| Página veintinueve |

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La mañana prometía un día soleado a casi finales del verano, algunas hojas empezaban a desprenderse de las tupidas ramas de los árboles, perdiéndose en el aire y siguiendo un rumbo indefinido hasta un destino final que se desconocía para cada una de ellas. Decidió ir al parque más cercano para realizar su rutina de ejercicios que iniciaba con un ligero trote por veinte minutos aproximadamente, sin contar el trayecto de su casa al parque. Bakugo usaba sus audífonos para mantenerse concentrado y no distraerse con sonidos que no tenían nada de importancia pero que serían molestos a su paso. Vestía cómodamente al usar unos pantalones deportivos oscuros, una musculosa blanca que era resguardada por una sudadera roja de cuello de tortura y su cabello espigado se mantenía bajo la capucha de su pendra superior, no dejando que el aire rozara las hierbas de su cabello rubio.

En su mente creaba una rutina de ejercicios para el día, buscando no ser tan repetitivo y trabajar diferentes partes de su cuerpo dejando descansar otras. Habían sido ya tres días desde que inició con aquella rutina, no había nada inusual que hubiera visto en los anteriores que marcara una diferencia ese día. No fue así hasta que, antes de finalizar su periodo de trote, logró ver una cabellera conocida a la lejanía, en su camino, sentada en una banca de metal oscuro con la vista a su regazo, lo supuso por la posición de su cabeza al estar inclinada al frente. Sobre ésta, salían un par de orejas lobunas que se movían ligeramente al reaccionar a los sonidos de su entorno.

Se preguntaba qué hacía su compañera de clase ahí, sobre todo a esas horas de la mañana. Amaneció hace tan solo unos diez minutos y el sol ya regalaba calor y luminosidad a diferentes partes del parque, sobre todo a ella. No se detuvo en su trote, con suerte descubriría que hacía y no tendría la necesidad de preguntar.

Por su parte (Nombre) se encontraba realizando un pequeño dibujo sobre una libreta que encontró en el escritorio de su habitación y un lápiz cualquiera que estuviera cerca. La razón de su presencia se debía a su falta de sueño, logró dormir desde que se recostó en su cama, pero despertó cerca de las cinco de la mañana y desde entonces no conciliaba el sueño, observó por varios minutos la ventana, notando como el cielo se tornaba cada vez más claro. Optó por salir ese día, por realizar un dibujo de lo que veía, quizá como una forma de despejarse y distraerse por un instante; de ahí que ella se encontrara distraída realizando un dibujo cualquiera de lo que se encontraba a su alrededor.

Bakugo se percató de ello, no tendría necesidad de preguntarle y detenerse, seguiría con su carrera hasta cumplir el tiempo establecido para calentar; no obstante, (Nombre), al frustrarse por no lograr un buen dibujo, se puso de pie rápidamente, deseando lanzar sus pertenencias al aire e irse, pero se controló en esa acción y no previó que un cuerpo más grande chocara contra ella. Katsuki no pudo detenerse, buscó la forma de evitar a la chica, pero solo logró disminuir su fuerza de impacto.

La azabache, logrando reaccionar y confiando en que aquel individuo era más fuerte que ella para mantenerse firme, soltó sus pertenencias para aferrarse a él, siendo de su brazo derecho, sin embargo, eso no fue suficiente y terminó por ensuciar sus prendas y recibir un golpe en el trasero al caer. Oyó gruñir a la persona sin reconocerla y, pese al dolor de su cabeza, se disculpó de inmediato, sin recibir una respuesta.

—¿Qué demonios te pasa? —reclamó Bakugo sobándose la mandíbula tras recibir un duro golpe en ella.

Observó desde su altura a su compañera que realizaba la misma acción sobre su cabeza. La única diferencia entre ellos era que él permaneció de pie y ella cayó sobre su trasero en el frio piso de concreto que conformaba el sendero del parque.

—Lo siento —se disculpó la joven aceptando la culpa de lo sucedido. Levantarse de un salto tras su frustración con los dibujos fallidos de esa mañana le impidieron ver a su alrededor y que él se aproximaba a gran velocidad.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora