XXV

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Creo que Samuel será el amo que estaba esperando salir y a mí darle rienda suelta. Disfruten la lectura, que pronto se nos vendrán cosas serias y fuertes. Gracias.

Feliz Lectura…

El auto entra a una zona residencial, donde hay bastantes casas de alto lujo y me preguntó qué diablos hacemos aquí, pero no obtengo respuesta alguna de parte de quien maneja el auto, parece que está sordo porque no entiende que quiero que me diga a dónde me trajo. Lo único que sé es que me subí a un avión a un vuelo de casi tres horas y media, que debió ser aquí mismo en el país. El avión aterrizó y me subieron a un vehículo de lujo para ir en silencio, genial. También sé qué Samuel está detrás de esto, y que no sé el tiempo exacto porque mi madre empaco las maletas. Samuel se adelantó unas dos semanas antes. Dijo que arreglaría todo para aquí y que cuando estuviera listo le diría a mi madre.

El chófer da vuelta en una de las esquinas antes de tomar esa misma calle y dar derecho, es como un vecindario por los que mi padre tiene la casa en la que nos crío y en la que se supone mi madre debió mandar.

La nota de Samuel decía que la ropa que debía traer era la que yo usaba antes de ponerme vestidos y ropa costosa, así que eso hizo mi madre. Pero aparte vi que empaco otro tipo de ropa que en su cerebro no se hacía la idea de que yo usé esa ropa para jugar con mi esposo en la cama. Fue divertido cuando entre la ropa encontró un disfraz que Samuel me puso hace mucho.

La puerta de la última casa se abre para dejar pasar el auto, es bonita, tengo que admitirlo.

Muy bonita.

Estilo minimalista con un toque encantador que me hace creer que la reina no tuvo nada que ver con su construcción, porque le daría un infarto el verla.

Samuel debió hacerla porque sus gustos son estos precisamente, él es quien decide en estas cosas y no su madre. El auto estaciona al final del camino y deja el costado de mi puerta a la de la casa, dónde está Samuel con una bella sonrisa.

Me bajo del auto para sonreírle. Tiene una camisa blanca y un pantalón de mezclilla negro que hace que parezca un simple hombre con varios millones en el banco pero con una empresa detrás.

—¿Dónde dejaste al príncipe?—ríe antes de negar.

Camino a él y al llegar me toma de la cintura para luego darme un beso en los labios.

—Nos hacia falta una escapada—dice antes de dejar un beso en mis labios.

—Una buena.

Sonríe antes de tirar mi labio inferior con deseo.

Vaya que el príncipe quedó muy lejos para hacer esto en público, aunque sea sólo el chófer del auto. No lo hubiera hecho a menos que se sienta bastante cómodo.

—¿Seguro que estás bien?—ríe más antes de asentir.

—Nat, tengo muchas cosas que aún no te he dicho, pero que de seguro averiguaras al estar aquí.

—¿Cómo cuál?—indago, robándole una sonrisa algo siniestra.

—Ya verás—me suelta antes de caminar al chófer que me trajo y tomar un par de mis maletas para meterlas a la casa sin decirme nada.

Niego antes de meterme a la casa para ver qué es también minimalista por dentro con ese toque natural y fresco que tiene Samuel, el lugar parece estar hecho para él.

Solo para él.

Pasa un rato antes de que Samuel aparezca de nuevo y me dé una sonrisa para darme un beso en los labios. El que me trajo se retira sin decirnos nada más que disfruten su estadía o algo así.

La Corona Del Príncipe (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora