Capítulo 51: El Llamado

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Los tres hermanos practicaban en el jardín sus técnicas nen. Cada uno se había tomado el tiempo de entrenar con sus padres y desarrollar sus propias habilidades bajo la supervisión e instrucción de los adultos.

Los niños habían crecido apropiadamente y a su corta edad eran muy buenos al poner en práctica lo que habían aprendido. Entre ellos se llevaban un año de diferencia; Isao tenía 8 años mientras que Kenji 7 y Azumi 6. 

Los tres eran considerados unos genios, debido a que siempre se las ingeniaban para solucionar un problema. Los dos hermanos menores siempre seguían al mayor, cuyas habilidades de liderazgo había heredado de su padre.

Una pequeña de ojos cafés se encontraba observando el entrenamiento con mucho asombro. Una se sentó junto a ella mientras supervisaba que sus pequeños no se hicieran daño. Era muy sobreprotectora con ellos, pero sabía que el caerse y luego levantarse eran parte fundamental de la vida.

No siempre iba a estar para sus hijos y estos debían aprender de todo un poco. Además, no siempre serían sus bebés a quienes debía proteger de todo mal. Observó a la pequeña que se encontraba al lado.

Sonrió al verla y cómo sus ojos se iluminaban ante lo que los chicos hacían. El entrenamiento terminó y los chicos escuchaban la retroalimentación de sus padres. La niña posó su mirada en Daidoji y se le acercó rodeándola con sus pequeños brazos en un abrazo.

Una la abrazó y la atrajo hacia su regazo. Depositó un tierno beso sobre su cabeza y se miraron fijamente. Aquella pequeña era su viva imagen, aunque a veces manifestaba el comportamiento de su padre. Era una combinación de dulzura con frialdad.

Recordó cuan feliz estaba al saber que había dado a luz a una niña. Era la más pequeña de todos y era muy unida a su madre. Pocas veces veía a su padre, ya que seguía en misión. Verlos convivir era algo gracioso, porque apenas pronunciaban palabra entre sí.

Esto no significaba que se llevaran mal sino que él no sabía cómo tratarla. Se sorprendió al saber que Una tendría un hijo de él, pero al fin y al cabo, ese era su objetivo. Cuando su hija nació, permaneció unos meses al lado de la chica ayudándola antes de partir de nuevo.

Por ser la única niña en la familia, era tratada como una princesa por sus hermanos. Siempre la ayudaban y pasaban tiempo con ella. Los adultos cuidaban de ella como si fuera su propia hija, pero así trataban a los demás niños. A pesar de ser de padres diferentes, los consideraban familia. Por lo tanto, la dinámica familiar era positiva.

- Seiren, ¿quieres más? - preguntó Una al ver que la pequeña había terminado de comer. Su hija negó y le sonrió mientras esperaba a que sus hermanos terminasen de comer.

Cayó la noche y los niños ya estaban dormidos en la habitación que compartían. Una tierna escena se presenciaba ante los ojos de la castaña. Los cuatro se encontraban dormidos mientras que la más pequeña estaba en el medio abrazando el oso de peluche que era muy especial para Una.

Cerró la puerta y se dirigió a su habitación, donde su amado la esperaba. Se recostó sobre el pecho del hombre mientras este hundía su nariz en la cabellera de su pequeña ave para inhalar su delicioso olor.

En el sueño de Una, un par de ojos verdes se manifestaron. Aquella voz volvió a resonar en los confines de su mente y ella se removió un poco.

- Prepárate - pronunció la voz de Yuhi mientras aparecía su rostro sonriente. Daidoji despertó exaltada y respiraba rápidamente. Lucilfer se encontraba al lado de ella mientras una expresión de preocupación denotaba en su rostro.

La abrazó para tranquilizarla mientras que Hisoka e Illumi ingresaban a la pieza. Habían percibido un aura un tanto inquietante que provenía de la habitación principal, pero era la chica quien inconscientemente dejó salir su aura.

- ¿Una pesadilla? - preguntó Chrollo. La joven asintió y explicó lo que había sucedido. Los tres hombres fruncieron su ceño al escuchar el relato.

- No te preocupes, nos tienes a nosotros para protegerte - aseguró Lucilfer mientras besaba su mejilla. Hisoka se adentró a la cama y se puso a un lado de ella mientras la atraía y la colocaba en su pecho. Sabían que cuando ella estaba asustada o nerviosa, le tranquilizaba el que ellos estuvieran cerca.

Los cuatro se encontraban en la cama y el sueño los volvió a invadir. Sus cuerpos reposaban sobre la acolchonada cama mientras se brindaban calor los unos a los otros.

Al día siguiente, Una se encontraba perdida en sus pensamientos. Pensaba acerca de muchas cosas: sus hijos, sus amantes, lo que sucedería, el proceso del despertar de los guardianes, entre otras cosas.

Isao ya empezaba a manifestar los mareos mientras que Kenji sólo presentaba una leve fiebre. Azumi aún no padecía de nada y eso la aliviaba. Ella llamó a los chicos a la sala de reuniones, porque tenía algo importante que decirles.

- Daisuke pronto aparecerá para recuperar sus poderes. Sé que esta vez tenemos la ventaja de que ya no posee a los guardianes en su medallón.

Sin embargo, no se rendirá tan fácil. Peleará aún más por recuperar a los dioses. Por lo que he decidido algo; si la situación lo requiere, usaré el Amaterasu - los hombres se sorprendieron ante esto, ya que Hiro les había explicado, cuando los visitó para hablar con Una, que era una habilidad muy peligrosa. Consiste en ser consumido por las llamas junto con la presa para que, de esta forma, Suzaku vuelva a renacer de las cenizas.

- Antes de que digan algo, les quiero pedir un favor. Si eso llega a pasar, por favor sepan que lo hago como último recurso en beneficio de los niños y el de ustedes así que, por favor, cuiden de ellos y no los separen.

Son muy unidos y no quiero que se sientan solos. Yo hablé con los guardianes y también les pedí que los protegieran. Sé que no será nada fácil, pero quiero que estén ahí para ellos - una lágrima descendió sobre la mejilla de la chica.

- Eso no será necesario - comentó Chrollo. - Ya que no usarás esa técnica para vencer a Daisuke y volverás con los niños - fijó su mirada en ella mientras más lágrimas brotaban de sus ojos.

- Eso espero - se dijo a sí misma mientras abrazaba a su amado.

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Nota de autor:

Les presento a Seiren Portor, la cuarta hija.

Les presento a Seiren Portor, la cuarta hija

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