Capítulo 11.

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—Para estar enfadada conmigo vas muy rápido —no dije nada, seguí tirando de la fina camiseta interior que llevaba. La camiseta sin mangas dejaba al descubierto sus fuertes brazos. — ¿Crees que me dejarás tener el control en algún momento?

Sacudí la cabeza de inmediato.

Una sonrisa iluminó mi rostro.

Graciosa, empecé a quitarme el jersey sin su ayuda. Tiré, sacándome las mangas sin ayuda de nadie. Hasta que llegó el momento en el que Ethan cogió mis muñecas y las dejó detrás de mi espalda.

—Si me detienes —lo amenacé—, me voy.

—Estás temblando, enana —atrapó con sus blancos dientes el lóbulo de mi oído. — ¿Irte? Estás ardiendo tanto que me quemas.

Reí.

—Las manos, Ethan —balanceé mi cintura, consiguiendo que gimiera. Me mantuve sentada sobre él, con las piernas cruzadas detrás de su estrecha cintura. —Puede que mi piel queme... —le reté, y di un brinco sobre su cuerpo—pero tú estás más duro que una roca.

Las cejas del stripper se alzaron; estaba tan o más sorprendido que yo. Soltó mis manos con una sonrisa traviesa, y observó todos los movimientos que hice. Nuestras prendas de ropa quedaron a un lado de nuestros cuerpos, y en muy poco tiempo la ropa interior seguiría el mismo camino.

Mirándolo bien, tenía razón; mis dedos temblaban al pasear por su duro abdomen. Jugueteé con el elástico negro de sus bóxers, agrandando las letras de Emporio Armani.

—No hay ningún día que no haya pensado en ti...—corté sus palabras.

— ¿Condón?

Soltó una carcajada y señaló el pantalón de los vaqueros.

— ¿Cómo...

—Tenía la esperanza de que nos reconciliaríamos —él apoyó la cabeza sobre mi pecho, y cerré los ojos cuando su húmeda lengua acarició mi piel. —Sólo un 25%.

— ¿Qué pasaba con ese 75%?

Pasé la mano por detrás de su nuca, atrayéndolo más a mí cuando casi era imposible.

—Estaba seguro que me cerrarías la puerta.

—Y debería...—no acabé.

—Pero no has podido, Freya.

Esos ojos claros que me dejaban sin respiración, encontraron a los míos. Por mucho que intentara ser una mujer en el cuerpo de una chica de 18 años...mis intentos fallaban. Seguía temiendo como la primera vez que me entregué a él. Sólo que con menos miedo.

«No habrá te quiero, Ethan

Sonreí temerosa por pensar que él podría haber escuchado mi pensamiento.

Pero de repente gemí al notar como las fuertes manos de Ethan me alzaban de su cuerpo y me tendían sobre el suelo. Antes de que mi piel tocara la helada superficie, se encargó de dejar su camiseta debajo de mí (algo que llegué a agradecer). Me ayudó a pegar mis muslos contra su cuerpo, y reí.

Intenté presionar los dedos sobre mi boca...era incapaz. Su juguetón dedo tiró de mi ropa interior, dejándola a un lado para hacer más accesible la entrada.

— ¿Esa es tu forma de desnudarme?

Ignoré las prisas de Ethan.

Sus dientes rompieron el envoltorio del preservativo.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora