Capitulo 1

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Lunes, 29 de Agosto 2017

6:00 am

Quisiera decir que los pajaritos cantaron en mi ventana y desperté con todo el buen humor del mundo, pero claro que eso no me pasa a mi. Me despierto sobresaltada al escuchar a mi madre gritar desde la planta de abajo, miro mi despertador y me levanto rápido de la cama haciendo que caiga de cara en el suelo.

Lamentablemente tenía una muy mala suerte, una horrible suerte.

A lo largo de mi vida siempre pensé que me habían hecho alguna maldición para tener esta suerte que me cargo, pero después lo pensé bien y la verdad es que soy muy torpe.

—Mierda. —me quejo, sobando mi cara.

Siendo sincera no pude dormir nada ayer, no sufro de insomnio ni nada de eso, pero tengo muchos entrenamientos y el dolor muscular casi no me dejaba dormir, aveces me hago masajes, pero no me sirve de mucho. Me levanto y corro hacia el baño, tomo una ducha de 15 minutos y salgo rápidamente, me pongo unos pantalones apretados, una blusa color azul y mi chaqueta de cuero. Me pongo unos tenis blancos, tomo mi mochila, celular y...

—¡MORGAN! —grita

—¡Ya voy, mamá!

Busco por toda mi habitación lo que me pueda faltar, pero, claro, si soy estúpida, necesito mi maleta de entrenamiento. Abro la puerta del gran armario y busco la jodida maleta, la encuentro estando al fondo de todas mis cosas. Realmente nunca pensé ocupar todo lo qué hay dentro, pero sorpresa, si lo necesito.

Otro dato curioso mío, es que soy muy distraída.

Cuando estoy aburrida tiendo a escribir datos curiosos míos y actualmente tengo una lista con 50 datos curiosos sobre mi persona.

Salgo de mi habitación y la cierro, bajo las escaleras y me encuentro con mi madre enojada. Me hace salir sin haber consumido nada de alimento y subimos al carro, me moría de hambre, ya que ayer llegué muy tarde y no pude cenar nada.

Suspiro y me recargo en la puerta mirando la ventana

La radio suena y cierro los ojos al escuchar el nombre del equipo de porristas en el que estoy. No soy como esas porristas rubias con ojos de color azul, de hecho, soy castaña y de ojos color miel, no soy alta ni baja, pero me gusta mi estatura, lo digo por los estándares que actualmente hay en la sociedad, no estoy en el equipo de la preparatoria por qué mi madre es la entrenadora y lo que menos quiero es que ella me entrene.

Realmente no lo quería.

Cuando era niña deseaba con todas mis fuerzas que ella lo hiciera, pero cuando me entrenó, los primeros años eran increíbles, pero después empezaron las dietas, Morgan no comas esto, no comas lo otro. Con decir que hace años que no he probado una hamburguesa con papas o alguna comida rápida, me quitó lo esencial en la etapa de la niñez.

Amo a mi madre porque desde que mi padre nos abandonó, ella me saco adelante, me ayudó y me aconsejó toda mi vida. Pero ya a esta edad siento que no estoy viviendo, le agradezco mucho que haya sacrificado muchas cosas, pero en serio, esto lo que ella hace ya no es vivir. No salgo a fiestas por estar entrenado, no puedo tomar alcohol, no debo dormir tarde porque no descanso lo que debo. Pero eso lo tengo en claro desde que empecé en esto, no me quejo porque me gusta lo que hago, pero que mamá me lo recuerde cada segundo de mi vida es asfixiante. Siempre tuve presente lo que conlleva ser atleta, las dietas, las horas de ejercicio, el no salir en muchas ocasiones y los horarios de dormir estaban horribles.

En fin, la jodida vida de un atleta o mejor dicho, la jodida vida de Morgan Hans.

Mi madre es estricta a niveles muy altos, pero pienso que lo hace por mi bien.

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