Capítulo 8 "¿todavía es amor?"

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Cada segundo para Bárbara era como una eternidad, sentía la impaciencia de salir huyendo de aquel sitio, sin embargo no lo hizo, y oculto lo mejor que pudo aquella terrible sensación que la invadía. Y tuvieron la comida más silenciosa de sus vidas, cada uno encerrado en sus propios pensamientos, casi como si fuesen dos completos desconocidos que compartían la mesa por cortesía. Se podía sentir esa tensión que se hacía cada vez más pesada y recaía sobre ellos.

-¿Sabes mi alma? Te he notado un poco extraña últimamente- dijo finalmente Gonzalo, tras largas semanas de meditar como abordar el tema.

-No entiendo a que viene esto, ¿En qué sentido? – pregunto fingiendo un asombro que no experimentaba.

-Siento que poco a poco te has ido alejando de mí, no pasamos tanto tiempo juntos como antes, a veces sales sin decir a dónde vas, te llamo y el celular está apagado o simplemente no me respondes, ¿Qué está pasando Bárbara?

-Son imaginaciones tuyas vida, no está pasando nada – dijo lo más serena, tratando de reprimir los sentimientos evocados por el recuerdo de Franco.

-Bárbara, no me mientas más, yo sé que algo está pasando entre nosotros – añadió una pausa ligera- aunque me duela aceptarlo, ya no soy aquel hombre del que te enamoraste, los años van pasando en mí y me has dado años tan hermosos, pero ¿has dejado de amarme?- pregunto finalmente con gran pesar.

-Gonzalo – dijo levemente, como si fuera capaz de sentir una decepción ante las palabras de él – no entiendo el sentido de esta conversación, el día que nos casamos, jure amarte para toda la vida, y así será, nada ha cambiado desde entonces – se levantó de su asiento y camino hacia él, se inclinó un poco y le dio un par de tiernos besos a Gonzalo – lamento no ser la esposa perfecta, lamento tanto no ser lo suficientemente buena para hacer desaparecer esas dudas que te abruman, solo no he pasado días tan buenos – se disculpó con la voz más tierna y cálida que le fue posible.

Gonzalo se incorporó de su asiento y la rodeo con sus brazos, y entre sollozos añadió – no digas eso mi alma, perdóname por sacar conclusiones apresuradas, nunca he querido hacerte sentir así, eres la mujer a la que amo y nunca podría dejar de amar, eres mi vida entera.

Bárbara se sintió complacida al saber que aun podía manipular a Gonzalo con un par de lágrimas fingidas. Era como si ese sentimiento de dominio la hiciera recuperarse de aquel terrible dolor que le provocaba alejarse de Franco.

-Gonzalo – dijo con la voz más tierna posible

-¿Si mi alma? – respondió inmediatamente

-¿Podemos irnos? Creo que sería mejor ir a la casa, hablar un poco las cosas en privado ¿no lo crees?

-¿Es eso lo que quieres? Esta bien mi alma, vámonos – añadió finalmente complaciente como siempre a su amada

En menos de diez minutos, ya habían pagado la cuenta y se dirigían al auto, para por fin irse de aquel restaurant, ella se sintió tan aliviada, como si le hubiesen quitado un enorme peso de encima, todos aquellos recuerdos que la atormentaban sin parar dándole vueltas en la cabeza.

Grupo lactos 3:30 p.m.

Franco y Aníbal se encontraban en la sala de juntas, firmando por fin el tan esperado convenio que uniría a ambas empresas. El rostro de Franco no expresaba emoción alguna, sentía un terrible vació y los celos parecían correr por cada parte de él, no podía soportar la idea de perder a Bárbara, pero tampoco podía dejar que sus sentimientos lo hicieran poner fin a sus venganza, era la persona que más daño le había hecho en la vida.

-¿Los acuerdos te parecen bien? – pregunto Aníbal

-Sí, son exactamente los mismos que acordamos, ni una coma más – dijo al mismo tiempo que le ofrecía una sonrisa fingida.

¡Admito que te amo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora