Parte XXI: BAJO EL REINO DEL TERROR - CAPÍTULO 186

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CAPÍTULO 186

—Asesinar a Zoltan a sangre fría no era la idea —le reprochó Liam a Sabrina—. Te dije que debíamos juzgarlo públicamente, hacer participar a la gente.

—No fue a sangre fría —retrucó Sabrina—, fue en defensa propia, y creo que las palabras que realmente debes decir son: "gracias, Sabrina, por salvar la vida de Gus".

—Creo que Sabrina tiene razón —intervino Cormac—. Zoltan no le dejó opción.

—Estuviste de acuerdo con una transición a una forma de gobierno más democrática —le apuntó con un dedo Liam a Sabrina, ignorando a Cormac—. Te expliqué que eso facilitará la introducción de los sylvanos en esta sociedad.

—Esta sociedad aceptará lo que les mande a hacer cuando vean que he dado fin a la tiranía de este maldito —opinó Sabrina.

—Hablas como la fundadora de una nueva tiranía. ¿Qué te diferencia de Zoltan? —le espetó Liam.

Sabrina le dio vuelta la cara con una fuerte cachetada:

—No te atrevas a compararme con él. ¡Nunca! —le gritó.

—Liam, creo que estás pasándote de la raya aquí —opinó Cormac—. Donde Zoltan trajo muerte y destrucción, Sabrina sembrará paz y armonía entre las razas.

—Todos los tiranos comienzan con buenas intenciones, Cormac, y luego degeneran en lo mismo que sus antecesores —replicó Liam.

—Cormac —lo llamó Sabrina, haciendo de cuenta que Liam no existía—. Necesito que me ayudes a enviar mensajeros con la noticia de nuestro triunfo a todo Marakar. También debemos avisarles a Bruno, Torel, Liderman y Riga para que hagan entrar a nuestro ejército dentro de las murallas. Y, por cierto, debemos encontrar a los sirvientes para que limpien y acondicionen este lugar para mi coronación.

—Desde luego —asintió Cormac.

Los dos se retiraron del salón sin despedirse, dejando a Liam furioso y a Augusto, preocupado.

—¿Puedes creer esto, Gus? —inquirió Liam con indignación—. ¡El poder se le subió a la cabeza!

—¿Qué te pasa, Liam? —replicó Augusto—. Ella hizo lo que tenía que hacer y lo sabes.

Augusto evitó revelar que Sabrina hubiese podido regular la descarga eléctrica para solo electrocutar a Zoltan y dejarlo fuera de combate sin matarlo.

—Tú mismo mataste a Stefan sin miramientos y ni siquiera fue en defensa propia —continuó Augusto—. ¿Qué le habrías dicho a Sabrina si te hubiese obligado a llevarlo a juicio ante la gente de Agrimar?

Liam no contestó.

—Entiendo que tienes esta especie de sueño de convertir un estado monárquico en una democracia, pero tú y yo sabemos bien que la democracia real no existe y que solo es otra forma más sutil de juegos de poder y manipulación —planteó Augusto—. Además, ¿cómo pretendes que una sociedad que está acostumbrada a hacer lo que su monarca le diga puede tomar la iniciativa y decidir por sí misma de la noche a la mañana?

Liam apretó los labios y se mantuvo en silencio. Sabía perfectamente que todo lo que estaba diciendo Augusto era verdad. Lo que es más, había sido el mismo Liam el que le había explicado a Augusto lo que su amigo ahora le exponía.

—En serio, Liam, ¿por qué estás arriesgando tu relación con ella por esto?

—No lo sé... yo... —suspiró Liam—. Nunca la había visto así, nunca creí que fuera capaz de...

—¿De matar? —terminó la frase Augusto.

—No sabía nada de su poder... me tomó por sorpresa.

—Te asustaste —dedujo Augusto.

—De muerte —admitió Liam—. Es como si fuera otra persona diferente de la que me enamoré.

—Bienvenido al club de los maridos de esposas poderosas —sonrió Augusto—. Pensaste que tu función era proteger a tu amada de todo peligro y descubriste que, en realidad, no necesita protección alguna. A mí me costó mucho aceptarlo con Lyanna, pero una vez que lo logras, las cosas se hacen más fáciles, te lo prometo.

—No es solo eso, Gus. Mató a una persona sin que siquiera se le moviera un pelo. Incluso siendo en defensa propia... ¿recuerdas cómo reaccionaste tú al matar a aquel soldado que nos atacó en el bosque de Virmani?

—Liam, escúchame, estuve con Sabrina en Arundel y luego en Sorventus. Pasó por muchas cosas intensas, cosas que la endurecieron, que la hicieron madurar y replantearse su razón de existir, sus objetivos. Pasó de princesa rebelde a reina madura en muy poco tiempo, descubrió sus habilidades y las usó para el bien de otros. No estoy solo hablando de su poder especial de emitir descargas eléctricas, sino de sus increíbles habilidades como líder. Fue ella la que tuvo la idea de cómo reintroducir a los sylvanos a Ingra de forma ordenada y pacífica. Ella no es una psicópata como temes, sino una mujer de gran inteligencia y temple. Me atrevería incluso a decir que ella es más Reina de Obsidiana que la propia Felisa.

—Soy un idiota —murmuró Liam—. Lo arruiné todo. No estoy a su altura y ella va a dejarme, ¿no es así?

—Oh, Liam —le palmeó la espalda Augusto—. En verdad eres un idiota. En todos los cambios que sacudieron los cimientos de la vida de Sabrina en los últimos días, hubo una raíz que se mantuvo constante e inamovible: su amor por ti. Incluso su decisión de unirse al plan de Lug para salvar Arundel fue secundaria y solo un medio para propiciar su propio regreso a Ingra, su regreso a ti. Todo lo que hizo, lo hizo primariamente para volver a tus brazos lo antes posible.

—¿En serio?

—Totalmente. Es constantemente obvio para todos nosotros que ustedes dos son tal para cual y que, unidos, tienen el potencial de cambiar el mundo. Así que sí, eres un idiota, pero no por haber discutido con ella, sino por pensar que eso puede romper el poderoso lazo que los une.

—Debo hablar con ella, disculparme, explicarle... —pensó Liam en voz alta.

—Me parece buena idea —acordó Augusto—, pero primero, ayúdame a llevar a Antoine a alguna habitación donde pueda estar más cómodo para recuperarse.

—Desde luego —asintió Liam—, tomando al herido por las axilas mientras Augusto lo tomaba por las piernas—. ¿Estará bien?

—Un poco débil por toda la sangre perdida, pero bien —respondió Augusto.

LA REINA DE OBSIDIANA - Libro VIII de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora