VIII

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Les haré maratón pronto de está historia, esperemos que sea antes del fin de semana o el sábado jaja... Dependiendo de lo rápido que escriba, y no me critiquen por el sentido de la Historia que hago lo que puedo para que me quedé bien, y como me gusta empieza con sado y se desvía jajaja 😂

Nos vemos en la siguiente y veré sí les confirmó el maratón para estáe semana.

Feliz lectura…

Fue una mala idea renunciarle a mi padre, pero la familia real me rogó que volviera para atender a un pequeño de siete años que se encariño demasiado rápido de mí y que el irme lo puso muy triste.

Y ahora. Aquí estoy.

En el palacio. No siendo institutriz, porque esa mierda no me va, pero estoy a cargo del pequeño Logan. Hace un mes que regresé a trabajar y ganar un poquito más que las demás personas, aunque esa fue mi condición para volver, y que cuando Logan se aburriera de mí me dejarían ir sin problema y además me darían una carta de recomendación.

Me siento en la banca mientras Logan monta uno de los tantos caballos con los que cuenta el establo. Todos son muy bonitos, pero hay un par de animales que no sacan porque pertenecen a Samuel y el otro a Bastián. Un príncipe que me dejó de hablar porque le cancelé el contrato, y el que peor me trata de la familia real.

Cuando sus padres no lo ven me dice criada o mascota. Una vez le contesté… no me fue bien. Logan intento defenderme ante sus padres, pero fue inútil. Me descontaron un cuadro de casi sien veces mi salario y Bastián ganó esa ronda. Ya no me conviene molestarlo.

—¡Tranquilo, Azul!—le sonrío a Logan que detiene el animal color avellana frente a mí—¿Sabes montar, Nat?

—Mas o menos—palmea el costado de su animal cuando vemos a la nueva pareja de Bastián subirse al caballo dorado que tienen aquí.

Es Atenea. Cuando regreso del cuarto de Logan ella entra y en la mañana ella sale. Ya me hice la idea de hace en esa habitación en la noche y no gracias.

—Azul es el más dócil, te puedo enseñar.

Una sonrisa aparece en mis labios.

—Me gustaría, pero no creo que sea correcto que un príncipe enseñé a una plebeya a montar.

—Tonterías—dice como su madre—. Veamos si pueden alistarme a Mantequilla y te enseño con Azul.

—Tal vez otro día—estoy segura de que montar no se me daría.

Se encoje de hombros antes de jalar la rienda de Azul e ir a dar una vuelta por el sendero que la reina mando crear para este tipo de recorridos porque según comentarios de los empleados este lugar tenía un típico corral y era donde se daba la vuelta, la reina se enfado de dar vueltas cuando montaba y ahora, así quedó.

Me quedó en la banca mientras veo en mi teléfono que mi autora favorita de Wattpad cambió el título del libro y que aparte la portada, ya me había gustado la que veía cada que abría la aplicación.

—¿Qué no las criadas están adentro?

Levanto la cabeza para ver a Bastián que no muestra ni una sonrisa burlona en ese rostro que quiero golpear desde hace unas semanas.

—No le sirvo a usted, príncipe Bastián.

—Pero sí a mí familia.

Estoy por responderle cuando un animal se pone en medio de los dos, ni siquiera se má había acercado lo suficiente como para que llamáramos la atención de una discusión. O algo así.

La Corona Del Príncipe (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora