capitulo IV: ¡Es imposible!

211 20 0
                                    

Todos dormían plácidamente, las estrellas cambiaban de posición mientras que la luna hacia su baile de cada noche, anhelando que su amor prohibido estuviera ahí para bailar con ella. Mí mirada almendrada, clavada en el techo de mí tienda, verde cual pasto, no había recibido invitación a la tierra de morfeo, no me sentía cansado, no sentía la necesidad de cerrar mis ojos y pensar en algo bonito como solía decir mí madre en las noches húmedas. Me senté de golpe en el suelo duro al escuchar un sonido extraño provenir de las afueras, tenía temor, a de ser un oso, o algo peor.

- Tranquilo, no te haré daño -comentó una voz desde afuera- Puedes salir joven.. cumpliré mí palabra.

Abrí sin chistar la pequeña tela que me separaba de la naturaleza, ante está abierta asomé con cautela mí cabeza, izquierda, derecha, arriba y abajo, nada, no había nada más que la oscuridad y la escasa luz que era emanada por las antorchas con el rojo vivo en ellas. Gateando cual bebé salí de mí tienda, con la mirada almendrada que heredé de mí madre busque el propietario de aquella tan conocida voz, pero nada, el sonido de los grillos era lo único que escuchaban mis oídos, dándome como deleite una hermosa serenata.

- Veo que no ah cambiado nada, Joven -habló de nuevo aquella voz.

- Quien eres. -ordené.

- Tu ya me conoces, desde muy pequeño para decir verdad.. -contestó con tranquilidad- Mí nombre no importa, mí aspecto tampoco.. yo soy esa vos que desde pequeño escuchas..

- No, no lo recuerdo para nada -comente neutral.

La serenata que hacían los grillos era lo único que nuevamente mis oídos solo oían, cansado ya de no poder ver el propietario de aquella voz, me levanté de suelo verde oscuro, caminando con pasos lentos y curiosos hasta la apagada fogata, la única luz más llamativa yacía al lado de la puerta de madera de aquella cabaña, donde horas atrás Peter se había adentrado. Me senté en uno de los troncos que se encontraba alrededor de la fogata apagada, contemplando las luciérnagas que bailaban en el lugar junto al canto de los grillos, aquellos pequeños puntos de luz me alegraban la noche.

- ¿Draegan? -preguntó una voz, Pan.

- Oh, Hola.. Pan -conteste tranquilo.

- ¿Que haces? ¿No deberías de estar durmiendo?

- Debería, pero al parecer el insomnio no me quiso dejar.. como siempre -susurré.

El sonido del tronco crujiendo me daba a entender que no debía de temer ante el, solamente se estaba sentado junto a mí, como si de un campamento de verano se tratase este lugar, aunque, tiene un aspecto a eso.

- ¿Crees en las hadas? -soltó repentinamente.

- ¡Obvio que si! -exclame burlón- Después de ti viene campanita en mis personajes favoritos..

- Ven, te gustará ver esto -comento sonriente.

Con ayuda de Peter me levanté de mi lugar, nuestras manos entrelazadas, el suave tacto de su piel contra la mía, era algo distinto a todo lo que me había sucedido en mí vida. "¿Será que verdaderamente.. me estaré enamorando?" Preguntó mí subconsciente "¡Es algo imposible!" Contesté con nerviosismo.

"No es imposible si te pones a pensar con más claridad.. desde pequeño has sentido esa atracción, un deseo por qué sea real y que solo tenga ojo para ti.. "

- Es imposible. -exclame seco.

- Que es imposible -pregunto con confusión el rubio castaño.

- Nada.. Nada en especial, suelo hablar con mí voz interna.. es la que me ayuda en la vida después de la muerte de mí madre y la que se aproxima -solte, separando nuestras manos.

- ¿Tu hermano morirá? -interrogó, acercándose a mí.

- ¿Eh? ¡No, claro que no!.. hablo de mí abuela.. ya sabes.. es una persona de mayor edad y sabiduría.. según los doctores ella dejara al mundo próximamente.. -contesté, alejándome de el.

Mis mejillas ardían sin pudor, al tocarlas, quemaban las yemas de mis frías manos, el calor que aquellas dos tenían se expandía en mí pálido rostro, a de ser fiebre, no puede ser que esté sonrojado por el echo de haberlo tenido cerca durante mini segundos.

- ¿Te encuentras bien? -interrumpió el superior.

- Creo que no.. puede ser por todo lo que me a pasado hoy.. ya sabes, yo.. un chico citadino que termino varado en una isla de ensueños que todo niño anhela con conocer -bosifie con nervios- Si no es molestia me retiraré.. perdón por no poder ir contigo.. ¿Podría ser mañana?

Su rostro parecía confundido, aún con la tenue luz que era emanada por la antorcha de fuego vivo, sus ojos brillaban cuales estrellas en mar abierto, sus facciones, de cerca lo hacían lucir aún más guapo. Sus ojos, verdes esmeralda en los cuales con tan solo una mirada provoca que te pierdas en ellos.

- Mañana entrenaras, yo te enseñaré.. luego iremos con las hadas para que te den ropa nueva, tienen una excelente mano con la lana o tela.. como prefieras llamarlo -e aquí Juan Carlos, el anterior Peter a vuelto.

- Bien, buenas noche.. Pan -anuncié con cortesía.

Giré sobre mis talones, fijando todo mí cuerpo en dirección a mí verde tienda que yacía vacía, esperándome para que me acostara en aquella manta verde oscura para así por lo menos intentar ir a la tierra de morfeo. Entre en esta, mira el hacia afuera para poder cerrar sus pequeñas cortinas, aún seguía allí, parado, con la mirada perdida en el suelo, ya cansado por todo, baje sus pequeñas cortinas, quedamos aislado de todos y de todo.
Acomodé mí cuerpo sobre el duro suelo, tomé la manta y cubrí mí levemente lastimado cuerpo, cerrando mis ojos de manera lenta al sentir como morfeo por fin me invitaba a su fiesta de sueños.

"Pequeñas estrellas brillan,
Pequeños diamantes verás,
Entonces así podrás pronunciar..

¿Pequeña estrellita, dejaras de brillar?"

𝐦𝐢 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐞𝐬 𝐏𝐞𝐭𝐞𝐫 ᶠᵃⁿᶠⁱᶜ ʳᵒᵇᵇⁱᵉᵏᵃʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora