Capitulo 50: No llegué

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- Siempre se escuchaban gritos.- dijo una vecina.

- Yo siempre vi que ese muchacho tenía algo raro.- dijo otra.

- Ella era una chica muy amable, es una lastima lo que le pasó.- agregó la primera señora.

- ¿Y usted porque no lo denunció cuando escuchó los gritos?.- preguntó el periodista,

- Porque nunca me quise meter en problemas ajenos.- respondió la doña sin saber que ya se estaba metiendo opinando en el noticiero local.

Eloy:

A veces como medico debes desprenderte de tu humanidad, suena cruel esto que digo, pero si no lo hacemos nos derrumbaremos a la primera persona que no podamos salvar. Mi primera semana como residente después de salir de la universidad, vino un hombre con su mujer en brazos. La mujer había inhalado monóxido de carbono. Sus signos vitales eran casi nulos, sabía lo que debía hacer, pero me paralizase al ver la desesperación de aquel hombre. Mi tutor estaba ahí, me gritó para que empezara a salvar a la mujer.

Volví en sí y entendí que debía salvarla, mientras yo hacía todo para poder salvarla, su esposo lloraba y decía: "No llegué, no llegué. No llegué a salvarla"

Me encantaría decir que la pude salvar, pero no fue así.

Después de marcar la hora del deceso, corrí a la sala de residentes y me largué a llorar, hasta pensé en renunciar. Entró mi tutor y creí que me regañaría, pero no. En vez de eso, me dio una gran lección.

Él dijo que era normal que estás cosas pasaran y que era normal que me paralizara. La mujer había llegado prácticamente muerta. Él sabía que ella ya no resistiría, pero nuestro deber como médicos era hacer algo. Además me dijo que la vida del paciente está por encima de mis sentimientos como persona, tenía que aprender a controlarlos para que a la hora de actuar en una situación critica, ellos cooperen y los resultados sean lo más exitosos posibles.

Ya pasaron un par de años de esa situación y puede lograr amoldar mis emociones sin dejar que me afecten a la hora de hacer mi trabajo y después de ese día, ningún paciente más murió en mi guardia.

Son las 9 pm y comenzó a llover.

Me duermo en un sillón de la sala de residentes y mi comunicador suena.

"Paciente con lesiones graves y a punto de morir llega por puerta 3"

Haciéndole caso omiso a mi cansancio corro a la salvar una vida más el día de hoy.

- Dr. Parker, usted asistirá a la paciente que está llegando.- dice mi tutor.- Sus signos vitales son débiles avisó el Dr. Cárdenas, quien la está asistiendo en el camino.- va explicando a mi lado.

- Bien.- digo concentrado mientras corremos a la puerta. Al abrir veo la ambulancia que se acerca y en la puerta de al lado, Rebeca asiste a una embarazada que bajan de otro vehículo.

- Mi bebé, mi bebé no se mueve.- llora la joven que de seguro tiene al rededor de unos 25 años.

- Cálmate, todo estará bien.- dice Rebeca, mientras un camillero y una enfermera suben a la chica a una silla de ruedas.

Cuando veo la ambulancia que trae a la joven que debo atender, me preparo y ya veo dos camilleros a mi lado en posición para sacar a la muchacha del vehículo.

Las puertas se abren frente a mí y los médicos bajan y luego tiran la camilla.

Siento que mi alma abandono mi cuerpo y un frío gélido recorre mi espalda.

Cuando Caiga el SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora