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Ryomen disfruta de la nueva rutina que se establece en las últimas semanas; por el día cuida de Megumi en la enfermería cuando este vuelve de sus misiones y entrena con él durante las noches a escondidas de Gojo.

Pasar tiempo con la promesa de primero resultaba un deleite y aunque él no se atreve a cuestionarse sus sentimientos, tampoco trata de engañarse.

Fushiguro le atrae como el infierno.

Pero no quiere apresurar ni confundir las cosas y volverlo incómodo para ambos más adelante.

Le han atraído muchas cosas en su vida y al cabo de un tiempo, pierde el interés. Algo en lo profundo de su ser le dice que esta vez no será diferente.

Fushiguro Megumi es solo una atracción momentánea y tampoco es que sea recíproco.

Ryomen está bien con eso.

O eso es lo que se repite cada que el día culmina, antes de dormir y soñar con sus constelaciones favoritas, desde Orión hasta Andrómeda, comprimidas en atractivos orbes de azul noche.

▪ ▪ ▪

Ryomen tira y patea la sábana que cubre su cuerpo semidesnudo con rabia mientras gruñe. El griterío del exterior alcanzando sus sueños.

ㅡ ¡Maldita sea, son las siete de la mañana! ㅡ Grita de vuelta, levantando la cabeza de la almohada. Aunque sabe que nadie va a prestarle atención. ㅡ ¡Hay gente tratando de dormir aquí!

Pero el escándalo no se detiene, así que se levanta, ducha y viste entre insultos y maldiciones para nada disimuladas.

Al salir al pasillo se encuentra con Maki caminando igual o peor de enrabiada que él.
Al menos no fue el único que empezó el día como una mierda, se consuela.

ㅡ ¿Qué le ocurre al lunático ahora? ㅡPregunta apenas la ex ZenIn pasa por su lado, ella se detiene, lo mira y Ryomen está casi seguro de que si fuera otra persona sería golpeado hasta la muerte.

ㅡ El príncipe Okkotsu está de vuelta. ㅡ Es todo lo que ella dice y, girando sobre sus talones, retoma su camino dejándolo solo en el pasillo.

Ryomen bufa con ironía, por supuesto que Satoru estaba haciendo todo ese escándalo tan temprano si su favorito de segundo volvió del extranjero.

Yuuta Okkotsu, hechicero de grado especial, pariente lejano del payaso de Gojo y con una maldición de amor impuesta por él mismo.

Ryomen nunca pudo respetarlo o siquiera tenerlo en cuenta, no cuando el chico era tan miedoso e inseguro a pesar de ser ridículamente poderoso.
Siempre con el papel de víctima en la historia, y era del tipo que solo muestra el veneno letal que es cuando es provocado, luego se oculta bajo amabilidad y timidez aplastante.
Así que sí, su vuelta al colegio no podría importarle menos.

Bostezando y con las manos en los bolsillos sigue el sendero que lleva a la sala en común, como ya está despierto cree que aún puede ir a insultar un poco a Satoru por atreverse a despertarlo.

Solo que al llegar, todos están en la entrada y algo en su pecho se agita, siente su estómago revolverse y unas inmensas ganas de gruñir. 

Okkotsu está ahí, sí, pero ya no es el niño temeroso y escuálido que él recuerda, ganó peso y hombros anchos, su característico uniforme blanco de chico problema ajustándose con elegancia a su cuerpo.
También hizo algo con su cabello al dejarlo más largo y arreglado.

Y Ryomen jamás admitirá que se ve jodidamente atractivo ahora, no cuando el imbécil está cerca de Fushiguro Megumi.

Peligrosamente cerca.

Okkotsu ríe de alguna tontería que cuenta Satoru mientras que lo presenta a los de primero, pero está pegado a Megumi y una de sus manos descansa sobre el hombro de él.

Gruñe sin poder evitarlo y se asegura de que sus pasos resuenen sobre el suelo mientras camina hasta el grupo, sus manos apretadas y escondidas en la comodidad de sus bolsillos.

ㅡ En serio, solo lo dejo unos meses en el extranjero y este chico vuelve como un idol. ㅡ Satoru resopla, revolviendo el azabache de Yuuta. La sonrisa amable nunca desaparece de su rostro.

ㅡ Fue difícil reconocerlo. ㅡ Ryomen escucha la voz baja y somnolienta de Megumi y se interesa al instante. El lobo se gira, viendo al recién llegado de pies a cabeza. ㅡ Incluso tu rostro parece diferente.

ㅡ Disculpen entonces. ㅡ Okkotsu vuelve a reír a la par que ajusta el equipaje sobre el hombro. ㅡ No todos fuimos bendecidos con una cara bonita como la tuya, Megumi.

Oh no, él no se atrevió a decirle eso y a llamar con tanta familiaridad a Fushiguro Megumi frente a Ryomen.

ㅡ Solo mira cuánto has crecido mientras que no estuve.ㅡ La voz tranquila de Okkotsu y la mano que ahora revuelve el cabello del primer año logran mayor desagrado en el pelirosa tatuado. ㅡ Deberíamos ir a comer algo pronto, Megumi.

Alguien sin dudas va a acabar con Yuuta Okkotsu apenas tenga la oportunidad en sus manos. 

Pero lo que más rabia genera en el tigre de segundo año, es que Gojo no hace nada, no se inmuta ni siquiera un poco cuando el chico problema manosea y coquetea con su tan querido niño en su propia cara.

No hay gritos, no hay amenazas, no hay empujones y tampoco hay ridículos límites de distancia.

No hay nada viniendo del hechicero más fuerte, y el reconocimiento de ello hace hervir de ira a Ryomen y estaría escupiendo fuego si aquello fuera humanamente posible.

Y por sus propios celos cegandolo, Ryomen no es capaz de prestar atención a los puños cerrados y la tensión que envuelve a su hermano o como la amiga vudista de este mantiene una mirada afilada al chico que se mantiene entre los ZenIn sonriendo y brillando más que el sol.

Ni mucho menos ve el leve y casi imperceptible ceño fruncido del discurso maldito.

Ryomen solo puede mantener su atención enfocada en como Fushiguro Megumi le devuelve una tímida sonrisa al príncipe encantador.

Y quizás, solo quizás, descubre que Megumi es mucho más que una simple atracción momentánea.

.

.

.

¡Hey! ¿Como están? ✨

Solo paso a decir que, no, no me importa que Jun diga que me gusta un vato crikoso. 🤺🤺

Yuuta mi varÓN

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Yuuta mi varÓN.
🛐🛐🛐

Vanger.

P r o t e c t e d || SukuFushi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora