¿Gay?

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Louis/ narración.
Michael era un chico de ensueño, un chico fuera de lo común, de tez blanca y bonitos ojos grisáceos, alto, de complexión grande y varonil, de estilo rockero. Siempre traía el cabello de formas distintas, intentando cambiar, ser diferente e imponer moda.

Michael era abiertamente bisexual pero al contrario de mi selectividad; porque hasta en los perros hay razas. Michael era todo un casanovas. Podría haber la chica o el chico más feo de todo el colegio y aún así él no dejaría de ser coqueto, era un completo Ben 10 cazador de monstruos, eso no me hacía sentir especial y no me agradaba.

[...]

Habíamos salido ya del hospital y estábamos camino a casa.

Las gemelas Daisy y Phoebe estaban en los asientos de atrás.

Michael estaba concentrado en conocer a las pequeñas gemelas. Eran un par de parchanchinas.

Michael iba muy atento al camino y a escuchar cada palabra que salía de ambas bocas, era imposible no quedar encantado con las gemelas, aunque podrías decir lo mismo de cualquiera de los Tomlinson, en especial conmigo.

-Y cuando teníamos 5 años Boo nos llevó como ochomilnovecientascien golosinas solo porque le tocaba recogernos del colegio y la miss le había dicho que nos habíamos portado muy bien, hasta nos dieron una pegatina de carita feliz-  Daisy estaba muy entusiasmada en contarle toda nuestra vida a Michael.

Noté que Michael había fruncido el ceño tras escuchar el apodo tan peculiar con el que me llamaba mi pequeña hermanita. Sentí el calor subir por mi cuerpo y enrojecerme, cada músculo del mismo tensarse. 

-Así que "Boo" he? -mencionó Michael con una sonrisa ladina, claramente burlona mientras me veía de reojo -creo que ese es mejor que louie.

Me encogí en mi asiento.

-De-debería llamar a Brenda para que venga a cuidar a los niños - intenté cambiar de tema.

Brenda, una señora, soltera, era baja, delgada, de piel apiñonada, cabello largo y lacio; amiga de mi madre de toda la vida, había estado presente en la vida de los Tomlinson desde que tenía memoria, era como una tía para nosotros.

Mi mente comenzaría a divagar de nuevo si no hacía algo pronto y estaba en riesgo de arruinarlo todo por no pensar antes de hablar, obviamente, no me arriesgaría a ello.

[...]

Agradecía silenciosamente que Brenda se encontrara disponible pues era muy desconfiado con toda la gente y no me gustaba dejar a mis hermanas en manos de quien sabe quien.

Subí rápidamente las escaleras hasta la habitación de mamá que se encontraba al inicio del pasillo, debía hacer una pequeña maleta, si debía quedarse varios días, lo haría, con el propósito de que saliera bien de ahí no nos arriesgaríamos.

Michael se quedó en la sala platicando aún con las gemelas parlanchinas que no parecían querer parar de hablar y contar sus mil experiencias y anécdotas a sus cortos años.

Yo tenía muchas cosas en la cabeza, pero mi madre venía una y otra vez.

Intentaba tranquilizarme porque pensar en mi madre me hacía perder el aliento, sentirme débil y mareado.

Me repetía mentalmente que todo estaría bien.

No lograba llegar a una conclusión viable sobre que pudo haber sucedido, jamás había pasado algo como esto, era preocupante, mi madre no era nada enfermiza.

Perdido En Tu OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora