Capitulo 11

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Después de más de una década siendo vampiro y de exponer sus pensamientos más profundos - tanto los vulnerables como los retorcidos y sádicos - sólo a Satoru, Itadori jamás llegó a pensar lo bien que se sentiría hacerlo con Nanami; por supuesto, aquella era una situación única y gracias a eso - o por desgracia, en realidad - , Itadori se percataba de que pese a que habían transcurrido tantos años...no había confiado en nadie más que no hubiese sido su mentor y pareja, encontrándose prácticamente solo en aquel nuevo mundo en el que le tocaba existir.

Sin embargo, parte de la incertidumbre y de la tristeza que había acarreado desde la desaparición de Satoru se alivianaron al descargar todas sus frustraciones con Nanami, incluso las que recordaba de su época como humano; increíblemente, Itadori aún recordaba fragmentos de sus conversaciones con Suguru desde el momento en el que sus padres se lo habían presentado, como había intentado convencerlo en reiteradas oportunidades y los métodos que había utilizado para contrarrestar los efectos que Satoru tenía sobre su cuerpo humano en aquella época. Luego, le había relatado lo que el mayor le había contado de su historia con el sacerdote y, en ese momento, Nanami pareció reconocerlo.

"Ya sé de quién estás hablando", había dicho escuetamente Nanami sin soltar mayor información. Si bien la seguridad y firmeza de sus palabras con respecto a que ningún humano podía acercarse al castillo sin que él lo supiese o permitiese seguía en pie, un dejo de preocupación apareció en el semblante de Nanami y a Itadori no se le pasó por alto, preocupándolo también a él.

— ¿Tú lo conoces, Nanamin?

— Personalmente, no...pero Gojo no es el único vampiro que ha tenido problemas con ese individuo. Yuuji, no abandones el castillo hasta que logremos localizarlo con certeza, por favor.

— Pero...

— Si logró herir de gravedad a Gojo, ¿qué piensas que hará contigo? No es mi intención menospreciarte, pero tienes que entender que ese humano conoce los artilugios más rastreros contra nosotros, y tú no.

— Me está buscando a mí, estoy seguro. Si tan sólo me dejo ver, quizás...

— Es mi última palabra, Yuuji. Si quieres mi ayuda, será a mi manera.

Y eso había sido todo.

Itadori se sentía más liviano en cuanto a sus sentimientos negativos y fatalistas con respecto a Satoru, pero más culpable que nunca por inmiscuir a Nanami en un problema que en realidad no era suyo del todo, si bien Satoru lo había involucrado desde antes y prácticamente lo había obligado a través del remordimiento a hacerse cargo de Itadori...y éste suponía que en el proceso, hacerse cargo del que lo quisiera asesinar.

Y ya había pasado otro maldito mes encerrado en ese castillo literalmente desolado y frío, la nieve...no, el hielo cubriendo incluso algunas de los ventanales de los pisos inferiores. Itadori agradecía no verse afectado por el calor y el frío extremos porque la verdad, en otras circunstancias...

Nanami se había limitado a controlar los pueblos cercanos al castillo sin resultado alguno; a esas alturas, la ansiedad y los pensamientos fatalistas de Itadori comenzaban a asomarse a su mente con fuerza nuevamente, la idea de que en realidad Suguru sí había permanecido en Europa para darle caza efectiva a Satoru olvidándose de él más fuerte que nunca, el deseo irrefrenable de salir de allí, de faltar a la palabra de Nanami más intenso con cada día que pasaba sin resultado alguno y...

...y la idea de que Satoru sí había muerto y Nanami lo había estado conteniendo con mentiras piadosas para resguardarlo del peligro estaba más presente que nunca, disparando su ansiedad hasta los techos más altos del castillo.

El extraño de mi cuarto [GoYuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora