Génesis

6.3K 365 32
                                    

Siete son los vicios mortales que te condenan a la vida eterna en el averno.

Siete son las perversidades que unifican las obras de carne más sucias e inmorales.

Siete son las obscenidades que te pondrán a arder en un calabozo de deseos y fantasías.

Soberbia.

Lujuria.

Gula.

Pereza.

Ira.

Envidia.

Avaricia.

Siete son los reyes que gobiernan en el inframundo y se dedican a recolectar las almas más impuras y aborrecibles del mundo.

Siete palabras que parecen vacías, pero que se convertirán en el pase asegurado a las ardientes llamas del infierno.

Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abominan su alma;

Los ojos altivos,

El cuerpo ardiente de placer,

El estómago insaciable,

Los pies de lento caminar,

Las manos que derraman sangre inocente,

La lengua que siembra discordia entre hermanos,

Y el corazón cubierto de oro sólido.

Fuimos creados por obra y gracia del Señor, pero no podemos negar el hecho de que somos y nos comportamos como animales. Perversidad habita en nuestros corazones, calamidad proviene de nuestro interior y nuestros ojos reflejan deseos lúbricos.

El ser humano fue traído a la tierra para servir y amar a Dios; Aunque hay una parte de la historia que me gusta aún más contar.

Dios creó al hombre formándolo del polvo de la tierra; del barro lo formó. De Dios mismo recibió el hombre ese aliento vital que nos hace vivir, y ser criaturas capaces de percibir su voz. A este primer hombre, Dios, le puso el nombre de Adán.

Sus cabellos rizados eran semejantes al color del sol más brillante y su contextura física era casi tan perfecta como la imagen del Señor. Su tez blanca y desnudez fueron creadas junto al concepto de varonil, ya que todo en él emanaba un aura masculina. No puedo contarles con precisión de qué color eran sus ojos, pero se dice por ahí que las aguas más puras de los ríos envidiaban lo transparente de estos.

Sin embargo, la naturaleza del hombre se veía afectada ante la soledad. Dios le ofreció todo tipo de animal terrenal para que este pudiera congeniar, pero Adán necesitaba alguien con quien multiplicarse y reinar el nuevo mundo; Por lo que Dios cumplió esa necesidad.

Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán, y este se quedó dormido. Entonces tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar; y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una y la trajo al hombre. Esa mujer fue nombrada como Eva.

Eva fue, es y siempre será la mujer más hermosa que pisó la tierra. No solo físicamente, sino que su magnética esencia podría volver loco a quien se atreviese a verla y tocarla. Caminaba dejando rastros de delicadeza y femineidad. Sus largos cabellos color miel se balanceaban de lado a lado, contorneando sus curvas. No era una mujer esbelta, de hecho tenía una silueta voluptuosa y carnosa. Sus pechos redondos y piel descubierta no eran sinónimos de vulgaridad, ya que la pureza de su aura eliminaba cualquier rastro de indecencia. Retratos que se atreven a intentar plasmar semejante belleza en papel nos muestran una Eva espléndida y con una mirada curiosa.

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora