I. El reencuentro

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𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑨𝒅𝒉𝒂𝒓𝒂:

Después de meses al fin vuelvo a casa...

Al principió recuerdo que quería quedarme en Escocia junto a mi abuela, pero después de una semana decidí viajar a EE.UU. para ir de vacaciones con mis padres. Lastimosamente al estar tan lejos no pude enviarle lechuzas a las chicas o a Oliver. Hablando de Oliver, ¿Como estará él? Aún seguirá con su obsesión al Quidditch, eso seguro. Tendré que preguntarle cuando llegué al tren. De todos modos, Estados Unidos es un país lleno de gente interesante. Y aunque me divertí mucho, no veía la hora de volver a Hogwarts. Sin dudas, Septiembre era mi mes favorito de todos los años.

Ahora me encontraba yendo hacia King Cross. Mi abuela había comprado un auto muggle hace poco y cada que podía me llevaba sobre él. Yo tenía miedo porque esa mujer encantaba el auto de tal forma que parecía un rayo por la velocidad. En cuanto estacionó, cosa que le tardó como veinte minutos, sacamos el equipaje del transporte y caminamos tranquilamente adentrándonos en la estación.

- Siempre lleno de muggles este lugar - Se quejó mi abuela, a lo cual reí suavemente.

- Si abue, es una estación para muggles - Le contesté siendo obvia. Así era nuestra relación.

Nos detuvimos entre el andén 9 y 10. Ella pasó primero al andén 9 3/4, después entré yo. Como siempre ningún muggle sospechó, ellos nunca ven nada. Al llegar, casi choco contra unos niños de primer año, ¿Ya será una costumbre chocar con niños menores que yo el primero de septiembre? Caminé hacia el tren, en unos minutos partiría hacia Hogwarts.

- Hazle caso a tus profesores y no te metas en líos, tampoco quiero recibir una carta de Albus Dumbledore diciendo que te expulsaron, ¿De acuerdo? - Me dijo mi abuela mientras me acomodaba el cabello, peinandolo como podía. ¿Desde cuando tan amorosa, mujer?

- De acuerdo, prometo portarme mal - Me dio un pequeño golpe en el hombro mientras yo me reía. 

Durante las vacaciones ella también había viajado a Estados Unidos lo cual, de alguna forma u otra, había reforzado nuestra amistad. No me quejaba, pasaba la mayor parte del tiempo con ella así que mejor abrazarnos que pegarnos.

- Perdón, me equivoqué de discurso - Dije como si tuviese varios preparados para mentirle. Ella me volvió a pegar pero esta vez más fuerte - ¡Auch! ¿Así es como tratas a tu nieta? - Me sobé el brazo, adolorida. Mi abuela me sonrió de lado, ahora más tranquila. Aproveché para despedirme - Te amo.

- Y yo a ti, ahora entra que se te hace tarde - Asentí con la cabeza y entré. Por las ventanas la saludé por ultima vez y seguido a eso dejé mi equipaje a un lado para buscar un vagón en donde sentarme.

Pasé por varios hasta que, de lejos, vi como Camila y Allison se metían en un vagón a solas. Me apresuré a caminar empujando a unas cuantas personas en el camino, y cuando ya estaba en la puerta la abrí de golpe sobre-exaltandolas.

- ¿Me extrañaron, perras? - Saludé con una sonrisa juguetona en el rostro. Al verme saltaron de sus asientos para abrazarme casi que al instante.

- La verdad es que no te extrañamos ni un poco - Dijo Camila mientras nos sentábamos, ahora más calmadas.

- Se notó - Reí abiertamente.

- ¿Como estuvieron tus vacaciones? - Preguntó Allison con curiosidad.

- Geniales, visitamos muchos lugares y conocí a estudiantes de Ilvermorny. Me divertí mucho - Admití sonriendo. Como dije anteriormente, me divertí, pero nada se comparaba con volver a verlas - ¿Y sus vacaciones?

- Camila estuvo varios días en mi casa y jugamos Quidditch con mis primos, la pasamos bien - Sentimos como el tren se empezó a mover, miramos por las ventanas y saludamos a nuestros familiares por última vez.

Nos pasamos un largo rato hablando sobre las vacaciones y sobré los objetos que trajimos para hacerles bromas a los de primer año. Luego pasó el carrito de dulces y aprovechamos para comprar algunas cosas.

- ¡Ah! Casi se me olvida - Agarré mi bolso y busqué entre mis cosas hasta que encontré unas paletas con forma de la bandera estadounidense -, con un hechizo de congelamiento las mantuve frías durante todo este tiempo. Los estadounidenses están tan orgullosos de su país que crean dulces con forma de banderas - Le dí una a Camila, una a Allison, una la dejé sobre el asiento para comerla mas tarde y las dos que me sobraban las guardé en el bolso.

- ¿Las que sobran son para Oliver, verdad? - Preguntó la pelinegra elevando las cejas una y otra vez de forma coqueta.

- Y para Mateo - Asentí con una leve sonrisa, ya sentía mis mejillas enrojecerse.

- Llevasela - Dijo Allison con emoción, ellas nos shippeaban más que nosotros mismos.

- Prefiero quedarme con ustedes, hace mucho no lo veo y estoy nerviosa - Admití acomodándome en mi asiento.

- No seas tonta, Adhara. Llévales los dulces - Las miré durante unos segundos dudando si ir o no. Hace mucho no lo veo, cosa que me pone los pelos de puntas, pero finalmente agarré mi paleta y las paletas de los chicos.

Salí y comencé a caminar buscándolos, por lo general les gustaba sentarse en los últimos vagones, entré los chicos de séptimo y los prefectos. Al encontrarlos me tomé un segundo para respirar antes de entrar. ¿Qué pasa si ya no le gusto? Los gustos cambian en meses. ¿Y si prefiere estar con su amigo en el tren sin que lo molesten? Entré en crisis, tengo que tomar una decisión rápida ahora. ¡Bien! Voy a entrar. Abrí la puerta, ambos me miraron, Oliver estaba igual que el año pasado, su cabello bien cortado y su ropa prolija, leyendo una nueva edición de "Las nuevas leyendas del Quidditch".

- Vendó una paleta por un beso - Dije estirando la mano y ofreciéndole la paleta. Por un momento pensé que quedaría colgada, pero sonrió de oreja a oreja y se levantó de su asiento.

- ¡Adhara! - Se acercó y me rodeó con sus brazos. Me levantó unos centímetros y comenzó a dar vueltas como un loco, haciéndome reír en el proceso. Cuando me bajó tomó mi rostro entre sus manos con una leve sonrisa, en silencio.

- ¿Y? ¿Me vas a comprar o busco besos en otro va...? - Me interrumpió con un beso, lleno de ansias y mariposas.

- Te extrañé - Susurró cuando nos separamos. Sus ojos brillaban tanto que podría quedarme paralizada viéndolo. Sonreí tanto que me dolía la cara.

- Yo igual - Ambos nos sentamos. Le di la paleta, él la miro y sonrió -. También te traje para ti - Le di una paleta a Mateo.

- Gracias, ¿Te pago con un beso? - Oliver le pegó una patada y lo fulminó con su mirada. Ambos reímos por su expresión de enojo.


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 Buenas! Por fin, después de un mes sin actualizar esta historia, vuelve Anyway junto con Adhara y Oliver. Espero que disfruten esta segunda edición y no queda mucho mas por decir

Gracias por leer! <3

𝐀𝐧𝐲𝐰𝐚𝐲 │Oliver WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora