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¡Hola!, otro capítulo del pasado, sí, pero esta vez le toca a Luisita y a Leonor. No sé por qué pero me encanta meter mi propia versión de estos personajes. Tengo que decir que a Lola no la conozco mucho, solo lo que decían en Amares de ella y poco más, así que no lo tengáis en cuenta. Espero que no se os haga muy aburrido, de verdad, pero es necesario para desarrollar bien la trama de Leonor y todo lo que va a desencadenar en Luimelia. Quizás vaya todo un poco lento, pero al final, se trata de un slow burn y Los mejores platos se hacen a fuego lento, jeje.

Por cierto, me hice una cuenta de twitter para comentar Luimelia y subir cosas de los fics etc, si me queréis seguir, estaría súper guay, (quizás caiga algún adelanto de la ley del desorden jeje) >> es: @ameliascurls ❤️

CAPÍTULO OCHO.

El teléfono sonó en Barcelona a las dos y media de la mañana. Se la jugó, más de lo que debería, frente a la esperanza de que fuese su hermana la voz que apareciese al otro lado de la línea. Era una llamada de despedida.

El estruendo recorrió el segundo piso de la residencia. El teléfono estaba fuera, era de uso común y podría ser cualquiera. Solo una pequeña luz de emergencia lo iluminaba; vibrando ante la energía del tono. Cuando se cortó, lo intentó otra vez.

Fue Ágata, que tenía un sueño bastante ligero, la que se aventuró a cogerlo. Sus pisadas descalzas recorrieron el pasillo hacia la habitación de Luisita cuando supo de lo que se trataba. La despertó con un pequeño movimiento. Y no dijo mucho más a parte de que era urgente. Una llamada urgente.

También lo fueron sus pasos; que recorrieron el pasillo obviando la prudencia de las otras dos muchachas que la acompañaban. A riesgo, de que Doña Lola se despertase, Luisita alcanzó el aparato con la respiración entrecortada.

— ¿Leonor? —esperó no haber llegado demasiado tarde. Había movimiento al otro lado.

— Luisita, escucha, no tengo mucho tiempo—dijo. La rubia dejó caer el peso de su cuerpo contra la pared, aliviada, al escuchar su voz.

— ¿Qué ha pasado?, ¿Está todo bien?, ¿Estás bien? — su cabeza era un caos. Demasiadas incógnitas. Demasiadas posibilidades. Leonor se quedó en silencio al otro lado, como si realmente no tuviese su respuesta preparada. Aunque sabía qué era exactamente aquello que tenía que decir:

— No puedo explicártelo, Luisa—respondió finalmente. Le hubiese gustado contarle todo a su hermana pequeña. Pero lo mejor para ella era que se mantuviese fuera de todo aquello. Quizás, la situación se solucionase en esos años que le quedaban en Barcelona—. Pero ha pasado algo. Joder, tenemos que irnos lejos.

Mil y una preguntas. Y la respuesta se iba a ir al otro lado del mundo. Porque tenía que irse y Luisita se sintió de algún modo huérfana. No necesitó mucho más para darse cuenta de que estaba a punto de perder a su hermana mayor, y el final de aquella llamada se avecinaba. Era urgente y rápida. Impotencia. Porque le hubiese gustado decirle muchas cosas. Pero se quedó paralizada en medio del shock, así que fue Leonor la que habló:

— Luisi, solo tengo dos minutos—Escuchó un fuerte pitido. Quizás era menos—. Pero por favor nunca, nunca, nunca, dejes que nadie te haga de menos. Vas a ser una abogada increíble y estoy muy orgullosa de ti, ¿Me escuchas?

Asintió. Aunque no pudiese verla, Luisita asintió. La estaba escuchando demasiado bien. Pero no podía decir nada. Porque si hablaba se rompería a llorar. Entonces, no podría decirle adiós.

— Quiero que luches. Como nos han enseñado papá y mamá. Y que cuides de Mery, de los demás también, pero sobretodo de ella... —Luisita sonrió de medio lado, sabía muy bien por qué lo decía—. Ya sabes que aunque vaya de tía dura, es una blanda en el fondo. Dile que la quiero, ¿Vale?

la ley del desorden | luimeliaWhere stories live. Discover now