q u i n c e

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Luego de unos segundos, Jungkook abrió y se quedó tieso al ver a Jimin frente a la puerta. Seguramente no se imaginaba que sería él.

—Jungkook, ¿podemos hablar? —pronunció Jimin en voz baja.

Jungkook lo escaneó de arriba a abajo. Jimin miró su propio pijama y miró a Jungkook nuevamente.

—¿Que quieres? —preguntó Jungkook, al parecer ansioso por cerrar la puerta.

—Quiero hablar. ¿Puedo pasar?

—No.

—Vamos... —insistió Jimin. Le parecía estúpido seguir peleando por estupideces luego de lo que había sucedido.

Jungkook tragó duro y miró al suelo. Se movió para darle pasó a la habitación y dejó la puerta abierta. Tomó rápidamente una campera y se la puso sobre su camiseta.

Jimin se paró incómodo en medio de la habitación, pensando como darle las gracias.

Lo vió apretando los puños de la campera con las manos, y recordó el gran moretón que le había visto en el brazo el día anterior. Pensó que quizas por eso se había puesto una campera, para cubrirse.

Lo miró a la cara y habló:

—Yo solo quería darte las gracias por... salvarme la... vida.

Jungkook chasqueó la lengua y puso los ojos en blanco. Se sentó a los pies de su cama como si Jimin no existiera, y tomó un joystick para comenzar a jugar un juego de disparos.

—¿Para eso necesitabas pasar a la habitación? —preguntó mirando la pantalla de la televisión.

Jimin se sintió incómodo y miró al suelo. Estaba claro que lo había salvado solamente porque, de no haberlo hecho, su muerte hubiera quedado en su conciencia.

—¿Por qué me odias? —preguntó Jimin de repente, frunciendo el ceño.

Jungkook volteó y lo miró de arriba a abajo.

—Sabes donde está la puerta.

—No, enserio. No me iré hasta que me digas por qué me odias —se sentó a su lado en la cama.

—Toma asiento... —dijo Jungkook sarcásticamente.

—No puedes odiarme porque te robé a Samuel... —dijo pensativo—. Tiene que ser algo más.

Jungkook le lanzó una mirada despectiva.

—¿Viniste solo a jactarte de que me robaste a Samuel? Mejor vete antes de que te ahogue de nuevo. Y esta vez no te salvaré...

—Me odias desde el primer instante en que pisé la casa, antes de lo de Samuel.

—Pues ahora te odio más. Ahora vete.

—No...

—¡Vete!

—Dime por qué me odias.

—¡Fuera! —se levantó de la cama enojado y le señaló la puerta.

Jimin se paró frente a él para hacerle frente.

—¿Que te sucedió en el brazo? —preguntó Jimin en un tono firme.

—¿A ti que te importa?

—Solo quiero saber...

—Me caí. Ahora vete.

Jimin suspiró mirando el suelo.

—Escucha... —pensó un momento—. Hay unos masajes drenantes, que si los haces bien, quitan los moretones.

SWEET CHAOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora