Pánico

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Despertó debido al estruendoso sonido de la alarma.

Tomó su celular para apagarlo rápidamente y volver a ocultar su cabeza entre las suaves almohadas de aquella habitación de hotel. Suspiró, había pasado una semana desde aquella noche desenfrenada donde se enredó con aquel fornido alfa.

Sintió sus ojos cristalizarse al recordar la mañana de ese día.

No planeaba irse, por supuesto que no, había actuado guiado por el miedo.

La imagen que tuvo de Viktor al despertar fue de las mejores que había podido presenciar en su vida, la plenitud y calidez que sintió dentro de sí parecía sacada de un sueño.

Un sueño del que tuvo que despertar cuando encendió su celular y vio los mensajes de su aún prometido, rompiendo su burbuja de inmediato.

«¿Donde estas?»

«Le conté a padre lo que pasó»

«Tus padres también ya están al tanto de lo que hiciste»

«Horacio vuelve de inmediato»

«No sabes en lo que te estás metiendo, estás haciendo un berrinche por tonterías»

«Kate me dijo que no estabas en su casa»

«Horacio, sabes que eres mi proferido, el único omega con el que formalizaría eres tú»

«Te perdono lo de la tarjeta, compra lo que quieras, ya sé dónde te estás quedando.»

«No lo arruines, sabes muy bien qué pasará contigo si lo arruinas. Yo puedo ser muy permisivo, pero sabes que tu padre no va a dejar pasar esto.»

Sintió pena, rabia y asco por las palabras del rubio, pero aquel último mensaje lo llenó de terror.

Lo sabía, joder que sabía que iba a pasar si no se casaba con Gustabo. Con los ojos aguados en lágrimas observó al hombre que dormía pacíficamente a su lado, Viktor no se merecía esto, no se merecía alguien como él, no quería meterlo en su mierda, ya tenía suficiente con compartirla con Gustabo.

Sintió el pánico apoderarse de él y no le quedó más que actuar. Con cuidado, se deslizó fuera de aquellas oscuras sábanas donde había sido amado; reunió sus prendas que yacían esparcidas en el suelo y con miedo de que el ruso despierte no se atrevió a tocarlo ni mirar atrás cuando salió presuroso de la habitación.

Una vez fuera, se vistió rápidamente en la sala de estar sin importarle la humedad que aún se hacía presente en su ropa interior, ni tomarse el tiempo de fijar su aspecto algún espejo. Cauteloso, logró escabullirse de aquel edificio donde el guardia que aseguraba la entrada le dedicó una mirada extrañada al salir. No era común ver a un omega dominante andar tembloroso y aspecto desaliñado por el edificio.

Rápidamente pidió un taxi que llegó a los pocos minutos, el conductor de este no le dijo nada por su apariencia, lo cual agradeció mentalmente. Ignorando las miradas curiosas y algunas de pena, se adentró al hotel. Más cuanto llegó a la comodidad de su habitación, apoyó suavemente su espalda a la puerta, permitiéndose por fin cerrar los ojos y derramar las lágrimas que había estado guardándose desde que abandonó la habitación de su destinado.

Durante el resto de ese día, trató de convencerse de que no lo necesitaba, él siempre había sido un omega independiente, no se encariñaba con nadie, mucho menos con alguien a quien acababa de conocer. Intentó salir al día siguiente para demostrarlo, pero falló miserablemente cuando sus movidas de siempre no funcionaron, había logrado ocultar perfectamente las marcas y mordidas que Viktor había dejado en su cuerpo, pero el aroma con el que lo había marcado hacía que ningún alfa se atreviera a acercarse a él.

STREETS - VOLKACIO (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora