Cuarenta y ocho

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Me desperté a las seis de la mañana de aquel día, todo se veía hermoso, incluso me vi decente en aquel espejo, considerando que en el último tiempo no podía reconocerme en el reflejo

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Me desperté a las seis de la mañana de aquel día, todo se veía hermoso, incluso me vi decente en aquel espejo, considerando que en el último tiempo no podía reconocerme en el reflejo.

Tomé desayuno y le di el día libre a Madeline, ella se lo merecía.

A pocos minutos de las nueve, me llegó un mensaje de Bianca, ella había llegado y me esperaba en recepción.

Bajé a toda velocidad seguido de Kevin, yo llegué jadeando y cansado, mi guardaespaldas estaba fresco como una lechuga.

—¿Ves? Por no hacer los ejercicios que te digo. Y además de eso, no te bañas —dijo negando la cabeza, Bianca alzó una ceja.

—Bianca, te presento a mi guardaespaldas. Está bromeando, yo sí me baño —contesté mirándolo, Kevin volvió a negar para asegurarle que era mentira. —Siempre me está molestando así, no le hagas caso.

—¿Seguro que te bañaste? —preguntó ella, la miré entrecerrando los ojos y ellos dos empezaron a reírse.

—Tu novia me cae bien —comentó Kevin con una sonrisa, ambos chocaron los puños.

—Bueno, ¿nos vamos? —mencioné ignorándolos—. ¿Cómo no me voy a bañar? ¡Me baño dos veces al día! —me quejé mientras caminábamos hacia la puerta—. ¡Espera! Bianca, tengo que decirte algo. No sé si recuerdas que te conté que es un poco difícil para mí salir a la calle, ¿estás segura que estás dispuesta a salir conmigo, contando el hecho que hay muchos fans allá?

—Camino con mi hermana, estoy acostumbrada —bromeó fingiendo un poco de drama, me eché a reír y tomé su mano—. No te preocupes, tenemos a Kevin de nuestro lado.

Sonreí y me contuve para no besarla de nuevo frente a toda la gente que había en recepción, y por primera vez en mucho tiempo, tuve ganas de salir.

Subimos al auto que Bianca manejaba y me senté como copiloto, Kevin iba detrás como si fuese nuestro hijo, tal pensamiento me dio risa y no me di cuenta que lo había exteriorizado hasta que sentí su mirada sobre mí.

—¿De qué te ríes?

—Nada, solo pensé en algo gracioso —respondí, Bianca solo dijo un alargado «okay» y siguió manejando.

El primer lugar que visitamos fue la Fontana di Trevi, Kevin comentó que nos estaría viendo de lejos para darnos privacidad.

—¿Cómo puedes hacer tus cosas tranquilo si hay alguien vigilándote todo el tiempo? —cuestionó Bianca, yo encogí los hombros.

—Pues, a decir verdad, ya me acostumbré. Además solo está cuando salgo a la calle, y últimamente no salgo —me reí, pero a ella no le dio risa—. Eh, que es broma, pero no tan de broma —dije, la empujé un poco y ladeó el labio.

—Es solo que, me parece feo que estés tan privado de tu libertad solo por una figura pública. Vamos a hacer que este viaje sea especial para ti, ¿bien?

Luces, música y acciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora