CAPÍTULO XLI

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LOS ACUERDOS... ¿QUÉ ACUERDOS?

Don Roberto pasó revista a la pinta casual y juvenil de su nuera, y enarcó una ceja canosa al comprobar que ésta ensombrecía el recuerdo de su adorada Marcela, con quien había compartido, hacía pocas horas, un rato agradable en el aeropuerto de Los Ángeles.

Don Roberto no pudo evitar hacer comparaciones mentales entre ambas mujeres.

El rostro de Marcela, de belleza innegable, le pareció esa tarde plagada de pretensiones. Sus gestos expresaban lo mismo que sus labios cuando soltaban risas forzadas, así como sus ojos no engañaban. Marcela todavía estaba lidiando con el dolor de haber perdido para siempre a Armando. La coraza que se había puesto parecía infranqueable y pesada. Roberto comprendió que ese era su medio de defensa y no le criticó nada, más bien le admiró. "El hecho de estar en compañía nuestra, aunque no quiera, le debe revivir los dolores del pasado. Emplear ironías y sarcasmos para referirse a los asuntos de Ecomoda, hace evidente que no ha superado ese trago amargo. Pobre Marcela. " Pensó Roberto.

Por su parte, el rostro de Betty sin maquillaje era el de una niña: terso, dulce, expresivo y transparente como el agua de un manantial. Roberto percibió en ella una alegría tan genuina a causa de su llegada, que hasta se sintió mal por no sentirse de la misma manera. Sus grandes ojos almendrados se achinaron cuando ensanchó una sonrisa sincera de oreja a oreja, mientras le abrazaba cálidamente y besaba en la mejilla, inundando de su fresca y sutil fragancia sus sentidos. Hasta entonces no le había más que dedicado uno o dos halagos a su físico, pero en aquel momento le pareció linda la muchacha de modales tímidos, con quien estaba emparentada, así como se sintió contento y orgulloso de poderla apreciar y presentar como lo que era: parte de su familia.

Roberto desconocía hasta ahora los detalles oscuros que realmente habían ocasionado la ruptura definitiva entre Marcela y Armando. Para él había sido suficiente y justa razón el engaño financiero, como para imaginar que había otro tipo de engaño aún peor. Por otro lado, su esposa, estaba convencida en aquel entonces de que sólo era cuestión de tiempo y empeño de su parte (aconsejando) para que Marcela perdonase a Armando. A pesar de saber que ésta primera tenía la vanidad herida, siguió apostando porque la profundidad de sus incondicionales (irracionales) sentimientos hacia su hijo, bastasen para aferrarse a la esperanza de una reconciliación.

Otra reconciliación que fue objeto de sus más grandes esfuerzos, fue la que se concretó de último entre su esposo y su hijo. Margarita se esmeraba todos los días en hacerle ver a Roberto que la indiferencia y el reproche no eran técnicas de castigo para aplicarse a largo plazo, ya que bastante escarmiento sufría y seguiría sufriendo Armando todos los días de su vida ante la certeza de nunca volver a la presidencia de Ecomoda e incluso, de tal vez nunca recuperar su confianza. "¿No te parece que ya has sido muy duro con nuestro hijo?" Le cuestionaba Margarita a su esposo. "¿No crees que lo empujamos, de alguna u otra a manera, a que cometiera esas locuras?".

Margarita creyó que la reconciliación entre Marcela y Armando propiciaría la reconciliación entre padre e hijo. Estaba segura que una vez se retomara el noviazgo y los planes de boda, Roberto se convencería que el cambio de Armando era genuino y rotundo.

Roberto, aunque no se lo admitía a nadie, sufría de estrés, congoja y decepción por los problemas financieros de Ecomoda, por el distanciamiento familiar y por la fractura entre las familias Valencia y Mendoza. Deseaba estar viviendo una pesadilla y no la realidad, no solo porque tenía que arreglar un lío de tamaño abrumador, sino porque ser duro e indiferente con su hijo no le complacía en lo absoluto.

La mayoría creyó que Armando sufría por la empresa y por su orgullo herido, su moral y ética cuestionada y por su destitución. ¡Claro, la situación delicada de la empresa le importaba mucho, pero no era lo que más atormentaba su consciencia! Solo unos cuantos conocen que la razón principal de su sufrimiento tenía nombre y apellido.

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora