... creo que al firma aquello podemos tomar parte de las cláusulas del contrato donde habla sobre cómo él pudo haber tenido su dinero, incluso si no se casaban, si un juez lo lee podríamos explicar sobre cómo el matrimonio siempre fue algo superficial, usted lo amaba pero al él solo le interesaba su dinero, es una buena teoría a la que se puede apelar... ya vera que él no tendrá ni un solo centavo suyo cuando se divorcien.

-Realmente, antes aquello no me importaba- había replicado la chica -Me refiero al dinero Abogado Osaki, no me hubiera importado, pero después de todos estos años, en realidad no quiero que tenga ni un solo centavo.

-La entiendo pero como bien lo sabrá estos casos son mi especialidad y este caso téngalo por seguro que está ganado.

-La señora Yang hablo muy bien de usted, en especial sobre su discreción y cómo es del tipo de personas que sabe mantener una ralla límite con cada cliente, sin embargo me parece importante a mi como cliente saber el ¿porqué eligió esta profesión?

Aquel hombre que había estado bastante tranquilo, había sentido como si por un segundo una simple frase lo sacara de su zona de confort.

Una noche mientras estaba en su oficina repasando un par de casos, había recibido la llamada de la señora Yang, le había hablado sobre Rose, pero no le había querido decir exactamente la razón por la que esperaba que el aceptara dicho caso, era el mejor, siempre lo había sabido sin embargo no era el único que resolviera casos tan simples como ese, pero aún así la señora Yang había insistido tanto que acepto.

Varios mensajes habían sido intercambiados con Rose antes de finalmente conocerse, ella había sido amable, pero las mujeres de aquella clase social siempre lo eran, siempre educadas para parecer perfectas, así que aquello no había llamado su atención, sin embargo se había cuestionado sobre el tipo de hombre que podría ser aquel, que ella estaba dejando, los divorcios eran algo complicado, y muchas veces solían ser ruidosos, pero al parecer Rose optaba por hacer algo más silencioso, como si tan solo buscara desaparecer lentamente.

Y aquello había llamado su atención, ella era hermosa, pero más que eso, él había sentido algo diferente al conocerla, porque siempre había sido bueno para leer a las personas pero a Rose le había costado de sobremanera. Como si de hecho algo de por si luchara dentro de ella, y ahora aquella pregunta tan de pronto.

-Mi madre... cuando era joven un hombre se casó con ella, que puedo decir, al parecer era el hombre de sus sueños así que era capaz de hacer lo que sea por él, tanto que acabó dándole su fortuna completa y ella acabó en la calle, por esa razón me dedico a esto, Señora Crawford, odio las injusticias... y más de este tipo- y a pesar de que muchas veces ya había repasado aquella historia está vez, pudo ver que a la mujer a quien se lo contaba no parecía conmovida, como si no le creyera, sin embargo no cuestionó más  y lo dejó pasar.

-Supongo que pronto nos volveremos a ver... enserio fue un gusto conocerlo- había expresado ella mientras sonría.

-El gusto es mío- optó por decir él mientras volvía a extender su mano como despedida.

Y casi al sentir la mano de aquella mujer fue cuando lo supo, casi como si acabara de entender aquello que Rose ocultaba.

No, era una pregunta por amabilidad la que había dado, sino una prueba que ella había hecho, y podría jurar que después de todo, no la había pasado.

¿Pero que significaba eso?

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