Capítulo 8

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Walter permanecía frente a ella y su corazón latía apresurado ante el roce suave de su mano en la mejilla

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Walter permanecía frente a ella y su corazón latía apresurado ante el roce suave de su mano en la mejilla.

-No llores, Caddy... -se acercó más a ella y su voz parecía suplicar. -Tú sabes que nada más puedo hacer...

Quería decirle que lo entendía, que tenía sus razones, pero dentro de sí misma algo terrible parecía crecer y ahogarla. Se acercó aún más hasta que pudo sentir el cálido aliento de su voz sobre su rostro cuando lo levantó frente a él.

- ¿Qué quieres que haga? Dime. -le suplicó y hubiera deseado gritar. -Sabes que no puedo aunque lo deseo con todas mis fuerzas.

-Yo... es que no puedo entenderlo... -musitó entre lágrimas. -Aunque quisiera, no puedo.

- ¿Crees en mí? -pronunció casi rozando sus labios. Temblaba por completo y aunque su corazón deseaba gritar que sí, algo en su razón impedía que aquella escueta palabra fuera pronunciada. -Anda, dímelo...

Entreabrió su boca y un sacudón violento la espabiló, al tiempo que el rostro perfecto de Walter desaparecía y en medio de las penumbras de su habitación apenas iluminada por el pabilo de una vela a punto de extinguirse, el rostro de Jane volvió a acercarse a ella.

- ¡Al fin despiertas! ¿Qué tomaste? Hace rato que estoy hablándote y no abres los ojos. -Le reprochó con los brazos en jarra sobre su cintura.

Caddy se sentó sobre su cama y refregó sus ojos intentando enfocar la mirada en aquel rostro poco amigable, mientras tomaba aquellos segundos en pensar qué responder. Se había quedado dormida profundamente y el tiempo cruel había pasado sin darle el instante para pensar alguna excusa que finalmente convenciera a la harpía de Jane.

-Yo... No... ¿Qué hora es? -sus pensamientos mezclados, el deseo de sus labios por aquel beso soñado y el rostro de su prima fijo en el suyo, evitaban que una idea coherente e inteligente viniera a ella. Sólo resonaron en su cabeza las palabras del señor Denson: "Tiene que pensar más rápido". Tenía toda la razón. Llevó su mano a la sien y presionó allí.

- ¡Habla ya, Cadence! -Reprochó molesta.

-Es que no se qué quieres que diga... Déjame dormir...

- ¿Que no lo sabes? Me dejas sola en la fiesta; vuelves a casa en sabrá Dios qué o con quién y te haces la que no sabes. Claro que vas a darme una explicación, de lo contrario se la darás a mi madre o peor aún, a John. -Dijo con tranquilidad pero tono claramente amenazante.

-No diré nada. -Las tres palabras se escurrieron sin pensar y se percató del asunto en el mismo instante en que los ojos de Jane brillaron, enderezó su espalda y caminó hacia la puerta.

-Muy bien... -dijo con tranquilidad y cerró la puerta tras de sí.

La llama de la pequeña vela se zarandeó ante el golpe estridente y todo quedó en silencio. La mansión dormía y percibió los pasos de su prima alejándose por el corredor. Dejó caer su espalda abruptamente hacia atrás y sus puños se cerraron presionando la sábana con todas sus fuerzas mientras un grito violento escapaba de su garganta casi como un gruñido. Había arruinado todo y el señor extraño tenía razón. Era lenta para pensar salidas apresuradas a los problemas.

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