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El sábado siguiente fue un día muy frío. Estaba nevando mucho. Las calles de la ciudad de Londres se encontraban cubiertas por un manto blanco de nieve. Marta le prohibió a Poché ir al centro comercial caminando. Y ella tenía la tarde ocupada con trabajo así que debieron hacer las compras en la mañana. Poché no se contentó en absoluto con eso. Pero las opciones eran verla sólo unos momentos, o no verla. Marta sabía a la perfección que eso la molestaría, pero era preferible lidiar con un capricho a que Poché enfermara. Además ir al centro comercial la ponía de buen humor. En unas horas simplemente olvidaría toda esa cuestión.

Cuando entró al local, Daniela la miró sorprendida.

-Bonito beanie, te queda muy bien-le dijo cuando estuvo frente a ella.

Poché bajo la mirada. Llevaba un beanie de color gris y una bufanda de mismo color ese día debido al frío. Daniela todos los sábados prestaba atención a cualquier cambio en la actitud de Poché. Sea bueno o malo. Tenía razones para hacerlo. Pero hasta el momento las cosas no hacían más que mejorar.

-A juzgar por tu ropa deduzco que está haciendo mucho frío.

Poché asintió. Pero ella misma se sorprendió y dijo rápidamente que si, corrigiendose. No acostumbraba a hablar con nadie que no fuera Calle, así que simplemente olvidó que le había pedido no responder con gestos corporales y lo hizo inconscientemente.

-Está bien -dijo sonriente Calle- no voy a demandarte por no responder con palabras. Con las demás personas sigues reemplazando con gestos tantas respuestas como puedas ¿No es así?

-Si.

-No lo hagas.

Poché la miró atónita. Esas palabras en boca de cualquier otro podían sonar tan rudas. Pero con Calle no ocurría eso. Ella solo las decía de una manera tan tierna. Cómo su estuviera realmente interesada en ayudarla a ser mejor. Pero los favores eran cada vez más grandes. La había obedecido en todo hasta el momento, pero no estaba segura de poder lograr lo que le pedía ésta vez.

-Solo nos vemos una vez a la semana. Es de esperarse que pierdas la costumbre de responder con tu voz. Si prácticas será más fácil. Confía en mí- le dijo con una cálida sonrisa.

Poché pensó que lo que Calle decía sonaba lógico. Y sobre todo le había pedido que confiara en ella. No quería decepcionarla. Era lo último que quería hacer.

-Lo intentaré -dijo aún algo dubitativa en su interior.

-Realmente lo aprecio -sonrió aún más- además estoy segura que no soy la única persona que se alegrará por eso.

La menor comprendió que Calle también pensaba en su familia. En como se alegrarían si ella hablaba con ellos. Pensó en la felicidad que eso podía provocarle a su mamá. Después de todo ella estaba siendo egoísta al no brindarle algo, sabiendo lo bien que eso le haría. Pero no era su intención privarla de esa felicidad. No era algo que hiciera apropósito. Pero lo intentaría. Intentaría devolverle algo del cariño recibido durante tantos años. Ella estaba lejos de ser la hija perfecta que una madre querría. Pero Marta siempre la amó, la mimó y fue paciente con ella. A los ojos de ella era perfecta de cierta forma. Lo menos que podía hacer era darle algo a cambio. Demostrarle su gratitud. Pensó en la gran persona que era Daniela. Preocuparse por la felicidad de personas que ni siquiera conocía en persona. Pensó en lo maravillosa que era por lograr hacerle entender. Ella debía esforzarse por mejorar. Nadie iba a hacer ese trabajo por ella. Fue como si los años de culpa cayeran sobre sus hombros como un balde de agua fría. Se había quedado mirando un punto en la nada. Pensando.

-Daniela -se escuchó la voz de Johann.

Ambas salieron de sus pensamientos y la miraron.

-Si, ya voy -dijo ella.

La chica de los CDs | adaptación cachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora