Primero | Despertar

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Harry Potter era un chico ingenuo, había confiado en la primera persona a su lado cuando a sus once años descubrió la magia, se había dejado llenar su cabeza de mentiras y manipulaciones que solo logro ver después de casi seis años en ese nuevo mundo. Los recuerdos de Snape solo fueron lo necesario para que todo cayera sobre él, porque sí, sabía que algo extraño ocurría no solo con sus "amigos", también con las personas a las que denominaba como autoridad.

En su sexto año supo que todo en su vida era mentira, supo que sus supuestos mejores amigos no eran mas que traidores y manipuladores, supo que Dumbledore no era tan bueno como se veía y supo, solo gracias al testamento de su padrino, que habían usado sus bóvedas como si fuera un tira y afloja.

Harry lo oculto, decidió ver como terminaban las cosas, pero, como las entradas a las bóvedas Potter habían sido cerradas para todos menos para él y los duendes habían reclamado el dinero, joyas y libros retirados sin su consentimiento, se notaba muy fácilmente como Ron y Hermione ya no eran tan "amables" a su lado. Las manipulaciones ahora eran mayores y no solo de parte de ellos, también de Molly y el anciano come caramelos.

Ese año Harry se apartó, no le importo cuando su ex – mejor amigo se quejaba por no poder comprar materiales de estudio, no le importo cuando la madre de Ron decía no tener suficiente para la comida, todo a un gran volumen desde la cocina en la madriguera, no le importó nada, después de todo él mismo se encargaba de él con Kreacher, también había cerrado Grimmauld Place, así nadie volvería a la mansión y podría pasar tiempo a solas con el elfo.

Cuando Dumbledore murió se sintió algo relajado, pero eso solo duro poco tiempo, estuvo un año completo a la deriva buscando los Horrocruxes de Tom y cada vez mas apartado de Hermione o Ron. Descubrió que los odiaba, odiaba con su alma como solo seguían jugando con él, odio cada día en que ellos hablaban pensando que dormía y se jactaban en insultos y quejas sobre su persona.

Harry no fue idiota, él sabía que había poca probabilidad de sobrevivir así que hizo un testamento, solo deseaba poder estar como fantasma para ver la cara de todas las personas que lo usaron y escuchar como no les dejaba ni un solo knut. Porque sí, si Harry moría todo quedaría absolutamente en manos de los duendes y nadie podría hacer algo para sacar cosas de sus bóvedas.

No se sorprendió cuando gracias a los recuerdos de su profesor supo que debía morir, él ya lo sabía, no se sorprendió cuando, debajo de la capa de invisilidad, escucho a Ron quejándose con Hermione diciendo que Harry debía morir para él quedarse con lo que le correspondía por derecho, oh, cuanto deseaba al menos ver sus rostros desde el limbo donde seguro quedaría.

Por eso, cuando llego al bosque frente a Voldemort sosteniendo fuerte la capa en su bolsillo junto a la piedra de resurrección no se sorprendió por la maldición asesina directo a su pecho. 

Pocas cosas podrían sorprender a Harry ahora, y el lugar donde se hayo después de su muerte fue uno de ellos, nada saldría bien cuando se trataba de Harry Potter después de todo. No supo cuanto tiempo paso, tal vez pasaron años o siglos hablando con la presencia frente a él, la muerte era como le llamaba, pero descubrió que era más que eso. El ser le llamaba "Maestro" y como tal debía estar acorde con el título así que le instruyo.

Cuando estuvo listo, Harry no era el mismo chico sin conocimiento que cuando llego, era completamente diferente, sabia usar su magia al cien porciento de su capacidad, sabia como usar a su compañera muerte, sabia como tener a su favor el tiempo y, sobre todo, sabia ramas de magia que se habían olvidado con el tiempo y solo su fiel amiga le había ayudado a recuperar.

La muerte le pregunto que deseaba hacer, Harry contesto que quería vivir una vida donde fuera él mismo, donde no se dejara llenar de manipulaciones ni engaños, así que según lo que su amo deseaba ella lo concedió. Pero Harry debía entender que con la muerte era mejor hablar claro.

Cuando abrió los ojos después de la gran oscuridad en que estuvo se sintió confundido, no sabia donde estaba o que ocurría, pero todo en su mente estaba con una gran claridad que le llegaba asustar. Sintió en su pecho un leve peso y lo tomo notando que era el símbolo de las reliquias, entendía ahora lo que ocurría y tratando de no reír observo con detalle y placer el oro en sus manos, sabia que solo con desearlo podría invocar cualquiera de las tres y que ahora era él el portador, quería carcajearse al imaginar la cara de la vieja cabra al no encontrar su varita.

Su placer se esfumo tan rápido como vino al escuchar una voz que hace dos años (o lo que él creía) no escuchaba, su tía le llamaba para que se encargara del desayuno y eso lo dejo helado. ¿Dónde estaba? Mejor aún, ¿Qué había hecho muerte?

Quiso llamar a su compañera, pero le fue imposible, había guardado rápido el collar bajo sus ropas antes de ser sacado a la fuerza de la alacena, su mente era un desastre, pero rápidamente se acoplo a lo que sucedía. Quería reír, quería gritar y llorar, volver a sus diez años no era lo que él pensaba al "Querer una nueva vida", aunque no iba a dejar pasar la oportunidad.

"Oh, muerte, este juego puede ser divertido si será entre los dos para toda la eternidad" Murmuro el pequeño chico cuando estuvo devuelta en su alacena, estaba pensando en que hacer para salir de la casa de sus familiares, recordó a Severus, el hombre tenía un juramente para con Harry y supo de inmediato que él seria su salvador. Por primera vez le dejaría saber al hombre por su propia mano como había sido su infancia a manos de los muggles pero para eso debía primero ir a Gringotts.

Al día siguiente las cosas cambiaron un poco, le demostró a su tía en el momento en que se encontraban solos que él sabia sobre sus orígenes, le dijo que iría a Londres y que si llegaba a negarlo no dudaría en hechizarla así que ahí estaba, un niño escuálido sentando frente a Ragnok, su prueba de herencia ya había sido hecha y como en su vida anterior habían ya quitado con rituales los bloqueos que el maldito Dumbledore había puesto sobre él. También había vuelto a bloquear sus bóvedas, ahora solo podían retirar de ella con el anillo de heredero que ya se encontraba en su mano derecha y que solo él podía quitar. Nadie entraría a sus bóvedas, lo poco que ya se había retirado había pedido que se devolviera de inmediato y había vetado al director de sus cámaras para siempre, al igual que a la familia Weasley y Granger.

Con ayuda de Ragnok y el testamento de sus padres lograron comunicarse con Snape sin que nadie notara que ocurría algo, le había dicho al duende que por ahora no hiciera nada con su apariencia, quería que el profesor notara por el mismo la decadencia de infancia que tuvo, además que solicito a Amelia Bones una junta, agradecía que el testamento de sus padres dijera quien era el guardián secreto de los Potter y eso definitivamente sacaría a su padrino años antes de Azkaban.

Estaba comiendo unos pequeños sandwinch cuando se anuncio la presencia del profesor de pociones, con la vista fija en esos ojos ónix supo de inmediato que lo reconoció y también noto la preocupación en su mirada.

Oh si, esta vida iba a prometer demasiado y como no, él se divertiría mucho arruinando los planes que había hecho el anciano para él. 

Maestro de la Muerte || Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora