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Miraban el cielo nocturno en silencio.
Sus pieles eran cubiertas por gruesos abrigos para la ocasión, veían las brillantes estrellas esparcidas por todo el cielo nocturno.
La rubio fresa estaba a su lado, miraba con una sonrisa brillante el cielo, parecía contar todas las estrellas posibles.
―Los Black... tienen como tradición nombrar a sus hijos como las estrellas y constelaciones. ―su voz suave y delicada rompió el silencio, el chico la miraba con una sonrisa en su rostro. ―Si tienes hijos en algún futuro, ¿Cómo los llamarías?
Sirius tomó aire antes de hablar.
―Admito que nuestra tradición es única y agradable... pero no quiero tener nada que venga de los Black.
―Si mi familia hubiera tenido esa tradición, y aunque no me enorgullezco de ellos... créeme que seguiría con la tradición.
》Hay nombres tan comunes, tal vez en algún futuro exista otra Freya con distinto apellido... su tradición es única y original, si pudiera llamar a mis hijos como constelaciones o estrellas lo haría.
El Gryffindor la miró con ojos curiosos.
―¿A sí? ―inquirió, la Slytherin asintió con la cabeza mirándolo a los ojos por primera vez en minutos. ―¿Cómo los llamarías?
―Dime un número y te diré los nombres perfectos.
Sirius pensó durante unos segundos, antes de responderle.
―Cuatro.
Freya le dedicó una sonrisa antes de responder.
―Antares. ―dijo el primer nombre. ―Es la estrella más brillante de...
―Escorpio. ―interrumpió el de ojos grises.
―Phoenix, simplemente me gusta, Nashira es la cuarta estrella más brillante de Capricornio. Y por último... Corvus, es mejor que Sirius.
―¡Oye!
Freya rió ante la indignación del Gryffindor, quien se derritió al escuchar la dulce risa de la Slytherin.
―¿Alguna vez has imaginado a tus hijos?
Sirius pareció perderse en su rostro pálido, una boba sonrisa se apoderó de su rostro y algo se removió dentro de él.
―No hasta ahora.
La Slytherin giró a verlo.
―¿Quieres comenzar con el primer paso? ―sugirió el Gryffindor, apoyándose con su codo izquierdo, mirándola con completa atención.
―¿Qué esperas?
El pelinegro pasó la lengua por sus labios, se acercó lentamente a la rubio fresa que lo miraba con total atención y con una pequeña sonrisa en su rostro, luego ella también comenzó a acortar el poco espacio que ahora tenían.
