40 Navidad

130 11 22
                                    

Los jóvenes de Dorfli se preparaban para las fiestas, algunos iban en busca del árbol perfecto, otros decoraban el pueblo y en general se mantenían ocupados.

El espíritu navideño era el más notorio en aquel lugar, hacia frío, tal vez nevara, la gente cantaba villancicos en las calles, se juntaban juguetes para los más pequeños y luego todos celebraban en sus respectivos hogares.

Pero ¿Qué les deparaba ese año, para Navidad, a la pequeña (no tan pequeña) Heidi?

No lo sabremos hasta que pueda quitarse a Pedro de encima.

—¿Estas segura que no hay nadie aquí?

—Pero si tu dijiste que nos metiéramos en este hueco porque nadie solía merodear en este sector de la escuela.

—Ehh si, es cierto, pero ahora me surgieron algunas dudas.

—Qué? Por qué?

—Hay un niño mirándonos.

La pelinegra giró su cabeza lentamente y observó a un infante de baja estatura que se mantenía parado y mirándolos fijamente. Tenía un dulce en su mano y la boca abierta del asombro.

—Oh! Es Miles—susurró—Ho-hola Miles.

—Necesita ayuda, señorita Heidi?—dijo tímidamente el muchachito.

—¿Señorita Heidi?—preguntó el Cabrero.

—Le leo cuentos a veces... No! Miles! Gracias. Solo, tropecé y este amable chico me ayudaba a pararme.

—¿E-está segura? Es el armario del conserje.

—Si! Si, muy segura Miles. Es muy amable de tu parte que te preocupes por mi pero en serio estoy bien!—Heidi intentó sonar lo más convincente posible y miró al castaño apretando los dientes—Muchas gracias por ayudarme Pedro...

—Eh? Oh! Si! No hay de qué, bella dama.—Pedro simuló ayudar a Heidi a enderezarse.

El metió el dulce en su boca y se fue saltando como si no hubiera visto nada. Heidi suspiró.

—Creo que no es una buena idea, es incómodo y está lleno de polvo—la pelinegra salió del armario.

—Desde cuando eres tan niña...

Heidi lo miró a los ojos—¿Disculpa?

—Que desde cuando eres tan mujer.

—Oh, pues... no lo sé. Tal vez desde que nací!—Heidi salió echando humos.

—No es eso a lo que me refiero, tonta. A ti nunca te molestaron las suciedades.

—Lo dices en serio? ¡¿Pretendes que me meta allí contigo y que nos atrape un profesor?!—Heidi levantó la voz y unas cuantas niñas pequeñas salieron del lugar riendo.

—Si sigues hablando a los cuatro vientos claro que nos atraparán—le susurró al oído, Heidi le dio un golpe seco en la cabeza.

—Bruta.






[...]






Sus ojos se cerraban en contra de su voluntad. Por más que intentara despabilarse seguía siendo inútil. Todos aquellos números lo aburrían demasiado y solo pensaba en su cama.

Una bola de papel golpeó levemente su rostro. Abrió un ojo algo irritado. Observó el arrugado papel y lo abrió, encontrándose con una nota:
"¿Acaso el cantero no tuvo tiempo de dormir?"

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 24 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

MOUNTAIN (Heidi x Pedro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora