Epílogo

12.9K 1K 1K
                                    

Siete meses después

Vacaciones de verano

Camile Rooney

Alex seguía en su habitación buscando algo que le combinara con la horrible camisa que le había obsequiado Elizabeth en su cumpleaños, ella estaba muy agradecida con él por haber hecho todo lo posible por arruinar el burdel de Jane Brackley y ocasión que encontraba le obsequiaba cosas a Alex. A mí no me obsequiaba nada, así que había altas probabilidades de que la chica estuviese interesada amorosamente en mi amigo, pero claramente debían conocerse más porque Alex no era de los chicos que utilizarían una camisa cuadrillé naranja con azul, ni siquiera a mí me gustaba que era fanática de las combinaciones extremas.

—Ya quítatela —opiné cuando lo vi salir a la sala por décima vez con un pantalón azul oscuro —, de verdad no combina con nada.

—Es que no me la he puesto y hoy nos veremos en la fiesta ¿Cómo no voy a usarla?

—Debes ser honesto, sino siempre te obsequiará cosas así...

—¿Cómo así?

—Así feas.

—No está tan mal —dijo mirándose a sí mismo.

—¡Ni siquiera combina con el pantalón negro! ¡Y el negro combina con todo, Alex! —exclamé como una experta en moda, él soltó una carcajada y asintió lentamente.

—De acuerdo —rodó los ojos.

Habían pasado siete meses desde el día en que pensé que no iba a poder levantarme de la cama nunca más, sin embargo, pude hacerlo. Un poco obligada por Alex, Harriet y Dylan. También por Alina e Isabella y ya... démosle crédito también a Leah e Isak. No sentía todavía que la herida se había cerrado, pero no hablar de él me había estado funcionando.

Un día Alex llegó a Portland sin avisarme, habían pasado casi cinco meses sin vernos y lo primero que me dijo fue que debíamos juntar dinero para vacacionar en verano, que debíamos salir de Portland y, al menos, conocer otras ciudades de Estados Unidos. Mi gran amor por viajar y conocer más lugares me hizo decir de inmediato que sí. Me empeciné en olvidar a toda costa a Jared y a juntar dinero trabajando hasta en horario extra, Alex también lo hizo y nuestra primera parada estaba siendo Seattle, en donde realmente vivía Elizabeth, aquella chica que había confiado en Alex en el burdel y le había pedido ayuda. Y exactamente esa noche era su cumpleaños y nos había invitado. La verdad es que sólo teníamos dinero para dos paradas, así que intentábamos disfrutarlo.

—Así te ves más decente —opiné cuando caminó hasta la sala, se giró mostrándome completamente su nuevo outfit y yo asentí.

—¿Sólo decente? —resopló.

—Atractivo, te ves bellísimo.

—Cualquier cosa, menos bellísimo —frunció el ceño —, atractivo, guapo, caliente, todo eso te acepto pero ¿bellísimo? ¿qué es eso?

Solté una carcajada y sólo negué con mi cabeza. Le pedí que se diera prisa porque ya había pedido el taxi, así que, aplicándose perfume a la velocidad de la luz, salimos corriendo del hostal para subirnos al taxi.

Apenas llegamos a la casa de Elizabeth, nos percatamos de que no era una fiesta como imaginábamos, de hecho, había cinco personas aparte de ella y todos se encontraban sentados conversando y bebiendo un par de cervezas. Me apegué a Alex e intenté parecer normal cuando todos comenzaron a saludarnos como si nos conocieran de toda la vida, casi sentí que entré a una sala en donde era famosa.

—¿Cómo están? Los estábamos esperando ¿quieren servirse algo? De inmediato les traigo algo de beber —dijo Elizabeth muy rápidamente, quien no podía ocultar sus nervios al ver a mi amigo.

El destino que no soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora