눈물 ; 𝘃𝗶𝗶

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La última película que había visto con sus padres era bastante trágica, no porque existieran muertes o algún suceso triste

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La última película que había visto con sus padres era bastante trágica, no porque existieran muertes o algún suceso triste. La forma de pensar de uno de los personajes era algo pesimista. O al menos eso fue lo que alcanzó a ver porque se durmió antes de que pudiera saber de qué iba. 

¿Por qué lo recordaba ahora? 

Uno de los cínicos comentarios de la protagonista le hacía eco en la cabeza. Ella había estado sentada entre sus padres, ambos intentando mantener la distancia con el otro. Podía visualizarse jugueteando con sus piernas mientras miraba a la chica hablando sobre las escenas románticas en el cine. 

"Entonces, si no escucho a la filarmónica cuando beso a mi pareja después de una cita, lo dejo" 

Sus memorias estaban borrosas después de aquello, pero ese comentario estaba muy presente. En ese momento no lo entendió, su mente inocente apenas y comprendía porque sus padres estaban juntos. Nunca había visto muestras de afecto entre ellos y le desconcertaba ver la cantidad de cariño que mostraban las parejas en aquella pantalla. 

Su primer beso había sido a una corta edad, no había escuchado la música en su cabeza, siquiera sabía del zoológico que podía llegar a existir en su estómago al estar con alguien. 

Su trato con Hoetaek había sido la clara muestra de que había cosas que no eran para todo el mundo. Tal injusticia la hacía amargar, porque para ella el romance o las cosas que llegaron a ocurrir con él, le hacían aborrecer el contacto con les demás. 

No era su primer beso. 

Su primer beso había sido forzado y se sintió violada con la cantidad de contacto que había demandado aquel hombre. 

No era su primer beso, pero era el primero con el que sentía algo. 

Algo estaba claro. No estaba escuchando a Kreisler o a Francis Lai de fondo, siquiera había presencia de Chopin o Puccini. Sólo escuchaba el ruido de la tarde-noche y su respiración entrecortada. No se había llenado de expectativas, había aprendido a no ilusionarse con nada, porque la realidad era cruel e injusta. No había fuegos artificiales o cualquier cliché de película dulce que le causara estrés. Claramente estaba besando a una inexperta, pero se sentía condenadamente bien. Incluso le pareció tierno cómo Soojin buscaba tomar iniciativa con el contacto. 

Era como llegar a un delirio que le llenaba el cuerpo y le hacía querer sonreír y pedir por más. 

Entonces su mente nublada por la cantidad de emociones nuevas la obligaba a no querer despegarse de ella. Permitió a su boca jugar con la suya durante mucho tiempo. Paraba, miraba sus labios notoriamente rojos, luego volvía a mirarle con más atención y sus ojos le pedían por más. Aquellos ojos y ese lunar que tanto la habían atormentado durante meses y la necesidad la consumía y empujaba a volver a unirlos. Era seguro que Soojin ya ni recordaba cómo se había sentido besar a la chica del Karaoke. 

De un momento a otro ya no sólo era una beso inocente. Nunca podría recordar cómo fue que terminó enredando sus dedos en su cabello o cómo la rubia la había tomado de la cintura. 

Quizá eso era lo que significaba sentirse viva. Por una vez en su vida estaba haciendo algo fuera de las reglas. Y desprenderse de ese contacto significaba caer en la realidad de que era incorrecto. 

Había un aroma a cereza que inundaba sus pulmones con cada oportunidad que tenía de recuperar el aliento. Las manos de Soojin eran suaves, lo sabía porque podía sentirla cuando acariciaba sus mejillas, o cuando entrelazó una de sus manos. Era algo a esperarse, el robot perfecto no era más que una niña que no tardaría en notar que el mundo no se dividía en blanco y negro. 

Justo como a Cinderella, el tiempo no dejó de correr, y por más que uno intente alargarlo, nunca puede detenerse. Ambas se fijaron en los ojos de la otra, ya lo sabían. No tenían que decirse lo que habían demostrado en esa acción tan precipitada. Con sólo mirarse entendían que ambas querían seguir haciendo lo que acababa de terminar. 

Shuhua aún tenía su cabeza dando vueltas, sus mejillas cosquilleaban, sus labios ardían y tenía un agradable sentimiento en el estomago. Había olvidado cómo se hablaba, ahora sentía a Soojin como una extensión de su cuerpo, y tenía el fuerte deseo de abrazarla, tomarla de la mano o cualquier cosa que significase tener contacto físico. 

Aún sabiendo eso, soportó el dolor de tener que terminarlo. 

ーEsto no debió ocurrir. 

Sentenció con la misma brusquedad con la que lo inició. Apartó la mirada por no querer observar la reacción de la rubia, pero la curiosidad le hizo devolverse a sus ojos. 

Y no hubo dolor más grande que verla a ella sonreír mientras le decía; "Tienes razón"

Y no hubo dolor más grande que verla a ella sonreír mientras le decía; "Tienes razón"

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𝐭𝐡𝐞 𝐛𝐫𝐢𝐝𝐠𝐞 𝐨𝐟 𝑡𝑒𝑎𝑟𝑠 ; ysh & ssjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora