Capítulo 12: Explicaciones

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- ¿De qué secreto hablas? - actuó como si no supiera de qué estaba hablando mientras se dirigía a la cocina. Ella empezó a preparar un poco de té y prosiguió a sacar las tazas.

- Una, no me mientas - el agarró su rostro entre sus dos manos con delicadeza. La chica suspiró y tomó las manos del chico, las apartó mientras miraba al suelo.

- Te explicaré lo que sucede, pero no puedo darte muchos detalles, porque ni yo misma entiendo del todo lo que me pasa - él asintió. Se sentaron a tomar el té en la pequeña mesa del comedor.

- Provengo de una familia no muy extensa cuyos orígenes yacen en Jappon. El primero en experimentar los síntomas fue mi tatarabuelo tras haber regresado de su entrenamiento en las montañas. No logró sobrevivir, por lo que falleció 2 meses después de su regreso. Esto continuó con las siguientes generaciones; mi bisabuela, mi abuelo, mi madre y ahora yo.

Mi abuelo fue el único que pudo controlar los malestares y logró seguir viviendo hasta que murió de un paro cardíaco. Nunca supieron qué fue lo que le pasó a mi tatarabuelo en las montañas, pensaron que había sido un simple resfriado y que se recuperaría.

Los demás miembros que estuvieron bajo el dominio de los síntomas tampoco pudieron descubrir la causa. Hay algunos que piensan que estamos malditos, es por ello que mis padres decidieron mudarse a Yorkshin. Creían que el cambio de ambiente y el alejarse de nuestras raíces mejoraría la situación, pero no fue así. Eventualmente mi madre falleció y la maldición se apoderó de mi. Eso es todo lo que puedo decirte - Chrollo escuchó su historia con atención y cuando finalizó, le agarró la mano.

- Encontraré la causa, te lo prometo - Una le regaló una sonrisa, pero esta vez, esa sonrisa que tanto le gustaba a Chrollo mostraba tristeza. El azabache besó apasionadamente los rosados labios de su pequeña ave, tratando de que se olvidara de aquello que ella llamaba "maldición" con cada beso que le robaba. Los besos continuaron entre las sábanas de la cama y en esa noche de luna menguante la hizo suya.

Los días habían pasado; Una regresó a trabajar, Chrollo se fue a una misión y dejó a Hisoka a cargo de proteger y vigilar a Daidoji. La campana de la tienda de libros sonó y la chica fue a atender al cliente que había llegado. Para su gran sorpresa era un pelirrojo que la comía con la mirada.

- Konnichiwa - saludó alegremente el arlequín.

- ¿Vienes a pelear nuevamente conmigo? Porque si es así, no estoy de humor - Daidoji dio la vuelta para regresar al estante que estaba arreglando. Morow la siguió de cerca y la acorraló entre su cuerpo y el estante.

- ¿Estás de humor para que grites mi nombre? - no dejó que respondiera, ya que la besó con lujuria. Ella trataba de empujarlo, pero eso no surgía efecto. El de mirada afilada metió su lengua dentro de la cavidad bucal de la chica. Sus manos bajaron hasta el trasero de la mujer y lo apretó posesivamente.

Dirigió una de sus manos hacia el frente de Una, desabrochando el botón de su pantalón mientras que su otra mano seguía apretando el trasero redondo de la chica. La iba a poseer ahí mismo, pero el llamado de la campana lo interrumpió.

Una se alejó rápidamente de él y arregló su ropa para salir como alma que lleva el diablo a atender al cliente. Hisoka maldijo por lo bajo. El cliente se había ido tras haber comprado un par de libros y la chica empezaba a recoger sus cosas para irse. El pelirrojo la esperaba afuera de la tienda sin quitarle el ojo de encima.

- ¿Puedes dejar de observar cada movimiento que hago? - la chica estaba incómoda con él.

- ¿Por qué? ¿Te intimido? - ella asintió y sus mejillas se volvieron rojas. Morow se rio por su reacción. - No pongas esa cara, sino te tomaré contra el muro de ese callejón - ella escondió su cara con su cabello. Habían llegado al departamento de la chica y él se fue tras cerciorarse que ella había llegado en una pieza a su casa.

Una cenó un poco de ramen, se duchó y se dirigió a la cama. A media noche, el departamento se encontraba sumergido en la plena oscuridad de la noche, los rayos de la luna se colaban entre las ventanas del lugar brindando poca iluminación y la ventana de la habitación de la chica se encontraba abierta dejando que el aire de afuera entrara a la pieza.

Entre las sombras, un par de ojos ámbar observaban el cuerpo dormido de la chica. Admiraba cómo los rayos de la luna reposaban en la silueta de su pequeña fruta, delineando sus curvas e iluminando parte de su cabello.

Se acercó al borde de la cama, se quitó su camisa y empezó a gatear hasta llegar a ella. Se colocó encima del cuerpo de Una y acercó su nariz al cuello de esta para inspirar el olor sin igual que emitía. Se acostó a un lado de ella y cerró sus ojos para disfrutar de las sensaciones que su frutita le hacía experimentar.

Una se dio la vuelta hacia la dirección en la que se encontraba Hisoka e inconscientemente al sentir su cuerpo apoyó su cabeza en el pecho del hombre. Morow observaba el rostro dormido de la mujer, el cual era iluminado por los gentiles rayos de la luna. Se quedó apreciando ese rostro angelical mientras una sensación de paz lo mecía hasta quedar profundamente dormido.

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