05. Te parece prudente esta propuesta indecente.

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—Honne, ya sé que es tarde, pero al parecer el lapso que podemos pasar sin hacer contenido acaba hoy mismo.

Hubo un rato en el cual no entendí sus palabras, la música de fondo era demasiado fuerte y combinada con los gritos apenas se entiende lo que dice, incluso su voz se oía extraña. Afortunadamente me había preparado, la llamada se cortó pero al chat de mensajes llegó su ubicación en directo, tendré que ir a buscarla.

¿Uso el auto? No mucho, apenas sé conducir y en realidad le pertenece a mi familia, lo traje para sacarme fotos cuando una cantante que me gusta sacó una canción sobre conducir extrañando a tu ex.

Me abroché el cinturón de seguridad, ya eran horas altas de la noche provocando que el clima veraniego que suele tener el país pase a una brisa fresca, la cual no sería molesta si no odiara tanto el frío. Pasando por las calles vacías me preguntaba qué pasaría si me atrapa un policía, ¿Ahora que soy famosa ya no puedo ser arrestada? ¿Si me paran por exceso de flow saldré en las noticias?

Revisé el mapa de vuelta, es una discoteca privada y costosa en la capital, no me sorprende que personas como ella estén allí excepto porque la notaba tan amargada que no me la imaginé siendo el tipo de persona que sale de fiesta.

Puse la capucha arriba antes de bajar esperando que nadie me reconozca, ese sector estaba lleno de personas con botellas o cigarros en sus manos, detuve mi respiración en la entrada.

—Su documento de identidad. —exigió el guardia.

—Ejem... —mierda—. lo olvidé, aunque cumplí la mayoría de edad hace ya un año.

—Pff, mbore —se burló— y yo soy Britney Spears. Salga de la fila por favor.

—¡Le estoy diciendo la verdad! Por favor, al menos llame a alguien que está dentro, ni siquiera me importa la fiesta.

—Lo siento señorita, no puedo hacer esto.

—Se lo ruego —me agité un poco al subir una grada, que era lo único que nos separaba—. le pago, es solo gritar "Honne" allá dentro.

—Espera —arrugó las cejas—. ¿Vos sos la cantante? Sí, la de pelo azul, la que tiene alas.

—Tal vez —tragué grueso, desde atrás en la fila ya me estaban insultando—. sí, lo soy, por favor evite subirlo ahora mismo a internet, ya en un rato...

—¡A mi hija le encantan tus canciones! Todo el rato escuchando eso, hasta se compró esa bola de dibujos que ustedes usan.

—La carta, —asentí sonriendo—. me alegro, ¿Y si llama a quien le pedí, por su hija? Puedo darle lo que quiera a cambio, es urgente.

Eso fue manipulación. Aunque mis nervios fueron más grandes que mi voluntad para justificar cada comportamiento feo mío con astrología.

—¡¿De verdad?! Claro, dame un minuto —su actitud cambió por completo, retrocedió unos pasos hacia la entrada—. no necesitas darme nada hija, es solo llamar a alguien.

Uff, creo que ese señor no entiende inglés, por suerte.

Porque si supiera que incito a su hija a patear a los signos que no le gusta y quemar la casa de sus enemigos no sería tan agradable, la gente se suele confundir por mi estética tierna, sin embargo mis músicas rozan lo ilegal con sus letras.

Un joven de atrás me empujó pensando que era yo la que no me movía, choqué contra la baranda en el momento exacto en el que ella salió. Espléndida, con su cabello corto alborotado y un vaso rojo entre sus manos, me buscó con la mirada cual cachorro hasta encontrarme.

Si ellos supieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora