Parte XXI: BAJO EL REINO DEL TERROR - CAPÍTULO 180

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PARTE XXI: BAJO EL REINO DEL TERROR

CAPÍTULO 180

El mensajero comenzó a temblar visiblemente cuando los guardias abrieron las puertas de la sala del trono. Paralizado por el miedo, se quedó quieto en el lugar hasta que uno de los guardias lo empujó bruscamente hacia adentro. Cuatro mensajeros habían sido ejecutados sin miramientos antes que él por las dagas de Zoltan, y, con las noticias que él traía, suponía que su destino sería similar.

Todo Marakar vivía en un estado de constante terror ante las vehementes amenazas del regente. Sus leyes crueles e inverosímiles se habían multiplicado en los últimos días. Todos tenían la certeza de que su sufrimiento solo acabaría con el retorno de la princesa Sabrina, pero se rumoreaba que Zoltan la había mandado secuestrar y que probablemente la había asesinado en secreto. Y, sin embargo, nuevas extrañas noticias habían estado llegando a Marakar de a poco, noticias que comenzaban lentamente a devolver una luz de esperanza al oprimido pueblo de Marakar.

El mensajero avanzó con pasos inseguros por la larga alfombra roja, flanqueada por columnas. Sentado en el trono, Zoltan le hizo un gesto impaciente con la mano para que se apresurara. El mensajero tragó saliva y apuró el paso hacia su probable muerte. El regente levantó una mano para detenerlo cuando estuvo a unos tres metros.

—Mi señor —se arrodilló el mensajero, apoyando la frente en el piso.

—De pie —le ordenó el regente—. Al grano, dime lo que quiero saber.

—Señor, sus súbditos respetan las nuevas leyes con dedicación y...

Una de las dagas de Zoltan salió de su vaina y flotó en el aire por un momento. Luego, voló directamente al cuello del mensajero, deteniéndose a medio centímetro de su piel.

—Dije: al grano —repitió Zoltan—, y quiero la verdad.

—Sí, su ilustrísima —dijo con voz ronca el mensajero, mirando de reojo la daga que seguía suspendida junto a su cuello—. Un cuerpo degollado fue recuperado en las cercanías de Strudelsam. La descripción de diversos testigos confirma que se trata de Silker.

Silker era el asesino que Zoltan había contratado para liquidar a Yanis.

—¿Qué hacía Silker en Strudelsam? —inquirió el regente.

—Al parecer, siguió a Yanis hasta allí. Le pareció que iba a tener una buena oportunidad de terminar con él fuera del palacio de Rinaldo.

—¿Y? ¿Yanis está finalmente muerto?

—N... no... señor —tartamudeó el mensajero.

Zoltan apretó los puños e hizo un gran esfuerzo por contener su furia. La daga rozó con suavidad el cuello del mensajero, quien dio un involuntario respingo.

—Silker era un profesional, el mejor —gruñó Zoltan—. ¿Cómo pudo matarlo ese pusilánime de Yanis?

—No lo sé, señor, nadie lo sabe. No hay testigos de cómo ocurrió.

—Debe haber tenido ayuda —concluyó Zoltan—. ¿Quién más venía con él?

—Bueno... —tragó saliva el mensajero, sabiendo que ahora venía la peor parte—. Al parecer, él y otro mago venían escoltando a la princesa Sabrina y a su consorte. Parece que los rumores de que la pareja tenía intenciones de cruzar a Marakar no eran infundados, después de todo.

—Tengo destacamentos apostados en todos los puentes, no cruzarán —aseguró Zoltan.

—Bueno... —repitió el mensajero, pasándose una mano por su pálida y sudorosa frente—. El hecho es... que ya han cruzado, su ilustrísima.

LA REINA DE OBSIDIANA - Libro VIII de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora