Capítulo 1

370K 16.6K 12K
                                    

[En Multimedia: Emma, luego de correr]

"Hoy será un mejor día", me repito tres veces a mí misma con una sonrisa de esperanza en el rostro mientras camino por las pacíficas calles de Valencia, Los Ángeles, California.

Todavía me parece increíble que ha pasado tanto tiempo desde que me mudé a este pequeño pueblo para estudiar Arte en el Instituto de Artes de California (Calarts). Culpo enteramente a mi madre de esto. Insistió que dentro de mí vivía una artista que debía salir a la luz y comerse al mundo entero. No he podido comérmelo todavía, pero concuerdo con ella en que lo mío es el arte y todo lo que se relacione con él.

Todo empezó con un inocente programa de intercambio. Hubo mucho papeleo, entrevistas, un par de movidas de influencias por parte de mamá —que se conoce a todo el mundo— y unos pocos ruegos de mi parte hacia el complejo educativo que ofrece los programas de intercambio. ¿A quién engaño? ¡Les rogué tanto!

Hoy, cuatro años más tarde, tengo mi diploma de Calarts en mano y me he enamorado profundamente de Los Ángeles. El amor es tan genuino que decidí quedarme viviendo acá con Isabella, una total desconocida que me aceptó en su apartamento cuando quise aventurarme en esta ciudad extraña y ahora se ha convertido en la mejor amiga que siempre anhelé tener.

Acelero el paso disfrutando de la brisa vespertina mientras pienso en Isabella. Estoy enormemente orgullosa de ella. Es hermosa, inteligente, fuerte, independiente y ahora se va a casar.

Oh cielos, Isabella Olsen se casa en un mes, ¡y con qué galán!. Se unirá en sagrado matrimonio con Joseph Sinclair, el soltero más cotizado de Los Ángeles, y yo todavía me impresiono cuando caigo en cuenta que no sé cómo rayos lo logró. De todas las mujeres que Joseph ha conocido en sus muchos viajes por el mundo, se enamoró de mi mejor amiga.

Sonrío diciéndome a mí misma que no es nada extraño, Isabella es una prenda de oro y se consiguió un hombre de su altura. El único detalle es que mientras ellos disfrutan de su amor insensato, yo sigo llorando todas las noches por aquel patán desquiciado que dejé en Seattle hace cuatro años, antes de venir a esta hermosa ciudad.

Sacudo la cabeza. "Déjalo ir, Emma, piensa en ti", me regaña mi subconsciente. Sé que hice bien en venir, él no valoró mi decisión y así terminó nuestra relación de dos años con seis meses y tres días. Nunca intentó llamarme o contactarme para arreglar las cosas, lo que me hace suponer no le importo en lo absoluto. En fin, que se muera solo, yo estoy viviendo el sueño americano.

Dejo de caminar pues ante mis ojos se refleja una pequeña ferretería. Al fin he llegado. Caminé un par de kilómetros desde nuestro apartamento buscando una ferretería y finalmente encontré una. Giro la perilla abriendo la puerta, al mismo tiempo que resuena una campanita que adorna la entrada.

Me distraigo viendo unos adornos de madera que se encuentran en un estante y después recuerdo que no tengo mucho tiempo. Isabella me ha pedido que compre cinta adhesiva, la más gruesa que encuentre para sellar algunas cajas. Cajas de mudanza.

Sí, Isabella se casa en un mes, pero se muda anticipadamente a la mansión Sinclair porque están haciendo algunas remodelaciones a su jardín, el cual naturalmente será el lugar de su boda. Lo curioso de todo esto es que, además, usó su súperpoder mutante para persuadirme que me fuera con ella. Traté de hacerle saber que amo nuestro apartamento y que no me molesta quedarme sola, pero ella y Joseph insistieron.

Diría yo que Isabella es una súper suertuda por haberse quedado con el soltero más cotizado de California, pero creo que yo lo soy más porque me gané, sin mover un dedo, ir vivir en la mansión Sinclair.

Factura al corazón © DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora