Capítulo 45: El Regreso

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Era una mañana soleada, en la que corría una brisa refrescante y en la que llegaría un invitado que había ayudado al grupo anteriormente. Todos se encontraban realizando sus propias actividades; Chrollo leía un libro, Hisoka jugaba con sus cartas, Illumi se encontraba observando a través de la ventana y Una estaba regando las flores del porche de la casa. Anoche estaba un poco molesta con Lucilfer y Morow por la competencia que habían hecho para ver quién la embarazaba primero.

Bufó y decidió concentrarse en las flores que adornaban el frente de la vivienda. Aún pensaba en su "amigo" y todo lo que había ocurrido así como lo que le dijeron los dioses. Su cabeza se llenaba de tantos pensamientos que se aglomeraban uno tras otro y no sabía por cuál comenzar. 

- Si la sigues regando la vas a ahogar - dijo una voz familiar a la chica que se encontraba perdida en sus pensamientos. Ella salió de su trance y dejó de regar la pobre flor mientras cruzaba miradas con unos ojos grises fríos que la observaban fijamente. 

- ¡Feitan! ¿Qué haces aquí? - un leve sonrojo decoró las mejillas de Una al recordar su último encuentro con Portor. Después de eso, el joven se había ido a una misión bajo las órdenes de Danchou y decidió quedarse en un lugar por cierto tiempo hasta recibir nuevas órdenes. 

- Danchou me mandó a llamar - explicó con su tono de voz de siempre. Notó que la mujer no había cambiado mucho, seguía siendo bella como la última vez que la vio. Imágenes de aquel día en el que la pudo ser suya cruzaron por su mente y desvió su mirada al suelo. Recordaba muy bien cómo se sentía estar dentro de ella, lo húmeda que estaba, el dulce sonido de sus gemidos y jadeos, el rubor en sus mejillas y cómo habían terminado el acto con él recostando su cabeza en el pecho de la chica. 

- Feitan, te estaba esperando. Gracias por venir - Lucilfer salió a recibir a su amigo y este le indicó que hablarían en la oficina. Portor se adentró a la casa mientras observaba de reojo a Daidoji, quien regaba otra flor. Los dos hombres discutieron la última misión del azabache en la comodidad de la habitación que se usaba para reuniones. El líder del Gen'ei Ryodan había llamado a Feitan con un propósito y era el de investigar acerca del paradero de Daisuke. Chrollo le explicó todo lo que sucedió en su ausencia y el de ojos grises aceptó su nueva misión.  

- Daijoubu? - Una dirigió su mirada café a Feitan, quien se encontraba en el marco de la puerta trasera. - Escuché todo lo que ocurrió -  la mujer asintió con una sonrisa mientras se levantaba de la silla que se encontraba en la terraza y se acercaba a él. 

- ¿Tienes hambre? Prepararé el almuerzo - él asintió mientras observaba a la joven. Se hizo a un lado para que ella pudiera entrar y al pasar, el dulce aroma que desprendía invadió sus fosas nasales. Cerró los ojos por un momento deleitándose con el olor y los abrió nuevamente para contemplar el cielo.

Todos almorzaban en la mesa del comedor y un cómodo silencio reinaba en la sala. Degustaban el delicioso sabor de la comida que Una había preparado. Sin duda alguna, tenía la gran ventaja que había trabajado en algunos restaurantes como mesera, pero se llevaba bien con los chefs que estos le enseñaban algunas recetas que logró perfeccionar con la práctica. 

De los cuatro, Una era la que mejor cocinaba quedando en segundo lugar Hisoka y en tercer lugar Chrollo. Illumi se podía defender en la cocina, pero preferían que la chica se encargara de la cocina. Daidoji siempre agradecía la intención y el esfuerzo de Zoldyck a la hora de preparar los alimentos, aunque no fuera su fuerte. En el tiempo que llevaba de conocer a los chicos, había aprendido mucho sobre ellos y, en especial, agradecía todo lo que habían hecho por ella. 

- Feitan, tu habitación está lista. Siéntete como en casa y si necesitas algo no dudes en preguntarme o agarrar lo que sea que ocupes - la chica le dedicó una sonrisa angelical.

- Oyasumi nasai - salió de la habitación para que el joven descansara, pero este la interrumpió por un momento. 

- Una - esta volteó a ver al azabache. - Arigato - desvió su mirada un poco apenado, ya que se sentía nervioso al estar ante su presencia. Ella se acercó a él y plantó un delicado beso en su frente, lo cual sorprendió al hombre. Ella se dio la vuelta para dirigirse a la puerta, pero la mano de Feitan impidió que diera un paso más. Una volteó a verlo y este la jaló hacia él para besar sus labios. La chica se sorprendió al principio, pero le siguió el beso y colocó sus manos en su pecho varonil. 

- Desde que te vi he querido probar tus labios nuevamente - dijo mientras sus ojos grises penetraban los de la mujer. La besó otra vez mientras la llevaba a la cama. Se recostaron sobre esta sin despegar sus bocas, las cuales se devoraban entre sí con pasión. 

- Quiero hacerte mía de nuevo - descendió su boca al cuello de Una mientras esta se aferraba fuertemente de sus brazos. Había extrañado a Feitan; él tenía algo que encendía un sentimiento en ella y la forma en la que le hacía el amor era una combinación extraña en querer hacerla sufrir y disfrutar al mismo tiempo. Eso la prendía mucho, ya que quería que Portor abusara de ella a su antojo. 

En esa noche, los deseos de ambos se volvieron realidad, siendo la luna testigo de aquel acto intenso que los amantes compartieron. 

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