Capítulo 30

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Maya

Sigo a la enfermera hasta una pequeña habitación.

—Por favor espere aquí el doctor vendrá enseguida.

Asiento y la mujer desaparece. Observo el lugar con el corazón en la garganta. En ese momento caigo en cuenta que hay una sala contigua a donde me encuentro, me acerco a la puerta que las conecta y lo veo. Tom se encuentra encima de una cama con oxígeno y conectado a varias máquinas. Me rompe el corazón verlo así porque no estoy preparada para despedirme de él. No cuando nuestra historia apenas comienza.

—¿Maya? —pregunta una voz masculina a mis espaldas y me giro para ver de quién se trata.

Un hombre de unos cincuenta años, con su cabello lleno de canas, pero de aspecto bonachón. Me mira con una sonrisa triste, lleva una bata y alcanzo a ver que en ella lleva grabado el nombre «Dr. Marco Caan».

—No era mi intención asustarte, lo lamento. —Me extiende la mano y la acepto algo dudosa.

—¿Cómo está? —Es lo único que atino a decir.

—Quisiera decirte que se encuentra bien, pero creo que es más que evidente que no lo esta. Por ahora se encuentra estable, pero sus pulmones están cada vez más comprometidos. Si no sigue con sus consultas y su medicación su expectativa de vida se reduce considerablemente. —Cierro los ojos con fuerza y tomo una respiración profunda para evitar desmayarme ahora mismo—. Espero puedas ayudarme a convencerlo de ayudarlo. Podemos retrasar el avance de la enfermedad y darle una mejor calidad de vida, de lo contrario episodios como hoy serán cada vez más frecuentes y llegar a ser fatales.

Miro al médico sin querer creer en sus palabras, pero es una realidad. Tendré que hablar con él en cuanto se encuentre mejor. No llego a comprender por completo en qué estaba pensando al no tomar el tratamiento para el cancer, pero Tom no es ningún niño para no saber lo que está haciendo y qué se encuentra en juego, eso es definitivo, pero lo que no concibo es por qué abandonaría lo único que le permite llevar una vida más o menos normal que tanto quiere en este momento. No soy capaz de comprender qué le lleva a una persona como él a comportarse de esta manera.

—Entiendo que lo que están pasando es muy difícil de asimilar —continúa el doctor ante mi falta de respuesta—. Es tan difícil para los pacientes como para la familia, pero hay que tratar de darles la mejor calidad de vida para que puedan cumplir con todo lo que desean hasta su último minuto, creo que es la única forma en la que verdaderamente se podrán ir en paz. Fui parte del equipo médico que atendió a Molly cuando enfermó, aunque en ese tiempo apenas era un estudiante de medicina.

Su confesión hace que voltee a verlo llena de sorpresa.

—Veo que no lo sabías —comenta algo apenado—. Nos conocimos hace muchos años ya. Digamos que desde que Molly enfermó tenemos algo así como una amistad amor-odio. Lo considero un gran amigo, sin embargo, también es un cabezota de primera.

Sonrío un poco sin poder evitarlo, de alguna manera me alegra saber que tenga otro buen amigo que se preocupa por él.

—Es bueno saber que tiene buenos amigos —comento regresando mi vista a Tom.

—Los tiene, pocos, pero los tiene. Ten. —Regreso mi mirada a él y veo que me extiende su tarjeta—. Llámame si es que sucede algo de nuevo o si necesitas de apoyo para darle collejas.

—Gracias así lo haré —respondo.

—Estará dormido un par de horas, aunque es probable que no se despierte del mejor humor.

—Estaré pendiente hasta que despierte.

—Seguro estará feliz de verte. Iré a hablar con Dray, seguro espera noticias —dicho esto se retira dejándome a solas con Tom.

SAGA LUX III | Los colores de TimaeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora