Colección de One Shots sobre nuestro querido Ben Barnes.
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Las huellas de unas pezuñas se plasmaban en la nieve, proveniente de la centáuride que galopaba con determinación hacia el Erial del Farol. Los aullidos de los lobos se escuchaban por todo el bosque, tratando de encontrar a la criatura mitológica que habían rastreado con sus olfatos.
Sus movimientos fueron escasos al llegar a su destino y observó con detenimiento la cesta hecha de mimbre. Su curiosidad fue mayor y se acercó un poco más para verificar su contenido. Una pequeña bebé humana envuelta en diversas mantas coloridas, jugando con los copos de nieve que caían en su regazo. El corazón se le enterneció y cargó la cesta cuidadosamente, retomando su camino hacia casa, con un gran tesoro concebido por Aslan.
El establecimiento de la tiranía por parte de Jadis (La Bruja Blanca) trajo consigo la disminución de la vida en Narnia, el invierno eterno menguaba bajo el peso del frío y la desesperanza.
La centáuride se convirtió en tu madre y protectora, a medida que crecías te entrenó con ideales ligados a la libertad y fidelidad a Aslan. A los quince años contabas con una vasta experiencia en el combate cuerpo a cuerpo y el uso de diversas armas, pero, tu favorita era el hacha. Cuando se esparció por el país el rumor de la llegada de los hijos de Adán y Eva, esta fue una señal para que ambas emprendieran un viaje hacia los campamentos de Aslan.
Contemplaste con asombro a los hermanos Pevensie, quienes llegaron con una pareja de castores para solicitar el rescate de su otro hermano, encendiendo una luz de esperanza en toda la tropa. Aslan te presentó a los herederos del trono e instantáneamente formaste una amistad con ellos y más con la pequeña niña del cabello cobrizo, grabándose en tu corazón la inocencia y su sonrisa risueña.
Después que Edmund regresara con su familia, la Bruja demandó una audiencia con Aslan tratando de eliminar al traidor, no obstante, no contaban que el león se ofreciera como sacrificio para proteger al niño. Esa noche viste a las hermanas Pevensie salir de su tienda para seguir a Aslan, querías ir tras ellas, sin embargo, una mano tocó tu hombro.
"Mi pequeña flor, ¿no deberías estar dormida?" la voz de tu madre sonaba con suavidad sobre el silencio de la oscuridad.
"No creo poder hacerlo, tengo un mal presentimiento que no me deja respirar tranquila." respondiste apenada que te descubriera en vela.
"También lo sientes resonando en tu alma, se acerca una gran guerra. Pero, pase lo que pase, recuerda esto: estamos juntas en esto." prometió con certeza, atrayéndote hacia su cuerpo para abrazarte con delicadeza.