Cincuenta y tres

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Crawford Kim Rose

Había sido una cena larga, sin embargo a pesar de estar por tanto tiempo en un mismo lugar absolutamente solos, Rose se había cuestionado acerca de lo extraño que era permanecer juntos trabajando por algo igual sin siquiera saber nada del otro.

Porque incluso si realmente podía sentir que permanecer alado del Abogado Osaki le daba acceso a conocerlo un poco más, de primera mano había visto lo reservado que era.

No hablaba mucho, y su profesionalismo era intachable, así que ella no podía saber cual sería el momento ideal para volver a probar que tan confiable era. Pero de todas maneras el tiempo se acortaba. Y a pesar de no saberlo, tenía que intentarlo.

Agregándole a eso que aún quería descubrir la razón exacta por la que la señora Yang se lo habría recomendado.

Era un abogado que lucia mucho más joven que ella y también era invicto en todos los casos que había participado.

Pero lo que más le había llamado la atención a Rose era que no era un abogado más, estaba especializado en casos penales, con los cuales había iniciado, pero ahora, se dedicaba a divorcios de parejas con dinero.

¿Qué significaba eso? ¿Qué había cambiado en el proceso para él? Y más que nada ¿La ayudaría?

-¿Desde cuando lo planeo?- había preguntado sacado a Rose de sus pensamientos para mirar aquel hombre confundida, pero no tenía que pasar mucho antes de acomodar el rompecabezas, volviendo a la realidad y más que nada a los documentos que ahora él tenía en sus manos-A lo que me refiero es que esta es información muy bueno, no hay forma de dudar de las acusaciones... de hecho jamás había visto un caso tan completo- y si que lo había sorprendido notar lo que ahora estaban en sus manos, el caso y las pruebas del hermano de Rose -Expreso que tiene testigos y las cuentas de transferencia a los fiscales que lo encubrieron, este es un caso... Rose- dijo mientras levantaba la vista de su computadora hasta la chica, llamándola por primera vez por su nombre -Siento tanto lo que te paso -Al ver los documentos Rose había podido notar la emoción del casi en aquel hombre sin embargo, había sido inevitable, tener que pasar por aquel acontecimiento fatal para entender todo lo demás, había pasado hace tanto tiempo y solo hasta ese momento alguien había podido dar un pésame como aquel.

El abogado Osaki no conocía a Rose, ni a su hermano, sin embargo sabía más que muchos otros que se llamaban sus amigos, y se había tomado el tiempo de lamentarlo incluso cuando ya no podía significar nada, pero por extraño que aquello pareciera, Rose se había sentido agradecida con sus palabras.

Fue ahí cuando ella pudo ver por primera vez una pieza de humanidad en el rostro de él.

-¿Podrías hacerlo?- había cuestionado ella, dejado de lado todo lo demás, por que a pesar de que eso le había inspirado confianza debía dejar de perder el tiempo.

-Claro que lo haría- había respondido sin dudar.

-Incluso si le digo que esto no podría resultar bien, si cada una de estas cosas podría acabar en desastre, ha visto lo fácil que fue para todos ellos ocultarlo, así que sería simple volver hacer.

-Rose-había dicho el hombre -Por que decírmelo ahora, dije que la ayudaría y lo haré... pero, no entiendo por qué decírmelo ahora y no antes.

-Abogado Osaki, si le soy sincera, es difícil confiar en las personas, es un caso muy delicado para mí y a pesar de que aún no se si puedo confiar en usted, debo apresurarme, ha leído los apellidos, y debe saber al tipo de personas que nos enfrentaremos, será complicado, así que ¿lo hará?

-Supongo nunca es tarde para ser sinceros- había dicho -Claro que lo haré... y haremos hasta lo imposible para ganar.

Sin embargo lo que Rose no sabía era porque, ella ni él aún podían entender que era lo que significaba todo eso.

Como un pasado que aun no se conocía podría unir a dos personas, como secretos ocasionarían que la unión de dos personas significara algo más.

Él al conocerla había notado su belleza, sin embargo lo que realmente le había llamado la atención fue cuán reservada era, y Rose al conocerlo había decidido que sería él quien llevaría aquel caso.

Rose se había prometido así misma no volver a confiar, ni siquiera en su misma sombra.

Pero Jin, a quien le había podido revelar toda la verdad, quien entre lágrimas le dijo que la apoyaría, le había hecho sentirse más segura, era ingenua, pero siempre lo había sido y ahora ella solo sentía que el tiempo se acababa, que todo parecía ir cuesta abajo.

Jin estaba con ella, pero aún cuando la persona que más le importaba sabía lo que haría, se sentía mal, dolía saber que tan de pronto podría convertirse en una villana.

Que arruinaría, mucho, se odiaba, pero se odiaría mucho más si no lo hacía.

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