¡¿Quién te hizo eso?! - Aristemo

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Temo entró a la casa, primero asomo su cabeza para ver si había alguien, al no ver ni a Carlota, o peor a un a su prometido. Sabía que Diego no estaba, ya que lo acaba de ir a dejar con su mamá. Intento caminar lo más rápido posible, para evitar que llegara alguien antes de que pudiera ir a la habitación a maquillarse el golpe, con lo que acaba de comprar.

Sabía que si Aristóteles se enteraba de que Diego lo había golpeado, no dudaría en ir a golpearlo de regreso, sin importarle que él le pidió que lo golpeara para desquitarse de todo lo que había ocultado.

El castaño se sintió alivio al estar frente a la puerta de su habitación, aunque al abrirla y ver a Ari sentado en una orilla de la cama, su corazón se detuvo un momento, al reaccionar llevó su mano a su rostro para, intentar tapar el golpe. Pero cuando lo tomaron del rostro rápidamente supo que había fallado, se arrepintió de no haber elegido ir al baño para maquillarse.

—¡¿Quién te hizo eso?! —gritó el rizado— Dime ahora mismo, para ir a dejarlo mucho peor, nadie te toca —exclamó aún más enojado que antes.

Temo tomó ambas muñecas de su prometido, para evitar que continuará gritando, dio un paso al frente para que lo mirara y sus cuerpos quedarán casi juntos por completo.

— Cálmate —pidió el castaño— Estoy bien, te contaré que paso, pero primero hay que tranquilizase Tahí.

— No, primero iré a golpear a quien te lastimó, nadie puede ponerte una mano encima o se las verá conmigo y lo mismo le pasará al idiota que te pego —gritó Aris, caminando a la puerta, pero de inmediato su prometido le bloqueo la salida, mirándolo amenazante.

— Ya te dije que no paso nada, tranquilizante —pidió Temo, colocando ahora sus manos en el pecho del rizado— Por favor, hablemos Tahí.

Ari apretó aún más su mandíbula y puños, unió su mirada con la del castaño, arrepintiéndose casi al instante, ya que comenzaba a tranquilizarse odiaba que tuviera ese poder en él. Estaba a punto de ceder, pero bajó un poco su mirada, notando el color roji-morado en la comisura del labio que estaba partido y aún sangrando.

El enojo regresó de inmediato al rizado no podía quedarse de esa manera, habían lastimado a la persona que le importaba. En un movimiento rápido, movió delicadamente a su pareja alejando lo de la puerta dispuesto a irse, pero lo interrumpieron.

— ¿A dónde vas? No te he dicho, ni te diré quien me golpeó, quise explicarte la situación, pero tú solo piensas en golpear, ni siquiera te das cuenta de que tu actitud me duele más que los dos golpes. Por todo eso quería ocultártelo  maquillando el golpe —murmuró Temo, sentándose en la cama, colocando su rostro entre sus manos para calmarse, esperando escuchar como la puerta era abierta, pero no pasó.

Ari soltó la manija de la puerta, dándose vuelta mirando a su prometido que parecía demasiado cabizbajo. Se acercó en silencio, hincándose frente a él.

— Perdón, sé que no te escuché, no tomé en cuenta cuanto te podía afectar. No lo uso de pretexto, pero también ponte en mi lugar, acabo de perder a mi mamá, tú eres lo más importante para mí y el pensar que no te pude cuidar, me hizo ponerme muy mal. Además toda la situación que hay con Carlota, Diego y Ubaldo, también me tiene mal. —susurró el rizado, acariciando las manos de su prometido.

Ari suspiro, antes de entrelazar una de sus manos con la del castaño, dándole un beso en esta. Logrando que sus miradas se conecten de nuevo.

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