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El silencio reinaba en la sala y ni un alma se movía. Nadie se llegó a imaginar que los acontecimientos fueran a dar un giro tan drástico. Danae miraba al suelo confundida y con los ojos empañados de lagrimas, mientras que sus amigas la apoyaban sabiendo lo que le afectaba el tema de sus padres biológicos. 

Sin miramientos, salió de la morada a paso rápido sin levantar la mirada, en dirección al bosque; dejando preocupada a más de una persona. 

Agda, saliendo de su ensoñación y demostrando valentía, plantó cara al desconocido que se había atrevido a herir a su amiga. Aun habiendo sido sin intenciones.

- ¿Pero tú quién te crees que eres para decirle eso? - Preguntó con el ceño fruncido - No tienes ningún derecho de hablar de sus padres, ni uno. Vamos, Janne - Finalizó cogiendo de la mano a su mejor amiga y siguiendo el camino que Danae había hecho. 

Cuando las chicas salieron, se creó una tensión que le resultaría inaguantable a cualquiera; pues todos le tenían fe al vidente, pero los hechos parecían increíbles. Nunca en su existencia habían presenciado tal cosa, menos todavía conocido al presunto hijo de un dios. O hija.

El vidente, con pesar, se levantó y se puso de pie, estirando así las arrugas de su vestimenta. Miró a Ragnar a los ojos, y vio lo que necesitaba para proseguir con la profecía. 

- Ella, reinará junto a su rey. Serán felices, al igual que el pueblo - Dijo, mirando significativamente a Ivar - Pero no será fácil. Tiempos oscuros y fuerzas no deseadas se acercan; pero ella y él, pueden cambiar el destino. La princesa de los dioses está destinada a maravillosas cosas, con su luz iluminará todo; un mal movimiento del indicado y será capaz de destruir todo lo construido - Volvió a decir, mirando a Ivar de nuevo, dándole a entender a todo el pueblo que él iba a ser importante en la historia. Llenándoles de asombro, de nuevo. 

Ragnar, que no salía de su asombro y emoción, miro a sus hijos. 

- Id a buscarlas, ahora - Dijo con autoridad, aunque todos podían notar un deje de preocupación en su voz. 

Ivar fue el primero en levantarse, y casi sin ayuda de sus muletas salió a paso rápido a buscar a la chica. Parecía ser el único en no darse cuenta de la mejoría de sus piernas, pero su familia le miraba orgulloso y con emoción. Sus hermanos se levantaron de la misma manera dándose cuenta de la importancia del asunto, y dándole un asentimiento a su padre se encaminaron a por Danae. 

Cuando ya ellos se habían ido, Ragnar miró al vidente con curiosidad. 

- ¿Me está diciendo que esa chica, es la hija de una diosa? - Preguntó escéptico - ¿De la diosa Freya?

- Y del dios Odur, así es. No solo eso - Respondió con voz ronca - Ella es la elegida de todos los dioses, la favorita. Lo más cercano a pureza, bondad y lealtad que ellos hayan podido crear - Dijo recordando los sucesos acaecidos con anterioridad - Tan solo está dañada. 

La cabeza parecía darle vueltas a todos los ciudadanos que se encontraban allí reunidos, pues se sentían dichosos a la vez que preocupados por la presencia de Danae. 

Bajo un árbol en los bordes del bosque, se encontraban sentadas las tres amigas. Una con lágrimas en las mejillas sin decir palabra, acurrucada en el pecho de su amiga Janne, mientras que ambas le daban caricias en el pelo y la dejaban ser. 

No era la primera vez que Danae tenía un episodio similar, pero sí la primera que le ocurría lejos de su casa. 

Los príncipes se acercaban cada vez más habiéndolas visto a lo lejos, pero pararon una vez que se encontraban a una distancia prudente, pudiendo escuchar la conversación. Se mantuvieron en silencio.

- Pequeña, sabemos que te afecta, pero tienes que ser fuerte. Han pasado muchas cosas en el día de hoy, si quieres podemos volver y descansamos. Mañana será otro día, ¿te parece? - Dijo Agda con gesto preocupado y echándole una mirada a Janne.

Danae, no podía controlar sus lágrimas y seguía llorando silenciosamente. 

- A veces... a veces siento que no soy querida. Sé que mis padres me aman al igual que Axe también, y yo les amo. Y les debo todo. Pero esto me supera - Dijo Danae - Primero, aparecemos en un tiempo que no es nuestro sin saber cómo ni por qué, luego Axe se cae al agua sin saber nadar, y después viene un encapuchado diciéndome quién es mi madre, y no solo eso. Me tengo que creer que es una puta diosa. Una puta diosa, chicas. ¿Cómo me tomo yo eso? - Dijo sollozando de nuevo y acurrucándose más en Janne.

Lo único que podían hacer era seguir acariciándola, pues ninguna de las dos sabía muy bien como consolarla. Agda miró hacia el frente y se dio cuenta de que estaban siendo observadas discretamente, y dándole un codazo a Janne se levantaron dejando a Danae sentada con la cabeza en sus rodillas. 

Ambas chicas se acercaron a los príncipes, y dándose cuenta de cómo Ivar miraba a su amiga, le dieron un asentimiento. Él, tímido pero a paso seguro se acercó, sentándose a su lado. Los demás se quedaron observándoles, sin intenciones de marcharse. Pasando un brazo por encima de sus hombros para acercarla a él, empezó a pensar en el inicio de la conversación. 

- Vaya día, eh - Dijo sin saber qué decir, pero apretándola más a su cuerpo y oliendo su pelo con disimulo. Contra todo pronóstico, consiguió sacarle una risa a la chica, haciendo que todos los presentes sonrieran ligeramente. Sus amigas se miraron sorprendidas y con sonrisas cómplices.

- Lo siento - Dijo Danae levantando la cabeza y secándose las lágrimas - Soy una tonta - Dijo con una sonrisa que le robó, por segunda vez, el corazón. 

Ivar nunca había estado tan cerca de una chica, al menos no con las mismas intenciones, y por primera vez se dio cuenta de lo bonitos y únicos que eran sus ojos. Se quedó embelesado. 

- No eres tonta - Dijo sonriendo - El vidente puede asustar a veces, pero no lo hace con maldad. No es su culpa ser un poco feo, ¿sabes? No todos pueden tener nuestra suerte - Dijo egocéntrico y cambiando el tono de voz al final de la frase, haciendo reír de nuevo a Danae, esta vez más animada. 

Se quedaron mirando fijamente, ambos sin saber qué decir pero con sonrisas tontas en sus rostros. Danae no se podía creer que con solo una frase y ese pequeño acercamiento se hayan podido disipar sus ganas de llorar; Ivar no creía que fuese real el tener esa cercanía con ella. Mientras que los demás, los cotillas, estaban con pequeñas sonrisas observando la escena. 

Agda se acercó rompiendo el momento, haciendo que Janne se diera una palmada disimulada en la frente. 

- Chicos, ¿y si volvemos? Hace un poco de frío - Dijo arrodillándose frente a Danae y sonriendo a ambos.

Todos asintieron. El primero en levantarse fue Ivar, que haciendo una cómica inclinación, se dirigió a Danae. 

- ¿Mi reina? - Dijo con travesura en su mirada, sabiendo muy bien el significado de ese apodo. Pues ella era e iba a ser su reina, por siempre.

Danae sonrió tímida, y agarrada de su mano se levantó y se dirigió junto con todos a la casa, entre conversaciones y sonrisas.  


ATEMPORAL | Ivar the Boneless |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora