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Su Omega estaba encogido en su interior ante la presencia imponente de su padre, el aura dominante de su progenitor era demasiado espesa y asfixiante que tenía miedo de emitir algún sonido en su presencia.

Tenía miedo.

No lo había visto tan tranquilo en mucho tiempo y eso lo ponía más nervioso y temeroso por lo que podría sucederle, la mirada penetrante de su progenitor no abandonaba su mirada desde hace varios minutos y parecía atravesarlo con ella,  los oscuros y profundos ojos de su padre parecían analizarlo detenidamente, con detenimiento y sumo cuidado.
Acompañando el silenció con sus dedos repiqueteando una y otra vez contra la madera café de la mesa, con movimientos que parecían no tener fin ,poniéndolo más ansioso y nervioso.

¿Por qué su madre se tardaba tanto en bajar?

Era hora de que ambos se fueran a casa de sus abuelos y lo dejarán solo como era costumbre, pero parecía que en esta ocasión no querían irse, su madre llevaba mucho tiempo allá arriba, cuando siempre era la primera en estar lista, quería ir a verla o apresurarla para que se fueran pero no tenía la autorización para ello. Bajo la mirada a los lustres zapatos de su padre buscando una forma de evadir su mirada.

— ¿Cuánto te falta para terminar la escuela? — se encogió en su lugar al escuchar la pregunta proveniente de su padre.

— Un año, padre. — se apresuró a contestar evitando un regaño por su lentitud al responder, su padre odiaba las tardanzas y los titubeos.

¿Porqué preguntaba por la escuela? Nunca lo hacía y si lo hacía le daba el uso de la palabra a su hermano mayor, por ser alfa y su hijo favorito. El orgullo de la familia como siempre lo daba a conocer a la hora de cena.

— Es momento de que te cases, el tiempo se te está escapando de las manos y menos probabilidades tendrás de encontrar un alfa que quiera formar una familia contigo. Cuando regresemos del viaje hablaremos de eso, uno de mis amigos está interesado en desposarte.. tenlo en cuenta.— tembló de miedo al mirar a su padre levantarse del sillón, como reacción apretó los puños sobre sus rodillas de impotencia ante la noticia que le acababa de revelar su padre.

¿Estaba pensando en casarlo con uno de sus amigos?

Su Omega se encogió en su interior al verse acorralado y sin salida ante la imposición de su progenitor, ya estaba decidido.
Su padre ya había tomado la decisión de qué hacer con su vida y no podía oponerse a eso aunque se negara a ello, debía aceptarlo sin negarse o de lo contrario le sucedería lo mismo que a Seokjin, su hermano Omega que nadie sabía de su paradero.

Él no sabía de su paradero desde hace años, lo extrañaba con todo el alma pero nadie tenía permitido mencionar su nombre, su propio padre había dicho que Seokjin había muerto para él desde el día en que sucedió todo.

No recordaba perfectamente que sucedió en ese entonces, se le prohibió saber del tema, pero sabía que era un tema delicado, demasiado que su padre había negado su existencia y prohibido hablar de el en su casa.. o frente a sus familiares.

Solo sabía que debía obedecer a su padre para evitar que le hicieran lo mismo que a su hermano. Con la mirada empañada y las piernas temblorosas se levantó de su asiento, sus padres estaban a unos pasos de él advirtiendole que se portará bien en su ausencia, de lo contrario las cosas se complicarían para el, recordándole que debía comportarse como un Omega decente y de buenos valores como su familia le había inculcado.

Escucho la puerta cerrar se detrás de la espalda de su padre al salir de la casa dejándolo solo y lleno de preocupación, incertidumbre, miedo y desamparo.
Su vida había terminado, una vez que llegarán sus padres probablemente hablarían con el que sería su 'prometido' para pactar su matrimonio, si no es que ya lo hicieron con anticipación.

Tenía miedo de solo pensar en ser entregado a alguien que desconocía, a alguien como su padre, si bien nunca les faltaba nada vivían bajo su mando y dominio, regidos por sus reglas e imposiciones las veinticuatro horas del día, controlaba su forma de vestir, caminar y de pensar. Si no fuera por la escuela su mente estaría amoldada a la de su padre.

Con pasos temblorosos regreso su frágil y cansada figura a los sillones de la sala, al que anteriormente estaba sentado, sus lágrimas seguían bajando espesas de su mejilla y sus manos no dejaban de temblar, tenía miedo, miedo de lo que le sucedería. Miedo del futuro que su padre ya tenía marcado para él.

Se abrazo a si mismo, llorando, dejando que las gotas de agua salada mancharan sus mejillas que rosas y húmedas se mantenían. Dejando que el tiempo pasará tras el reloj y que en consecuencia terminará por dormirse en la misma posición.

Tiempo después despertó a causa de varios golpes a la puerta, insistentes y llenos de fuerza, medio dormido y desconcertado se encamino a abrir la puerta de su casa, donde para su mala suerte se le olvidó que debía limpiarse la cara, arreglarse un poco el cabello y el punto más importante, que su compañero de trabajo estaba ahí.

— Creí que me había equivocado.— se sentía intimidado por la presencia del alfa frente a él y por la forma en que le estaba hablando, sin formalidad entre ellos, sin los toques de etiqueta que le había enseñado su madre para el momento en que tuviera la oportunidad de hablar con un alfa.

— Adelante.— permitió asiendo se a un lado dejando que el alfa entrara a su casa, un lugar sagrado para su familia y prohibido para cualquier persona extraña a su círculo familiar.

— Gracias, tengo algunas ideas en las que podemos basarnos para realizar la investigación.— guío el camino a la sala donde estarían todo el rato que los llevaría hacer el trabajo.

Mantuvo en todo momento su distancia y  espacio alejado del alfa, sentándose frente a él pero sin estar cerca.
Hablaron un poco sobre los puntos claves que tendrían que desarrollar al igual que como se dividiria el trabajó, agradeciendo enormemente que su compañero de equipo fuera muy responsable y dedicado al estudio, inteligente y decidido a realizar la actividad, algo que no había visto en ningún otro alfa, lo poco que sabía de ellos eran cosas algo diferentes a lo que estaba viendo en su compañero.

Pasaron horas y horas buscando información, sintetizando lo más importante y estructurando cada parte que debía ser entregada en su trabajo, haciendo que el tiempo se les fuera volando y que para su desgracia no se percataran que afuera una tormenta fucaía sobre la cuidad.

Lluvia torrencial que impedía transitar por las calles de la metrópoli.

— Solo nos falta la conclusión.— informó tecleando en la computadora la última oración que faltaba del tema en el que estaba trabajando.

— Sip, no fue tan difícil.— escucho a su compañero opinar, pero no sé atrevió a milarlo. — ¡Maldición! Son las once de la noche..— sorprendido miro la hora en la pantalla frente a él afirmando lo que el alfa decía.
Eran las once diez de la noche, cerca de media noche.

¿Cómo paso tanto tiempo?

¿Por qué no se dieron cuenta del tiempo que llevaban ahí?

Desconcertado miró como el alfa se apresuraba a guardar sus cosas, demasiado apresurado y con torpeza.

Cerro su computadora siguiendo los pasos del alfa que parecía correr rumbo a la salida de su casa.

— ¡Joder! — gruño el alfa apenas abrió la puerta, un enorme rayo alumbró todo a su alrededor seguido de un trueno y más lluvia incesante le siguió.

— Todo indica que no va a parar por ahora.— susurro temblando de frío.

— Tendré que esperar a que pase la tormenta.

Confusión de vida -Yoontae-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora