Cosmo: Una Decisión Difícil

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Después de la presentación de mi hija a la corte y a mi familia, el tiempo que estuvo Aryana aquí transcurrió tan rápido que no me fijé que ya tocaba la hora de irse. Aunque haya dejado a su madre como niñera de Luna, los tres sentimos una gran pérdida. Verla marchar siempre es duro para mí, un trozo tan primordial de mí se va con ella. Aunque me haya reconciliado con mi padre jamás olvidaré lo que nos hizo.

 Semanas después que se fue Aryana, la hermana de Seth pudo venir. Después de las proclamaciones de las provincias, ella se había quedado con las tierras del sur. Es bien sabido que por esos lados la tierra es inhóspita, vacía y sin gracia a excepción de los páramos helados; la tierra de nadie, como es conocida. La señora Irami pudo controlar una parte pero se le ha mostrado una gran oposición.

—Gracias por venir —le indico que se siente, ella está vestida con su típico traje de guerra. Un corsé de cuero, camisa negra ceñida, pantalones de hombre a su medida con un abrigo también negro que le cubre la cabeza.

—Por favor dejemos de esa charlatanería y ve al punto de una vez —deja su vara de metal en la mesita de mi estudio.

—Quiero negociar contigo de los dominios de los páramos helados.

 Ella se hecha a reír descontroladamente.

—Es en serio lo que te estoy diciendo —le corto.

—Definitivamente eres de la misma calaña que la insulsa de Laila —comenta despectiva.

—Sin ofendernos —le aclaro.

—¿Sin ofensas dices? —centra su mirada en mí—. Quieres que te entregue gran parte de mis tierras así sin más ¿y dices sin ofensas?
 
—No busco ofenderla —me siento al frente de ella—. No quiero que me las entregue, lo que le pido es que mi hija las herede y gobierne sobre ellas.

—Por supuesto que no —me taladra con la mirada y con la mente—. La región del sur las gobierno yo, si quieres que gobierne algo dales de las tuyas.

—Con mucho gusto lo haría sino fuera por el hecho de sus poderes.

—¿Qué pasa con eso? —pregunta indiferente.

—Ella ha desarrollado gran afinidad al frío, puede congelar cosas…

—¿Por esa ridiculez me hiciste venir? —pregunta furiosa.

—Yo no controlaré esas tierras…

—No, pero lo hará la niña mimada que hace pequeños copos de hielo con su manita —se pasa la mano por la frente—. No sé en qué momento Seth permitió esto.

—¿Qué quiere que le dé para que mi hija sea la gobernante y unificadora de los paramos helados?

—Es divertido que pienses que tu hijita pueda conquistar a esa gente —me mira divertida.

—Yo la entrenaré…

—Y se encontraría con su madre en el inframundo en el momento que ponga un pie en ese lugar —me mira desafiante.

—En ese caso puede entrenarla a una temprana edad para el trono de esa región —le propongo.

—Yo no entreno a las personas para el trono —declara—, eso lo hace mi madre. Yo entreno soldados, y dudo mucho que quieras que tu amada hija sea un soldado.

—No hay un rey que no haya sido soldado antes —comento.

—Antes era así, ahora cualquiera que posea más de tres leguas se cree el rey del universo.

—Yo le enseñaré lo que tiene que saber, de cómo debe gobernar un reino y usted le puede enseñar a como conquistarlo.

—Todavía no he aceptado —puntualiza.

—Como lo veo —me levanto y busco la jarra del vino con dos copas—. Es una ganancia para usted, ella le controla ese reino, que por lo que tengo entendido usted no lo tiene del todo dominado. Se lo conquista y gobierna, quitándole un gran peso de encima.

—Para ser claros —ella se sirve una copa de vino—, no he aceptado, pero lo pensaré. Y para pensarlo mejor, me llevaré a su hija a los catorce años con sus disque poderes ya dominados a la perfección.

—Dieciséis años —contraataco.

—Quince años y lo pienso —ella me observa decidida.

—Acepto —extiendo mi mano hacia a ella. Ella la estrecha y se larga.

—Ahora toca lo difícil —hablo para mí.

—Decirle a Aryana —contesta Lilith en la puerta.

 Ya cuando Luna está por cumplir un año de edad, Aryana llega otra vez al mundo de los vivos. Pasa el día completo atendiendo a Luna en todo lo que ella quiera, Luna no la reconocía mucho al principio, pero a un ritmo un tanto lento Luna volvía a conocer a su madre. Aryana le canta una canción de cuna mientras que sostiene a Luna en sus brazos, ya estando a punto de quedarse dormida, Aryana la acuesta en su cuna con extrema delicadeza.

—Es tan hermosa —la mira un rato largo dormir. Ella se aleja de su hija dolida.

—Tenemos que hablar sobre la niña —le tomo de la mano y la llevo a la habitación de la reina para evitar que los posibles gritos de mi esposa levanten a mi hija.

—¿Sobre qué mi amor?

—En tu ausencia hablé con Irami sobre el futuro de Luna —le suelto.

—¿Por qué hablaste de eso con ella? —pregunta confundida.

—Debido a los prematuros poderes de Luna y a que se debe planear desde ahora su futuro.

—Si piensas alejar a mi hija lejos, te digo de una vez que no —exclama tajante.

—Irami aceptó en enseñarle a conquistar los páramos…

—Luna no se irá de aquí y mucho menos se planeará un futuro que te convenga a ti en vez de ella.

—Yo no estoy diciendo que me convenga —intento hablar calmado—, lo que quiero que entiendas que nuestra hija es una princesa y por ende…

—Se planea un futuro donde ella no tiene ni voz ni voto. Que curioso y dices que no quieres parecerte a tu padre, pero haces lo mismo que él hace.

 Mi rostro se comprime por esa comparación.

—No soy mi padre…

—Entonces no actúes como tal  —se cruza de brazos—. Luna crecerá como una princesa si a eso te refieres, pero cuando ella tenga una edad que pueda tomar sus propias decisiones y si ella quiere ser reina de los páramos o de los cerdos esa va a ser su decisión. Porque yo no quiero que en un futuro crezca con resentimiento de que nosotros nunca le dimos la oportunidad de ser lo que ella quería.

 Dicho eso, se va dejándome solo en la habitación. Cuando llego a la cama, ella duerme dándole la cara al lado de afuera de la cama y no mirando a mi dirección. Ya adentro la atraigo hacia mí y me quedo dormido.

 Ya adentro la atraigo hacia mí y me quedo dormido

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El Nacimiento De Un Imperio [II Libro De La Saga Dioses Universales]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora