25. Para aliviar la fiebre

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El Estudio Jurídico lleva cerrado desde ayer y permanecerá así hasta mañana, por duelo. Por ese motivo no he ido hoy a trabajar y estoy en casa desde que salí de la universidad.

Mamá me invitó a ver una película, pero rechacé la oferta. No me siento con ánimos para hacer nada. Estoy acostada en la cama y he pasado las últimas horas intentando leer un libro, sin poder concentrarme.

Stacy sale del baño e ingresa a nuestra habitación con una toalla envuelta alrededor de su cuerpo y el cabello mojado.

—¿Vas a salir? —Le pregunto.

—No. Es decir, Ricardo me invitó a ir al cine, pero no quiero dejarte aquí sola, así como te encuentras. Estaba pensando que podríamos llamar a Tadeo y salir por unas malteadas.

Se sienta al borde de la cama y acaricia mi brazo con delicadeza. Sabe que estoy decaída y ella también ha estado intentando distraerme durante toda la tarde.

—No te preocupes, estoy bien —intento tranquilizarla—. De todos modos, no tengo ganas de salir.

—Será solo un momento. Te prometo que no demoraremos más de una hora.

Sé que se preocupa por mí, pero no quiero que cambie sus planes por quedarse a cuidarme. Soy la hermana mayor, después de todo. Normalmente soy yo quien la cuida a ella.

—Solo ve a divertirte —sentencio, acentuando mi petición con una sonrisa, para persuadirla.

No parece muy convencida. Dedica los siguientes minutos a secar su cabello y, como no he cambiado de opinión una vez que acaba, se resigna a llamar a Ricardo y aceptar su invitación. Luego revisa entre los vestidos de su placar, buscando qué ponerse.

La verdad es que no me encanta que salga con él, porque se nota que solo está forzándose a ella misma a olvidarse de Bruno. Aunque no quiera aceptarlo, para mí es notoria la diferencia cuando sale con este último, pues se arregla con muchas más ganas y una sonrisa, cosa que no ocurre cuando se trata de otro chico.

El timbre suena mientras ella se está vistiendo y, como sé que mamá está viendo una película y Eric ya se fue al bar, no me queda opción más que levantarme de la cama y bajar hasta la entrada, para ver quién viene.

Llevo puesto un pantalón corto desgastado, una remera sin forma de esas que llegan hasta el muslo, y alpargatas. No es el atuendo ideal para recibir visitas, pero después de todo, estoy en mi casa.

Bruno levanta una ceja cuando me ve en la entrada, vistiendo ridículamente, y hace un pequeño bufido de burla.

—Hola, tonto —lo saludo.

—Hola, Brenda. —Hace énfasis en mi nombre, como si eso lo hiciera ver más maduro—. Vengo a ver a Stacy.

—¿Brenda? ¿Ya no soy "pulgosa"? Eso significa que te caigo bien —Me burlo, con cierta malicia.

La verdad es que ver a Bruno aquí me levanta un poco el ánimo, a pesar de que me da algo de vergüenza haberle llamado la noche anterior a llorar por el miedo que me dio ver a Lucas sentado al borde de la terraza con la lluvia y el viento soplando tan fuerte.

—Significa que has subido un peldaño en mi escala de aguantarte, no que has salido de ella —se defiende—. Ahora déjame pasar.

Entonces recuerdo que mi hermana saldrá con Ricardo y dudo durante un instante.

—Es que Stacy ya tiene planes para esta noche, no creo que pueda verte...

—¿Planes? ¿Con quién? —Parece leer en mi expresión que no se lo voy a contar y, de hecho, estoy por decirle que es algo que debería preguntarle a ella, cuando prosigue—: Va a salir con alguno de esos tipos. ¡Qué mierda!

Ese último momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora