A pesar de que todo parecía estar yendo demasiado bien como para ser real, había cierto problema que no debía ser ignorado. Creo que habíamos intentado dejarlo pasar con todas nuestras fuerzas para así no eliminar la magia que se había creado entre nosotros dos desde que nos habíamos casado, pero había una pequeña parte de nosotros que nos indicaba que no estábamos bien. O bueno, que no estábamos genial como antes. La cosa era que teníamos que hacer algo con Paul Robertson y la peor parte, también teníamos que hacer algo con su padre.
Y es que Robert genuinamente merecía un castigo por todos los pecados y despropósitos cometidos, pero a mí me ponía enferma el simple pensamiento de ejecutar a un hombre tan enfermo y anciano como él. Aunque hubiese sido alguien malvado y despiadado en el pasado, deseaba verle con otros ojos aunque no fuesen los de la pura verdad.
Estábamos en la sala de tronos, absolutamente solos mientras nos mirábamos intentando buscar una solución ante los problemas que debíamos haber resuelto mucho tiempo antes. Louis estaba de pie justamente en frente de mí, moviéndose de un lado a otro con la mano puesta casi de forma tímida por debajo de su barbilla.
—Podemos simplemente dejarle en los calabozos hasta que muera —sugerí, sintiéndome como la persona más despreciable del mundo al estar hablando así de un hombre y no de un despreciable animal. Odiaba la justicia. Odiaba que algún día alguien pensase que para mí estaba bien acabar con la vida de alguien a mi antojo—. De todas formas está enfermo. No durará mucho más que unos cuantos meses.
En ese momento me sentí como si toda mi humanidad estuviese directamente siendo drenada fuera de mi cuerpo. Como si no fuese más que una mujer sin vida a la que no le importaba en absoluto el destino de la gente.
Y lo cierto era es que no debía hacerlo. No debía importarme cuando se trataba de alguien que había sido capaz de hacer tanto daño y causar tanto sufrimiento; sobre todo a la persona que más quería.
—Se merece algo mucho peor —replicó sin siquiera mirarme, con su cuerpo ligeramente inclinado hacia la ventana que mostraba el paisaje verde y frío de las afueras del palacio de Winchester—. Se merece sufrir tanto como le hizo sufrir a mi madre.
Yo apreté la mandíbula lo máximo que pude y miré al suelo, sintiéndome casi abrumada ante la aparente confirmación de que Louis y yo no íbamos a estar de acuerdo todo el tiempo. Porque no éramos iguales. A veces incluso ni siquiera nos parecíamos. Y supongo que esa era la razón por la cual nos habíamos convertido en inseparables.
—Lo sé —murmuré. Pero en el fondo de mi corazón sabía que no. Que no lo sabía. Que no tenía ni la más remota idea—. Pero pienso que deberíamos centrarnos en la condena de Paul, de su hijo. A fin de cuentas, Robert ya no tiene absolutamente nada que perder.
Louis entonces me miró con una expresión incrédula, como si mis simples palabras le estuviesen poniendo enfermo.
Lo cierto era que me sentía fatal por estar opinando acerca de una situación que no tenía nada que ver conmigo. Por estar juzgando un dolor ajeno, un dolor que no había vivido. Pero ese era mi trabajo, ¿no? Ese era mi deber y por mucho que ardiese debía llevarlo a cabo como si fuese cualquier otro asunto de la corona, sin dejar que influyese lo que sentía.
—¡Debemos hacer justicia también con Robert, Portia! —exclamó, perdiendo la paciencia con un tema que era tan extremadamente delicado para él—. ¡Él no es ningún santo!
Yo abrí los ojos como platos y me levanté del trono, incapaz de encontrar las fuerzas para replicarle cuando tenía toda la razón del mundo. Pero yo... yo estaba aún tan desesperada con la ejecución de Richard que incluso había días en los que ni siquiera conseguía dormir. No podría aguantar otra muerte más. Y cargar con dos ya sería demasiado, cargar con dos me mataría.

ESTÁS LEYENDO
ARGAMASA ; timothée chalamet
Historical FictionLa luz del mundo, eso era él. La persona que le había dado sentido a mi vida, aunque al final hubiese sido mi condena. Nuestra condena. Hubiese rechazado cientos de palacios, coronas y títulos por verle tallar aunque fuese simplemente una de las an...