Introducción

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Cambridge, 20 de Junio de 1820 – 7:16 pm

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Cambridge, 20 de Junio de 1820 – 7:16 pm

La llovizna se extendía como un manto grisáceo sobre las viejas casonas. La calle estaba casi desierta y los truenos resonaban a lo lejos.

— ¿Quién dijiste que era? —Drake resopló ante la pregunta reiterativa de Byrion. Se lo había repetido paso a paso hasta el hartazgo.

—La solterona Miller... —Respondió entre dientes.

— ¿La que te abofeteó? —Movió su cabeza afirmando mientras fastidiado rodaba sus ojos. Byrion lanzó una carcajada mientras llevaba el cigarro a sus labios. — ¿Por qué la llamas así? Por amor a Dios...

—Es solterona...

— ¿Y desde cuando te guías por lo que dice el cortejo de sanguijuelas?

—Desde que la conocí y entendí que lo que dicen de ella es verdad... por otro lado, ¿qué clase de señorita es soltera a los veinticinco?

—No sé...

— ¿Podemos concentrarnos? —Le interrumpió —Ha de llegar de un momento a otro y no podemos perder la oportunidad. Ya estoy hastiado de estar en esa casa a merced de los chismosos y vestido de muñeco...

Byrion dio una última pitada a su cigarro y lo lanzó a un costado mientras recorría nuevamente los carruajes y los rostros.

— ¿Y estás seguro que vendrá? Mira como esta el clima...

— ¿La solterona? —preguntó con ironía mientras sonreía de lado. —Esa mujercita es lo más testaruda y orgullosa del mundo, tozuda y dura de entender; pero tiene un defecto: un corazón sensible y una amiga zorra capaz de todo...

Su amigo lanzó una carcajada que resonó en el callejón.

—A excepción del corazón sensible diría que entonces es igual a ti...

—Claro... por eso digo. Es su defecto, de lo contrario sería perfecta— Byrion volvió sus ojos a Drake que permanecía de pie junto al paredón y lo observó con detenimiento mientras pensaba un instante.

— ¿Acaso te gusta la señorita solterona? — vio su rostro girarse hacia él. El agua caía sobre su capa y recorría el cabello que escapaba de su protección.

—Claro que me gusta. —Dijo con seriedad mientras Byrion abría sus ojos de hito a hito por su confesión; lo que duró apenas un segundo, pues de inmediato continuó —Para darle una buena reprimenda, asustarla lo suficiente para que aprenda a respetar y no meterse donde no le importa.

—Pfff... ¡Vamos que la reprimenda te la dio ella a ti! No la conozco, pero si te dio una bofetada, juro que me simpatiza. —Rio rememorando el acontecimiento mientras Drake torcía su boca fastidiado.

— ¡Allí! —señaló el carruaje de Hemingway mientras alertaba entre dientes y escondía rápidamente su cuerpo en las sombras.

Byrion cubrió la mitad de su rostro con el pañuelo dejando solo sus ojos a la vista, acomodó su sombrero y se escurrió por el callejón mientras observaba el cuerpo esbelto de la señorita caminando presuroso, con la falda recogida y una capa cubriendo su cabello castaño. A su lado solo un muchacho acompañándola y cubriendo su cuerpo de la llovizna con un parasol.

ANTE TI, SOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora