quarantuno

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Las palabras resuenan en su cabeza una y otra vez, las rodillas le duelen, y no se sabe cuánto tiempo lleva en esa posición. Había perdido la noción, la consciencia a medias. Amélie se ha marchado, ha renunciado y el fotógrafo tiene la certeza de que también ha terminado con él.

¿Ha acabado con su relación?

¿Realmente lo ha dejado?

¿Por qué?

Da vueltas en su propia cabeza, no encuentra respuesta, no es su culpa, él no ha hecho nada malo, pero ella se ha ido, su amor se ha marchado.

—¿Señor Rinaldi?— Alguien le llama.

Alguien.

¿Quién?

Recobra la consciencia y se gira hacia la voz. Allí están aquellas tres mujeres, mirándolo atentas, preocupadas. Ellas tienen la culpa, el fotógrafo lo sabe, aunque no tiene idea de lo que han hecho, pero es conocedor del hecho de que ellas son las culpables. Se pone de pie de pronto, el dolor en su alma se hace presente.

Oh, agonía.

Maldito malestar.

Se coloca una mano en el pecho y respira, se ahoga con su propia saliva al sollozar repentinamente.

¿En qué momento ha comenzado a llorar?

¿En qué instante el dolor se hace tan agudo?

¿Cuándo se muere estando aún con la respiración vigente?

—Ustedes— Sentencia de pronto.

¿Esa es su voz?

No.

Suena como bestia, a dolor, agonía. Se escucha como se siente. Le pitan los oídos, le retumba la cabeza y habla más alto.

—¿Qué hicieron?

—Señor, no...

—¿Qué le hicieron?

Se le quiebra la voz, las modelos se asustan por la repentina agresión, él nunca grita, no es violento, no suena tan cruel jamás. Luke Rinaldi es caracterizado por su simpatía, paciencia, amabilidad y amor al momento de tratar con las personas, pero en esos momentos es todo lo contrario, todo lo que nadie imagina que puede ser.

—¡Díganme! ¿qué le hicieron a mi vida?— Vuelve a gritar y llora.

Llora en voz tan alta que las demás modelos del piso salen a ver lo que ocurría y no creen el estado en el que el fotógrafo se encuentra. Solloza, nadie se atreve a acercarse o a decir siquiera una palabra. Se sostiene el pecho como si se le fuese a quebrar y se va escaleras abajo.

—¡Ashton!— Grita. —¡Ashton!

Todos los pisos le escuchan, todos en el edificio lo miran, curiosos por saber qué le ha sucedido al dueño de Bella Donna, que ha perdido la cordura en un solo momento.

Si supieran, no lo juzgarían.

Ha perdido el amor.

—¡Ashton!— Solloza.

Por fin en la primera planta, trota, aunque no percibe el movimiento, porque de alguna forma no siente nada más que el dolor en vida. Entra a la oficina del señor Milago, quien se encuentra alarmado incluso antes de que entrara y prácticamente corre hacia él cuando el fotógrafo cae al suelo nuevamente en sus rodillas.

Petunia ladra angustiada.

—Se ha ido— Llora el roto artista.

Ashton se arrodilla con él, asustado, sin entender.

—¿Quién se fue? ¿Qué pasó, Luke?

—Amélie. Mi Amélie. Mi Vénus...

—¿A qué te refieres con que se fue?

—¡Renunció! ¡Me dejó!— Confiesa y resulta ser mucho peor a cada segundo. — ¡Me dejó!

Ashton lo envuelve en sus brazos cómo puede, el rubio esconde el rostro en su pecho y se sostiene a las solapas del traje de su compañero. Se está derrumbando, siente como con cada respiración violenta que da se le desprenden los órganos de su lugar.

—Me dejó— Susurra en pleno llanto. —Amélie...

—Tranquilo. Respira. Tranquilo.

El llanto de Petunia le llama la atención al rizado y siente un nudo en su garganta al ver a la perrita al lado de su dueño, acurrucada como puede mientras suelta pequeños lloriqueos.

Qué inteligente es cuando sabe que su dueño se está muriendo.

—Tranquilo— Sisea. —Resolveremos esto, ¿de acuerdo?

El fotógrafo asiente, aunque no sabe cómo, se aferra más a Ashton y con un hipido logra inquirir:

—Marie, Victoria y Cécile.

—¿Qué pasa con ellas?— Frunce el ceño, ahora un poco más confundido que antes.

—Despídelas. Las quiero fuera de aquí. Ahora— Ordena sin piedad, con el rostro desfigurado en su suplicio. —Que no pongan un pie en mi edificio nunca más.

Ashton vuelve a mover la cabeza de arriba abajo hará eso, pero por ahora se quiere concentrar en hacer que el fotógrafo consiga respirar adecuadamente y deje de llorar.

Body art [#2] | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora