VIII. Tormenta de Nieve

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𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑨𝒅𝒉𝒂𝒓𝒂:

Las vacaciones de invierno habían llegado sin previo aviso. Faltaba una semana para navidad y más de la mitad del colegio se encontraba en sus respectivos hogares disfrutando del tiempo en familia y de las vísperas navideñas. Por mi parte estaba encerrada en la biblioteca estudiando hechizos de defensa propia. Camila y Allison se habían ido sus casas, y Dylan salió para ver a su madre e informarle a mis padres la situación en el colegio. Claramente evitaría detalles como besos o peleas con ex novios. En fin, Dylan me pidió explicitamente que no salga del colegio a menos que sea una emergencia. El tema de los mortifagos y Sirius Black todavía no estaba solucionado. No quería quedarme sin hacer nada así que fui a la biblioteca y agarré una alta pila de libros de defensa para estudiar. Más tarde le pediría ayuda a Flitwick con la práctica.

Las puertas de la biblioteca se abrieron con fuerza haciendo que mi mirada y mi atención se desvíen de los libros. El pequeño Weasley estaba cubierto de nieve y buscaba algo o más bien alguien con la mirada. Sus ojos se detuvieron sobre mí, y camino rápidamente hasta donde me encontraba.

- Adhara, vengo de parte de Hagrid - Dijo recuperando el aire tras cada palabra - Necesita ayuda en su cabaña, me pidió que te llamara - Trago saliva. 

Este niño me había echado miradas furtivas llenas de asco o desagrado varias veces durante su estadía en Hogwarts. Supongo que porque molestaba a sus hermanos y soy de Slytherin. Esa discriminación a mi casa es algo que entenderé, pero nunca aprobaré. Sin embargo ahora parecía que no le prestaba atención a mi casa, ambos nos llevábamos bien con Hagrid y eso era lo que importaba.

- De acuerdo, iré. Tu quédate aquí y toma esto - Me saqué mi chaqueta de lana quedándome solo con un suéter y, sacandole la nieve de encima, se la ofrecí. Él me miró inseguro sin saber si aceptarla o no - Te mantendrá caliente, Weasley, acéptala - Insistí. Finalmente asintió y la tomó. Salí a paso apresurado de allí dirigiéndome a la cabaña de Hagrid.

Me apresuré en el camino fuera del castillo al ver como una tormenta de nieve se acercaba con fuerza mientras una neblina blanca me bloqueaba la vista. Me tapé los ojos con mi mano caminando lo más rápido que podía, pero el frío comenzaba a calarse por mis huesos. Fue una mala idea ser buena gente y darle mi abrigo al tonto niño Weasley. Maldito pelirrojo.

Después de lo que pareció una eternidad entré a la cabaña de Hagrid, él estaba solo con Buckbeak, Fang y algunas criaturas mágicas más que no reconocí. Me enojé mucho hace un tiempo cuando me enteré que el mini-malfollado hizo que casi despidan a Hagrid y condenen a Buckbeak a la muerte, pero yo y la niña Granger lo ayudábamos cada que podíamos ofreciéndole información sobre como convencer al ministerio de que no había amenazas. La verdad es que sabía que el padre Malfollado terminaría pagándole al ministerio o haciendo alguna jugada corrupta para que las cosas salgan a su favor, pero por lo menos intentaba ayudar rezando porque funcione. Había pocas posibilidades, pero no nulas. Volviendo al presente, Hagrid parecía alterado y ni siquiera me ofreció asiento por sus nervios.

- Hagrid, ¿Qué ocurre? - Pregunté al verlo moverse de un lado al otro.

- Se acerca una tormenta de nieve e intenté traer a todas mis criaturas aquí dentro - Señaló a los animales desparramados por toda la cabaña - Pero dos diricawls se escaparon y no me dará tiempo a encontrarlos si los busco solos. Necesito que me ayudes, Adhara - Me pidió angustiado.

- Claro que te ayudaré, salgamos a buscarlos - Dije tomando la iniciativa para salir.

- Se cautelosa. Si se sienten amenazados se teletransportarán a otro lugar - Me informó. Yo asentí con la cabeza y salí junto a él.

𝐀𝐧𝐲𝐰𝐚𝐲 │Oliver WoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora