Capítulo 30: Mi Pequeña Ave

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♧Advertencia:

Este capítulo contiene smut leve.
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El invierno había comenzado y Una estaba recostada boca abajo en el sillón de la sala leyendo un libro mientras comía unas galletas que había horneado en la mañana y las acompañaba con un vaso de leche.

Estaba tan inmersa en la lectura que no se percató que Chrollo había llegado a casa. Él contempló su pequeña figura, gracias al vestido de invierno que vestía, el cual era de un color rojo vino que hacia resaltar
su piel blanca. Sus piernas estaban cubiertas por unas calcetas largas y blancas que le llegaban hasta la mitad del muslo.

Movía sus piernas suavemente mientras seguía concentrada en su libro y le daba un mordisco a su galleta. Lucilfer aclaró su garganta para que Una se diera cuenta de su presencia. Esta al escucharlo volteó
su rostro para verlo.

- ¡Chrollo! - saludó ella felizmente al verlo de regreso.

- ¿Sigues leyendo ese libro? ¿Cuánto te falta para terminarlo? - preguntó acercándose a ella y sentándose en el sofá.

- No mucho, ya casi lo termino - dijo mientras colocaba sus piernas sobre las de él y continuaba con su lectura mientras tomaba un poco de leche. El chico puso una de sus manos sobre la pierna de la chica y empezó a darle leves caricias. Poco a poco iba subiendo por sus muslos, sintiendo su suave piel bajo su gran y fina mano.

Decidió intentar algo para que ella le prestara atención y dejara un momento el libro, así que subió aún más su mano, dirigiéndose hacia su trasero bajo el vestido que usaba. Una se dio cuenta de esto y lo volteó a ver. Él le sonrió inocentemente y apretó su trasero con su gran mano. Ella lo miró acusatoriamente mientras se reincorporaba de la posición
que estaba y se sentaba a un lado de él.

Mantenían fija sus miradas, estudiando cada rasgo y cada expresión del otro. Una se acercó a él y le dio un casto beso en sus labios, pero este la agarró dominantemente del cuello y la acercó para besarla apropiadamente. El azabache la puso sobre él, haciendo que ella colocara sus piernas alrededor de su cintura. El beso se fue intensificando y Una se atrevió a aventurarse con su lengua en la cavidad bucal del chico.

- Sabes a chocolate - comentó él al separarse de ella por falta de oxígeno. Ella rio ante su observación.

- Hice galletas con chispas de chocolate en la mañana y no pude resistirme a probarlas hasta que
todos estuvieran en casa. Además, tenía hambre - dijo ocultando su cara de la vergüenza. Chrollo se rio por la acción de la chica, la tomó por su mentón e hizo que lo viera a los ojos. Le dio una cálida sonrisa y juntó sus labios con los de ella una vez más.

Las manos de Lucilfer exploraban la suave piel de Daidoji mientras que, poco a poco, le quitaba su vestido hasta dejarla solo en su ropa interior de encaje negro. La piel de la chica se erizó por el frío que hacía y sus pezones rosados se pusieron duros de inmediato.

- No te preocupes. Yo te calentaré - la ronca voz llena de lujuria de su amante le susurró al oído y empezó a dejar besos calientes y apasionados sobre su cuello; dejando unos cuantos chupetones a su paso. Esto causó que Una gimiera levemente y moviera sus caderas sobre la entrepierna de él empezando a sentirse excitada.

Él dejó su cuello y se aventuró a quitar su brasier para jugar con su pecho derecho; lamiendo, succionando y mordiendo su pezón mientras esta se retorcía del placer. Lucilfer decidió hacer el mismo procedimiento con su otro pecho.

- Hmmm, tus pechos son deliciosos. Podría jugar con ellos todo el día - sopló un poco sobre el pezón izquierdo de la chica haciendo que esta se estremeciera. Ella posó sus labios rojos e hinchados por un breve momento sobre los de él mientras le quitaba su abrigo. Prosiguió a dejar besos sobre su pecho fornido y bajaba hasta su pantalón, desabrochando el botón y sacando su miembro para lamerlo desde la base hasta la punta.

Este gimió al sentir la tibia lengua de Daidoji; ella dejó que su saliva cayera lentamente sobre el pene de Lucilfer para lubricarlo. Chrollo estaba
hipnotizado por lo que la chica hacía, ya que era la primera vez que la veía tan atrevida durante el sexo sin estar sometida por los síntomas de Suzaku.

Este soltó un gemido agudo y echó su cabeza para atrás mientras Una introducía su miembro en
su boca y empezaba a chupar moviendo su cabeza de arriba hacia abajo. Ella ejerció un poco de
fuerza al succionar, robándole más gemidos al chico que agarraba con fuerza el cabello largo de la chica. Se detuvo para verlo a los ojos y darle una última lamida a su pene mientras mantenía el contacto visual.

Se levantó para quitar sus bragas y sentarse sobre él mientras frotaba su clítoris contra su pene. Kuroro estaba fascinado por los actos que Una hacía; ella siempre era tímida durante el sexo, pero esta vez no. Ella decidió agarrar el miembro de Lucilfer para ponerlo en su entrada y bajar lentamente sobre este. Gimió dulcemente al sentir cómo el pene del chico la abría.

El de ojos grises la agarró de sus caderas ayudándola mientras veía sus expresiones de placer. El chico bajó sus manos hacia el trasero redondo de Una, apretándolo posesivamente mientras esta jadeaba sin parar. Ella se inclinó sobre él, poniendo sus manos sobre su pecho y recostando su cabeza en su hombro. Las embestidas eran cada vez más fuertes y profundas, haciendo que ambos gimieran sin control.

El tiempo transcurría en esa sala de estar, la cual estaba inundada de placer y gemidos. Gracias a la posición en la que se encontraba, Daidoji podía ver parte del pasillo que llevaba hacia la puerta de entrada de la casa. Ellos no se habían percatado que la puerta de entrada se había abierto, dejando ingresar a un pelirrojo que llegaba de una misión.

Este se percató de inmediato del aura que se percibía a flor de piel en el lugar. Sonrió pícaramente para sí mismo sabiendo muy bien lo que estaba pasando en la sala de estar y ya se imaginaba de quiénes se trataba. Se encaminó con paso lento y elegante hacia el origen del aura y su sonrisa se amplió aún más al ver la escena delante de él.

Una estaba siendo embestida sin compasión por Chrollo mientras que este de vez en cuando le daba una nalgada, la cual provocaba que su trasero quedara rosado. La chica abrió sus ojos y se encontró con la mirada afilada de Hisoka, el cual la miraba con picardía mientras se lamía los labios. Daidoji se sorprendió al verlo y algo dentro de ella se contrajo; ella ya estaba llegando a su límite y el ver la mirada penetrante y lujuriosa del arlequín no le ayudaba en mucho.

Ella enterró fuertemente sus uñas en el pecho de su amante al sentir que ya estaba próxima a correrse y este le dio una última estocada profunda y pudieron alcanzar el clímax juntos. Una se quedó recostada sobre el hombro de Chrollo, recuperando su respiración, sintiendo su clítoris pulsar del placer que recibió y fijando su mirada con la de Hisoka mientras sus mejillas se sonrojaban de haber sido descubierta en el acto.

Hisoka se aclaró la garganta haciendo que Lucilfer lo volteara a ver sorprendido, tapando a Una
con el vestido que esta traía puesto. Hisoka se rio por su acto y se acercó un poco donde estaban ellos.

- Es inútil que trates de cubrirla si ya la he visto en toda su gloria - dijo coquetamente.

- ¿Piensas quedarte dentro de ella toda la tarde? - Lucilfer frunció el ceño.

- ¿Hace cuánto llegaste? - preguntó mientras salía de Una y esta gemía ante el acto del chico, ya que aún sentía su clítoris pulsar de placer.

- ¿Por qué no le preguntas a mi pequeña frutita? - la volteó a ver pervertidamente. La chica bajó
su cabeza en vergüenza haciendo que Hisoka se riera mientras salía de la sala y se dirigía a la cocina.

- ¡Oh, galletas! - exclamó alegremente Morow mientras tomaba una.

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