𝐍𝐮𝐞𝐯𝐞

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Pasé mis manos por mi rostro mientras caminaba hacia mi habitación, bufé al sentir las llaves en mi bolsillo; al menos ya había llegado la hora de ir a la cama

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Pasé mis manos por mi rostro mientras caminaba hacia mi habitación, bufé al sentir las llaves en mi bolsillo; al menos ya había llegado la hora de ir a la cama.

—A veces siento que es mi culpa...

Al instante reconocí la voz de Erwin al igual que su tono, uno arrepentido y, me atrevo a decir, algo ebrio.

Por curiosidad, decidí acercarme disimuladamente para escuchar aquella conversación.

—Erwin, eso no es verdad —contestó Hanji con voz consoladora.

—Por supuesto que sí, yo... intenté proteger a Cali de todo, me lo prometí desde que nuestro padre estuvo en la cárcel y murió. La protegí de todos, menos de ella misma...

Hubo un silencio desolador, pero por alguna razón quise seguir escuchando.

—Hiciste más de lo que podías, Erwin; la cuidaste,la quieres y la protegiste...

—No sus sentimientos... y mirala ahora, planeando un jodido atraco, jugando con los sentimientos de los demás sin saber que ella los tiene... no ha vivido lo que debería vivir a esa edad. Enamorarse, salir al mundo exterior, perderse un poco...

—Cada quien tiene su manera de vivir, y tal vez ella...

—Es un Everest —continuó el rubio con tono severo— un maldito Everest.

Y no sé qué me dolía más, saber que mi hermano se siente así por mi culpa o el hecho de arrastrarlo conmigo hasta aquí. Me discutía eso mientras veía nuestra foto junto con mamá y papá.

La vibración de mi celular me sobresaltó, sin embargo, contesté una vez que leí el nombre de Levi y su apellido en la pantalla de éste.

—¿Sí? —contesté tratando de sonar tranquila.

—Hola, ¿Estás ocupada? Me preguntaba si querías que cenaramos juntos o algo así.

—Y-yo... no lo sé, es que estoy algo cansada y...

—Petra, ¿Estás bien?

Me quedé en silencio unos segundos, abrí la boca para contestar pero no pude pronunciar monosílaba alguna. Sentía nuevamente las lágrimas acumularse en mis ojos.

—Iré para allá —declaró al no recibir respuesta alguna de mi parte.

—N-no... ahora debo estar hecha un desastre —reí ligeramente en tono triste mientras limpiaba una lágrima que recorría una de mis mejillas— no quiero que me veas así...

—Tú no permitiste que me ahogara en mi soledad y yo no te dejaré sola ahora.

Suspiré pesadamente mientras tallaba uno de mis ojos.

—Entonces, te espero —respondí con media sonrisa.

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𝐇𝐄𝐈𝐒𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora