Conflictos de interés.

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—Ayúdame— Seira le pidió ayuda a Raskreia esa mañana. Una radiante y esplendorosa mañana en los dominios de los elfos de sangre. 

Su amiga termino de colocarse el vestido prestado, alzó la vista. —¿Qué ocurre?— ¿Le iba mal en la búsqueda de un novio? Eso no podía ser posible ¡Era hermosa! Una belleza deslumbrante albina. 

—Voy a cambiar mi uniforme de sacerdote, quiero algo de mejor calidad— le avergonzaba pedir ayuda. Era un sastre tambien pero estaba aburrida de sus diseños, tampoco se sentía del todo bien para una creación. Si necesitaba de alguien que le ayudase. 

—Tu trabajo es muy bueno—. En especial le gustaba el trabajo de su amiga, aunque si buscaba algo diferente debía buscar otro artesano sastre y si conocía a más de uno. 

La albina se sonrojo, orgullosa acomodo su voz —quiero conseguir los materiales y hacer una comisión. Tú conoces mucha más gente que yo. 

Ras sonrió —depende de lo que tú quieras pero deberíamos ir a la subasta a echar un ojo y ver que se esta poniendo de moda o para saber que es lo que quieres— la sacerdote oscura abrazo sus manos.

—¡Me encanta la idea!— Su emoción no callo su curiosidad —¿Por qué vistes así? 

Raskreia se giro para enseñar bien el vestido, ceñido a su figura con un enorme escote en su espalda y mangas hasta medio brazo, rojo y con hermosos bordados de hilos de plata. —Tengo una cita— dijo sumamente confiada.  

De dicha cita dependían muchas cosas en el futuro de su grupo. 

Seira la animo —Te deseo suerte ¡Mucha suerte!


Las palabras de Belnarr se le clavaron al pensamiento de manera persistente, "Entonces tendrás que acostumbrarte al hecho que ella salga con toda clase de hombres, es popular". Esas palabras giraron un sin fin de vueltas en su cabeza. —Es popular— lo murmuró, siempre notó este hecho pero era la primera vez que le pesaba de alguna manera. Fue derribado por un comentario casual que no buscaba incomodar o molestarlo. 

Se sintió persistentemente desagradable el resto del día. Con la cabeza bloqueada termino yendo a la posada más temprano de lo habitual. Se derrumbo en cuanto estuvo en soledad. Esperaba pernoctar solo en la habitación hasta que su voz lo despertó, solo la escucho murmurar. 

—¿Qué haces aquí?— preguntó sentándose a toda velocidad desorientado. 

No tenía noción de que hora era, la construcción elifica no tenían ventanas por donde pudiese entrar luz de día o de noche, como los muros eran sólidos y la temperatura era constantemente calida y agradable por lo que no había forma de saber del trascurso del día. 

La elfa estaba en la habitación, llevaba sus ropas casuales: blusa, pantalón y botas de cuero. Guardaba unos documentos en su alijo, varias cartas con sellos. —También es mi habitación ¿Recuerdas?

—Pensé que no volverías esta noche— dijo ocultando su malhumor. 

El silencio se interpuso entre los dos. —No he comido, bajemos a comer. 

Qué clase de cita tuvo donde no pudo comer nada. Frunció el ceño mientras lo pensaba. —Bien.

—Pareces de malhumor o es mi imaginación— ella lo observó detenidamente mientras se colocaba un abrigo.

—Son imaginaciones tuyas. 

Sus grandes ojos dorados lo vieron a detalle, cuando estaba malhumorado sus rasgos se intensificaban, se podía ver más su mandíbula fuerte, nariz recta y esas cejas gruesas en linea, además de que esos cabellos caían enredados de sus cuernos, Ras se acerco sentándolo en la cama, este dudo por un momento hasta que las manos de ella fueron a su cabeza directamente. Peinó su cabello, lo aliso con sus dedos y luego lo trenzó en varias partes quitándole el cabello del rostro. 

La criatura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora